Se quedó detrás de la baranda de la pista observándolo. No había duda de que tenía su propio estilo para hacer las cosas, todas y cada una. Llegaba una hora antes que el resto, y se iba siempre una hora después. Seguramente era inconsciente de que todo el equipo tenía los ojos puestos en él, en sus pies y sus giros. Ciertamente Yuri tampoco era consciente de que Mila y Georgi estaban junto a él observando al moreno, aunque quizá con menos fascinación que él.
Las esmeraldas del rubio procuraban no perder detalle alguno de sus movimientos, y conforme la música anunciaba el clímax y el final, la sonrisa del adolescente se iba ensanchando cada vez más hasta que ese final se vio adornado con un salto. Sólo entonces Otabek se dio cuenta de que, de nuevo, se le fue el tiempo practicando. Detuvo la música y se apartó hasta la orilla, dejando espacio a que los demás entraran. Yuri no perdió tiempo en nada, se sacó los sneakers y se puso los patines. Los estiramientos los hacía antes de salir de su departamento, y mantenía calientes los músculos al correr hasta la pista. Menos de 10 minutos. Una vez al filo de la pista se sacó las protecciones de las cuchillas y con una sonrisa pequeña y discreta se deslizó por el frío hasta el extremo donde su amigo lo esperaba.
— ¿Qué te pareció? – preguntó al secarse el sudor y beber un poco de agua, sólo para no quedarse con la boca seca.
Yuri apretó los labios y negó con la cabeza. — Sigo pensando que serías un idiota si no la usaras para competir. – un golpe en su hombro y una sonrisa. Sus gestos de cariño un tanto abstractos.
— No lo sé... aún no la siento lista. – vaciló. Siendo Otabek como era, supo responder a los golpes del rubio con gestos mucho más simples; como revolverle el cabello y luego besar su frente.
Al extremo contrario de la pista, Mila y Georgi estaban calentando mientras Yakov llegaba a poner orden. Para ambos era sorprendente lo diferente que era Yuri cuando el kazajo estaba cerca. Pasaba de ser un gato huraño y malhumorado a ser la criatura más dócil y bien portada. Lo conocían hacía años y aún era imposible que alguno de ellos se acercara a abrazarlo o decirle palabras de aliento sin recibir un golpe o alguna grosería a cambio; para el moreno siempre había sonrisas y buenos tratos. ¡No se conocían hace tanto!
— Así que los osos y los gatos hacen buenas migas. – su mirada azul no dejaba de enfocarlos. Pensando que entre las risas de ese par, no notaban a los intrusos que rebuscaban entre sus tratos.
— Ni siquiera Viktor o yo pudimos estar tan cerca de él. Se nota que se llevan bien. - Popovich no tenía sus dudas sobre lo que veían o no entre ellos. Él mejor que la rusa podía distinguir el afecto en sus miradas.
— Bueno, es que con lo cursi que eres es como tener una amiga, y Viktor... - suspiró. — Es demasiado él.
Porque una buena excusa era lo tranquila que era la personalidad del pelinegro, era un muchacho centrado y capaz, que se esforzaba todo lo necesario para lograr lo que se proponía. Además tenía una motocicleta y era DJ. Era como una cajita de sorpresas. Pero eso no mermaba el hecho de que siempre staba cerca de Yuri, mucho más que cualquiera.
Pero claro, no era lo mismo. Y aunque Yuri no se diera cuenta, los otros dos rusos si que lo notaban. O más bien, todos en la pista, cualquiera que los viera juntos sabría que se trataba de un par de enamorados, menos ellos.
La práctica comenzó formalmente para ellos cuatro cuando Yakov llegó y comenzó a dar instrucciones.
Una de las cosas con las que Yuri Plisetsky había tenido que lidiar en esos meses eran las primeras veces. En el último año aprendió cosas nuevas, experiencias que enriquecieron su desarrollo y un peldaño más de madurez. Si lo admitía a conciencia y en medidas justas, el que Viktor se fuera fue una de las cosas más importantes, le ayudó a encontrarse a sí mismo como patinador; aunque de primera instancia lo haya seguido hasta Japón. Pero aquello no era tan malo si contamos que gracias a eso, otra primera experiencia se hizo presente. Ser tratado como un chico normal de su edad en Hasetsu fue algo invaluable; recordar que a pesar de sus circunstancias seguía siendo un adolescente y que tenía permitido comportarse como tal de vez en cuando. Comer hasta el hartazgo, tener un apodo soso y que los otros se preocuparan por él como Yuko hacía. Su gran lección en el debut del GPF fue esa, reconocer el amor que lo acompañaba, por primera vez detenerse a pensar en ello y valorarlo. Más con los recién llegados como Lilia y Yuuri. O como el propio Otabek que supo hacerse un lugar entre todas esas personas en apenas un par de días. Con ese look de badboy y los recuerdos de su niñez. Había una conexión más allá, algo que no lograba descifrar, pero tampoco tenía prisa en hacerlo. Si se sentía tan bien no podía ser malo ¿No?
Un par de horas más tarde, con los patinadores exhaustos y el sudor mojándoles la frente, Yakov dio por terminada la práctica para sus tres pupilos más antiguos. Con el recién llegado se había resignado, era un soldado fiel sólo a sus convicciones y mientras no lo desafiara no tenía problemas en dejarlo ser. Un asentimiento con la cabeza fue suficiente, además de las clásicas palabras "No te sobre exijas", lo que adelantaba que se quedaría un tiempo más ahí. El suficiente para que Yuri se diera una ducha y volviera a la pista para esperarlo y poder ver su última repetición junto a Mila y Gorgi antes de ser él quién se fuera a asear.
Iba a ponerse al corriente en las redes sociales cuando sintió la mirada de ambos rusos sobre él, con un gesto de desconcierto los observó intrigado.
— Él te agrada ¿No? – lanzó la pregunta como si se tratara de un tema natural entre ellos, con la cara recargada en su mano.
El tono que usó Georgi no le gustó en lo más mínimo, por lo que apretó los labios y lo miró de reojo, volviendo la vista a su celular. — Si te refieres a si me cae mejor que ustedes, si. Creí que era obvio. – dijo con fastidio. Ere era el Yuri que conocía.
— Él hace mucho más que agradarte. No mientas. – la pelirroja usó un tono especialmente molesto a propósito, y al sentir la mirada fulminante del hada rusa sonrió satisfecha al haber logrado su cometido. — Todos en la pista lo vemos. Hasta Yakov y Lilia. Sólo nos preguntamos ¿Cuándo van a formalizar?
Esas palabras fueron suficiente para exasperar al menor y que guardara con desagrado el teléfono en su mochila, la mandíbula tensa. — No sé de qué hablas. Otabek y yo sólo somos amigos.
— No. Los amigos no se abrazan, ni se besan la frente como ustedes. Mentir es malo, Yuri. – estaba dispuesta a plantar la duda al menos. De otro modo, no podía hacer nada, y era importante que e rubio al fin admitiera algo al respecto.
— Tú y Sara lo hacen todo el tiempo. – no veía nada de malo en ello, le parecía casi infantil que estuvieran discutiendo sobre eso.
— Si, pero Sara y yo somos mujeres... ¿Has visto a otro par de amigos hacer lo mismo? – lo acorraló con la ceja levemente alzada.
Bufó por lo bajo, exasperado por la conversación, e incluso, estuvo a punto de decir algo cuando Otabek apareció de nuevo, listo para que se fueran. Al final, tomó sus cosas y pasó de ellos, no sin antes decirles en un murmullo: — Están locos.
A prisa tomó la mano de Otabek y casi lo obligó a salir de ahí, con el ceño fruncido y una molestia evidente.
El kazajo que era experto en lidiar con la molestia que otros causaban en su amigo inspiró hondo para hablar tranquilamente. — ¿Sucedió algo?
— No. Nada. – su mejor intento de disimular fue una sonrisa.
Esa sería la primera vez que le mentiría a su amigo, y a si mismo sobre sus sentimientos.

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Otayuri week
FanficSerie de oneshots y drabbles Otayuri; con motivo de la #OtayuriWeek