Capítulo II Amor o juego

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     Terminada la primaria y mi primer acercamiento al amor, habría de ingresar a la secundaria, este hermoso lugar donde la palabra "extraordinario" para mí significaba que superabas los estatutos de inteligencia.

      No obstante seguía pensando en aquella chica, la que no le dije que me gustaba; solía pensar qué podría estar haciendo en este mismo instante, si tendría novio o no, si se acordaba de mí. Pese a que esos aires del pasado constantemente resurgían en mi cabeza, trataba de impedir que siguieran atormentándome, que parasen las veces de decir: "Hubiera hecho esto en ese día".

      Muchas personas en la escuela lo notaban, mis ojos reflejaban un amor que no tuvo oportunidad de ver la luz, un amor que se desvaneció; aunque quizá eso haya atraído una persona más a mi vida, una persona que en un futuro cercano le atribuiría mis primeras imaginaciones perversas y descaradas.

      —¿Quieres ser mi novio? —decía una chica con una pícara mirada y una sonrisa traviesa.

      Su nombre era Mariana, de estatura promedio, ojos negros como su cabello, y una cara cubierta de algunos granos. Ella y yo pertenecíamos al mismo taller, taquimecanografía, que después cambiaría a computación.

      Regresando al asunto de la relación que me proponía, en primera instancia, me puse muy nervioso; sudaba y mi cuerpo temblaba, ¿es o será posible que alguien quiera salir conmigo?, no podía encontrar los motivos de su repentina propuesta. Además que está podría ser la primera relación de mi vida. Dejaría atrás a las demás chicas y decididamente me concentraría en Mariana.

      Ya se habrán imaginado mi cara de felicidad camino a casa, una felicidad de encontrar algo que uno busca con entusiasmo. Corrí a la primera persona que le contaría sobre mi nuevo noviazgo, mi padre. Me comentaba que las mejores cosas llegan sin ser esperadas, que a veces aquello de lo que no te fijas puede sorprenderte y darte un regalo.

      Cuando alguien se ha enamorado de una persona el cambio es seguro, la forma en la que mira y percibe todo, en su manera de pensar y expresarse, me había transportado a un mundo fantástico y maravilloso donde sólo existíamos Mariana y yo.

      —Perdóname Sam, todo fue una broma —notaba algo de desilusión y vergüenza en su semblante.

      —No hay cuidado, lamento el hacerme ideas equivocadas.

      No lo comprendía, ¿por qué hacer una broma de algo tan serio como lo es el amor?, ¿acaso para ella no era importante una relación?, ¿qué quería conseguir con eso?, mi mente acababa agotada por tantos cuestionamientos de la acción de ella.

      Quizá parezca algo extraño y fuera de todo sentido, pero acabé siendo su mejor amigo el resto de la secundaria. Solíamos contarnos de todo, éramos muy unidos dentro de la clase como fuera de ella, fui su confidente, su apoyo moral, su almohada y algunas veces su juguete con el cual solía jugar.

      En uno de esos días, acostados en las mesas de trabajo por la ausencia del maestro, ella se acostaba tan cerca de mí, tan cerca que nuestros ojos se posaban fijos en el otro. Pude sentir de un momento a otro un cálido y viscoso líquido que se impregnaba a mi oreja, acompañado de un ligero dolor que unos dientes blancos pueden otorgar.

      La sensación fue indescriptible, mi cara al igual que mi oreja izquierda quedaban marcados de un intenso color rojo. Terminado el acto pude escuchar su ligera risa traviesa.

     —Te quiero mucho Sam, tanto que quiero que nuestra amistad dure mucho tiempo —solía decirme después de su hábito de morderme, abrazarme, tomarme de la mano y besar algunas partes de mi ser.

      —De igual modo yo también Mariana, estaremos juntos —prometí sin dudarlo un segundo.

      Al decir eso, siempre, una idea contraria brotaba de mí y se callaba, "Me gustas aún", ese sentimiento resurgía. En uno de esos días tenía la certeza que tal vez ya le hubiera gustado lo suficiente para ser novios. Pero nada de eso fue cierto, una vez más mi cerebro me jugó una broma y me estampó en la fría y amarga realidad.

      —Sam ya te lo he dicho, eres y siempre serás mi mejor amigo —sentenciaba sin titubear sobre sus sentimientos por mí.

      Aceptando la situación, me di a la tarea de tratar de borrar mis sentimientos por ella, dejaba de hablarle y juntarme diario con Mariana; empero es complicado el olvidar a un amor que ha abrazado y mordido tu corazón.

      Hubo días que me preguntaba si había hecho algo mal, si nuestra amistad había cambiado o dejaba de existir, le respondía con mucha calma que todo seguía igual, aquella mentira no me la creía y ella tampoco.

      Pasados esos días de superación personal, había llegado a la conclusión de que tales actos que denominaba coqueteos cuando otros llamarían putería, deberían cesar, para que no volviera a caer en una tristeza descontrolada.

      Mi relación con ella después de eso empezaba a enfriarse, seguía nuestra amistad pero algunas veces alguien de los dos se olvidaba un segundo del otro y no había perjuicios.

      Harto de mi soledad afectiva, decidí buscar alguna chica, una chica que me brindara amor, me otorgara cariño y no jugara conmigo. Fue en ese momento que Areli llegaría a mi vida.

      Areli y yo nos conocíamos tiempo atrás, y al decir "conocíamos", me refiero a tenernos de contacto para enviarnos mensajes; meses antes de conocerla una prima que comparte un gusto conmigo (nuestra banda favorita son Los Beatles) me hablaba de ella, me explicaba que le parecería una persona agradable; acto seguido conseguí algún contacto con ella y empezamos a hablar mediante mensajes por internet.

      Al decir internet es clara la respuesta que ella vivía en otro estado del país de México. Al tener esa distancia entre el Distrito Federal y Guadalajara nos parecía cómodo el responder mensajes a diario, y si lograba el permiso de mis padres lograría visitar a mi amada y darle todos los gestos de amor que guardaba.

      Mi primera novia oficial se trataba de un denominado "amor de lejos", todos los días llenaba mi ser de profunda felicidad y esperanza, soñaba con ella, le preparaba regalos, llamaba a su teléfono; no me daba pena el admitir que tenía novia virtual.

      Aunque, después, pasados los nueve meses, me daba cuenta de la soledad que me rodeaba, las inseguridades que discutía con ella y el arrepentimiento de no poder estar a su lado.

      Ocurrieron un par de eventos que cambiarían mi percepción de la relación, y vuelvo a lo mismo con el dicho de "amor de lejos, felices los cuatro", ella era muy bella, tanto que sabía que algunos pretendientes se le presentaban; pero sorprendiendo su fidelidad a mí me contaba que les aclaraba mi noviazgo con ella. En otra ocasión estaba en una pelea, aquella persona aclaraba y presentaba que Areli salía con el antes de mí y que eran muy unidos. Tras una disputa semi cordial (era una persona muy majadera) conseguí que me creyera de mi relación y se dio por vencido. Es curioso ver que cuando peleas por alguien dejas de preocuparte por ti mismo y tu bienestar sin importar la magnitud enfrentada.

      Meses después de aquello, solía salir ella con un amigo suyo, aquel chico la quería mucho, tanto que le gustaba en secreto, secreto que pronto salió a la luz. La situación me agobiaba, dejaba de pensar en mí y pensaba en ellos dos.

      Pero también algo curioso se producía en ese momento, una de sus mejores amigas me hablaba, tanto que solía decirme "espero encontrar un chico como tú algún día", "eres el hombre más tierno que he conocido". Sonará ridículo, pero esa palabrería me hizo dudar del amor de mi novia y me concentraba en su amiga. Aquella circunstancia no acabó bien, su amiga me había engañado, Areli se sentía decepcionada de todo el mundo, y yo sólo quería desaparecer.

      No quería saber nada de nada, quería olvidar todo lo ocurrido, pero una herida emocional sangraba sin contenerse, había perdido una novia, mi dignidad como novio fiel, y la razón de mis acciones. Todo había acabado, y me alegraba un poco de que el tiempo se encargara de llevarse los malos recuerdos.

La alquimia del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora