Tu Estación, Mi Estación

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"Necesito hablar de algo contigo..."

Aquellas palabras revoloteaban en mi mente como pajarillos en plena primavera. Pero, ¡ojalá causara felicidad lo que rondaba por mi mente! Que va. Estaba al borde de la desesperación y un posible colapso en aquel frío y solitario lugar. Justamente frente a la persona que menos quería ver en ese momento.

Mis labios no articularon palabra alguna. Solo sabia que una extraña mueca se había formado en toda la extensión de mi rostro. Mis ojos lo observaban fijamente, tal vez se podía notar que ya había pasado rato en lo que yo contenía la respiración

"¿Querrá reclamarme la casi-confesión que tuve con Midorima aquella vez? ¿Va a decirme que me aleje? ¿Me amenazara?" Pensé en aquel momento todas estas locas ideas.

-B-bueno... - titubeó. Lucía confundido - El asunto es que pertenezco al club de basquetbol; el punto es que... - una pausa. Mis nervios incrementaban - Tal vez no pueda reunirme contigo todas las tardes para lo del proyecto. Salgo bastante tarde del entrenamiento, pero podría ayudarte en todo el tiempo libre que tenga, así que...

Mi mente dejo de prestar atención, mientras que el aire que tenía contenido salió en un suspiro de alivio. Una pequeña sonrisa apareció por fin en mi inexpresivo rostro. Negué con la cabeza, recobrando la compostura, y olvidando por un momento el asunto de Midorima

-Eso no es ningún problema - finalmente hablé. Provocando que desapareciera lo tenso de sus músculos - yo... Realmente no tengo ningún problema. - repetí casi lo mismo. Pues la verdad es que no sabía como reaccionar - Podemos llegar a un arreglo

Su rostro expresó alivio. ¿Que le sucede? Se supone que yo soy quien debe estar saltando de aquí y allá regando flores de felicidad.

-¿Enserio? ¡Muchas gracias! - expresó con alegría. "Que sonrisa tan cálida" pensé por un pequeño instante.

-No es nada - murmure intentando rodearlo para así poder irme a casa

-¿Es esta tu estación? - pregunto, deteniendome

-S-si... - rasque mi mejilla con evidente comodidad

-¡Que oportuno! También es la mía -  sonrio de nuevo de aquella manera tan infantil. Me molestaba. Me molestaba demasiado. Pero por alguna razón no podía dejar de verlo

-B-bueno... Ya me voy - dije por fin, apresurandome en salir del lugar lo más rápido que mis piernas me permitieron sin siquiera voltear hacia atrás. Sin escuchar siquiera su despedida.

~

El día siguiente tampoco fue muy bueno. Aunque realmente para mi ya ni siquiera habían días malos o buenos. Solo... Días.
La campana del receso sonó de manera insistente. Aquello, fue como una bendición del cielo, puesto que dejé caer mi cara sin mucho cuidado en la mesa

-¿Salimos a desayunar? - pregunto Hiroko. Realmente admiraba su actitud. En respuesta, negué raramente con la cabeza sin siquiera contestar. - Mooo~ pues ya que - dijo, y a pesar de que no la estaba viendo, podría jurar que había hecho un puchero con su labio inferior. Me encogí de hombros, la verdad me sentía bastante desanimada. Un leve toque en mi cabeza termino con mi poca, y realmente digo poca paciencia

-Oh dios, Hiroko, ¿no puedes dejarme sola un moment... - al levantar la mirada me quede petrificada - Mi-Midorima san... - susurre con un toque de sorpresa y terror mortal

-Lo lamento - pronunció con voz aterciopelada, mientras llevaba la mano causante de el toque en mi cabeza a su espalda

-¡Y-yo lo lamento! - dije, o más bien grité, casi saltando de mi asiento, llamando la atención de los que aún estaban allí. Hasta provoque que Kazunari volteara con el ceño fruncido mirando hacia nosotros - Quiero decir...

-No era mi intención molestarte. Solo... ¿Podrías hacerme un favor? - pregunto ajustando un poco sus lentes. Mis mejillas se encendieron con ese gesto y yo asentí - Dile a Hiroko que necesito hablarle después de clase. Es para hablarle del proyecto

-¡Oh! Por supuesto... N-no hay ningún problema - reí llevando uno de los largos mechones detrás de mi oreja - yo me encargo - mire a sus ojos y el los cerro un poco para hacer una pequeña reverencia. Lo observé retirarse, sentándose justo detrás de Kazunari. Sus ojos aún lucían inquietos mirando hacia el suelo. Pero pude ver desde mi lugar como un leve toque de Midorima a su rostro, logró cambiar su expresión.

Volví a sentarme, pero todo lo que pude hacer fue mirarlos. Quedarme quieta, eso era todo.

Me dolia. Mucho, pero no sabía que hacer para quitar aquel dolor que se había formado en mi interior. Mismo dolor que solo aumentaba conforme pasaba en tiempo.

¿Que debería hacer...?

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Nos leemos en el siguiente capítulo!

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