XXIV

5 2 0
                                    

¿De verdad... Te parezco tan miserable? No debí hacerme falsas ilusiones, no debí haberte dicho, no debí, debí seguirlo evitando más, por Dios, no debí...

No había pensado nunca en lo miserable que debo ser, hasta hoy, para provocarte tanta lástima. No, L, no, tú no serías como los demás, tú no te comportarías igual que todos.

¿Por qué no puedo enojarme contigo? ¿Por qué siento que todo es mi culpa, qué lo arruiné todo? ¿Por qué...No dejo de sentir la respiración acelerada a pesar de qué ya no te tengo cerca? ¿Por qué no dejo de sentirme vulnerable aunque ya no me estés tocando ni yo a ti?

¿Por qué no dejo de llorar si se supone que debería de estar feliz?
Lo busqué por tanto tiempo que más que un sueño era un grabado tallado en mi cabeza, un anhelo sordo de mis dedos. ¿Será porque sé la razón qué te impulsó?

No quería que la primera vez que te besara tuviera a mi enfermedad como excusa. Pero te agradezco por recordarme cual es el verdadero valor que tengo, L. Al menos si se le puede llamar valor.

-J

Cartas A Mi Mejor Amigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora