Capítulo 22

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Elizabeth POV'S

Me sentía mierda, me preguntaba si realmente me querían... ¿Por qué fui subastada?, ¿por qué Wendy se suicidó y me traicionó?, tal vez todos estén mejor sin mi.

Caminé en dirección a mi cajón, lo abrí y agarré la navaja que estaba guardado dentro de esta, la deslicé sobre mi brazo izquierdo de manera horizontal, dejando que la poca sangre que salía fluyera sobre mi piel.

Una canción comenzó a escucharse con la voz distorsionada. No estaba lo suficientemente consciente como para preocuparme si estaba alucinando o no.

Wendy, Wendy ¿dónde estás?

Quiero verte suicidar

En el cielo y en el mar

Tú propia vida destrozar

-¿Por qué lloras Elizabeth?- escuché la voz de Wendy. No era natural escuchar la voz de tu amiga muerta, o si? No respondí, pensé que estaba alucinando-No deberías de llorar, si tú eres la culpable de todo- al terminar de hablar, empezó a reír.

Comencé a llorar más- ¿De qué hablas? ¡Si tú me traicionaste!-grité- ¿Por qué me mentiste Wendy?- un mar en mis ojos empezó a salir, mi alma estaba rota. Sentía que mi mundo desmoronaba.-Me he tratado de convencer que esa foto es falsa... Pero... Obviamente...- ¿Por qué Tessa tendría esa foto?

-Ni siquiera tus padres te quieren ni les importas-bufó Wendy- solo mírate... ¡Das asco! Eres patética.

-Las heridas se cosen con el tiempo-dije en un tono casi inaudible.

-Se cosen, pero se queda la cicatriz- afirmó Wendy- No trates de convencerte de algo que jamás podrás reparar, lamentablemente tú existencia es un estorbo.

-Si quieres morirte, entonces la cortada debería de ser de manera vertical y es 100% seguro que llegues a la morgue en vez de un hospital- me giré a ver de quien provenía la voz de ese chico, sin embargo, no pude pues mi vista estaba borrosa. Mi cabeza daba vueltas, no podía mantener el equilibrio, en un segundo todo se volvió oscuro.

Al despertar, me estaba punzando la cabeza. ¿Por qué diablos desperté? Me sentía exhausta, todo mi cuerpo me pesaba, quería dormir por toda la eternidad.

-¡Elizabeth!-me sorprendió la voz de una chica, me tocó el brazo, mi vista se fijo en ella-¿estas bien?

-Diane-gruñí por el dolor en mi cabeza- si, algo así

-¿por qué te cortaste?, ¿desde cuándo haces estas cosas Eli?- me alzó el brazo, doblando la manga de mi blusa.

-Da igual- giré mi cabeza, evitando su mirada

-No Elizabeth, no da igual- me abrazó- aún hay personas a las que les importas-mis lágrimas amenazaban con salir. Si tan solo le pudiera decir que me doy asco, que no valgo nada. Pero me quedé callada

-¿Y el chico que estaba aquí?-pregunté algo confundida tratando de recordar el rostro de esa persona.

-¿Qué chico?- me vio desconcertada- No había ninguna persona cuando llegué- recordó-

-Entonces, ¿cómo entraste?- me puse a analizar la situación. 

-La puerta estaba abierta- me asusté, debido a que yo jamás dejo la puerta abierta-No puedes deja la puerta abierta Eli, es muy peligroso- me regaño

-Seré más cuidadosa-mi vista se fijo en el piso laminado de mi habitación.

-Me quedaré todo el día si quieres- hubo un silencio- Elizabeth, se que muchas cosas cambiaron pero quiero que sepas que no estás sola- me tomó de los brazos- pero no es necesario cortarse, yo también lo hacía- me sorprendí un poco.

-¿Por qué?- dije muy bajo.

-Porque hay veces que no sabía de que manera sacar todos el dolor que tenía- hizo una mueca.

-Lo siento- no supe que decir y desvié la mirada hacia mí ventana. Ví a una chica con el cabello castaño oscuro lacio como el de Wendy, delgada, con una chaqueta de mezclilla, pantalones negros y vans negros. Podría jurar que era... ¿Wendy?

Narradora

Llegó una camioneta negra blindada, de la cual salieron dos hombres enmascarados, caminaron hasta una chica castaña oscura, su piel apiñonada, vestida con mezclilla, con un suéter azul y vans negros, acompañada de otros dos chicos. Los dos hombres jalaron del brazo a la chica, sus acompañantes trataron de salvarla, pero salieron otros dos hombres de la nada, apuntando con la pistola a los menores.

-¡Ayuda!- gritó la chica. El hombre que la sostenía de su brazo derecho sacó una servilleta de tela y se lo puso en su nariz hasta que quedara inconsciente.

Otra camioneta negra se estacionó, salieron un par de hombres más y comenzaron a disparar del otro lado. El grupo que llevaba a la chica se apresuró a meterla a la camioneta, se subieron y uno arrancó sin antes de disparar al atacante. Todas las personas corrían y gritaban desesperadas huyendo del peligro.

Amarraron a la menor de sus muñecas y tobillos, le pegaron cinta en su boca, la acostaron y arrancó el conductor.

Manejaron hasta el anochecer, frenando hasta un extenso garaje. Despertó ella ligeramente mareada, molestandole la luz del lugar, asustada de donde estaba, trató de controlar la respiración.

-¡Ja! ¿Ya despertó la chica?- se burló uno de los hombres, alto, castaño y ojos cafés, musculoso de los brazos y piernas. La cargaron y subieron a otro coche- necesitas dormir otro poco más- le taparon la nariz con un pañuelo húmedo hasta que volvió a caer inconsciente.

¿Suicidio? -EN EDICIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora