Capítulo 14

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13 de Febrero, 1614

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13 de Febrero, 1614

     Era un día lluvioso, como tantos otros en Irlanda. Hacía frío y corría un fuerte viento que hacía silbar las ventanas. Gracia había despachado a los dos guardias luego de que habían dejado al extranjero en sus aposentos. La muchacha observó que Zaid tenía la frente perlada de sudor y con su delgada mano tocó su mejilla. El hombre ardía en fiebre.

     —¡Ana, pronto, tráeme una palangana con agua fría, no demores, o este hombre se muere!

     La doncella obedeció y salió corriendo para traer lo que su ama pedía.

     Gracia se quedó a solas con el chico y tomó asiento a su lado en la cama.

     Se veía muy demacrado, estaba bañado en sudor, tenía profundas ojeras y un tono pálido en la piel, a excepción de sus mejillas, que estaban enrojecidas por la fiebre. Sus labios estaban completamente resecos y su respiración era casi imperceptible. Gracia corrió para sacar un paño de lino del baúl, lo dobló en seis partes y comenzó a secar la frente del forastero.

     Ahí lo apreció mejor. Su cabello había crecido sólo lo suficiente como para notar que era rizado, pero aún así lo usaba bastante recortado. Usaba barba y tenía pestañas negras, largas y rizadas. Gracia se dio cuenta de que era un hombre gallardo y que aun enfermo se veía atractivo. Continuó pasando el paño por su rostro empapado, cuando llegó Ana con la palangana y la puso en la mesa contigua a la cama. El agua estaba muy fría, seguramente era producto de la lluvia.

     —¿Algo más que deseéis que os traiga, mi señora? —Preguntó la doncella con humildad.

     —Sí, Ana. Manda hacer una sopa caliente, asegúrate de que lleve vegetales y la traes de inmediato. Este hombre necesita comer algo.

     Ana asintió y volvió a correr a la cocina.

     Gracia volvió a quedarse a solas con aquél extraño bajo la luz tenue de las velas.

     La muchacha no paraba de pensar en lo cálido que se sentía estar ahí en ese momento al lado de un perfecto desconocido y lo frío que era estar en esa casa todo el tiempo, esperando a que su prometido llegase. Claro que este hombre estaba enfermo ahora y no era capaz de hablar o de moverse, pero antes de que Gracia lo enviara al calabozo, ella había sentido esa misma calidez con él. Su actitud era demasiado... abierta y percibió que él se desenvolvía sin la frialdad con que la mayoría de los hombres trataban a las mujeres de su época. Ellos siempre veían a las mujeres como un beneficio o un objeto que podían cambiar por alguna otra cosa, tales como poder o estatus social. Las mujeres sólo servían para traer hijos al mundo y para mantener las casas en orden mientras ellos se involucraban con otras mujeres o hacían negocios en otras partes del mundo o la ciudad. Las mujeres siempre estaban recluidas en las frías casas mientras ellos disfrutaban de la libertad que ofrecía montar a caballo o conocer a más personas y ciudades.

RETROSPIRAL © (Terminada) ( #PGP2021 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora