CAPÍTULO 4 | MAYA

958 94 28
                                    

—Escucha bien Maya, no puedes salir de aquí por nada del mundo, y tampoco abras la puerta —me repite Abraham otra vez

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Escucha bien Maya, no puedes salir de aquí por nada del mundo, y tampoco abras la puerta —me repite Abraham otra vez.

—Estaré bien, relájate.

—Sí, como sea, ya me voy —sisea algo nervioso y sale.

El sótano no se veía tan mal...

Empecé a ver cosas que había por allí y entonces escuché un par de voces, ¿Están en el patio?, inmediatamente me asomo y confirmo mis sospechas.

— ¿Por qué haces esto?, hemos repartido todo como está acordado —dice Ethen molesto, no sé si se amenazan con algún arma pero asumo que la situación es muy tensa.

—Porque queremos subir. Repartir treinta kilos más que ustedes no me sirve para alcanzar lo que quiero —es la voz de una mujer.

— ¿Qué propones?

—Matarte.

Oigo un disparo y prontamente la risa de Ethen, lo cual me tranquiliza porque no está muerto.

— ¿A caso iniciarás una guerra contra el tratado? —es la voz de Josh, y tiene un leve tono de burla.

—La guerra ya está iniciada —afirma la mujer. El silencio es lo que sigue.

Estoy ansiosa, y parece que la respiración se me irá en cualquier momento. Ahora se empiezan a oír golpes.

Me escondo bajo un escritorio que está aquí. Literalmente mi corazón ruge dentro de mi pecho, y entonces todo queda en silencio, otra vez.

(...)

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero continúo con los nervios de punta. Parece que afuera todo anda tranquilo, me planteo salir, pero Abraham dijo que no lo hiciera. Ahora mismo maldigo haber desviado mi ruta diaria. Si no hubiese intentado cortar camino para llegar rápido a mi cita con Daniel, no estaría aquí y no sería parte de toda esta mierda.

De pronto la puerta es golpeada con brusquedad, haciendo que salga de mis cavilaciones, me sobresalto, y vuelven a golpear. Presumo que es Abraham. Con miedo me acerco, y abro lentamente.

—Hola, cielo —hay un chico asiático mirándome sonriente. Intento cerrar la puerta, pero lógicamente él es más fuerte y la patea. Caigo al piso. Sin conformarse, coge mi cabello y me tira contra el escritorio. Me deja caer al piso, otra vez.

Estoy aturdida por el golpe y veo más de una silueta, mi cabeza duele y mis oídos zumban. Aún mareada trato de pararme, pero es en vano. El miedo cala hasta mis huesos y mis piernas flaquean.

Mis cinco sentidos se activan de inmediato, como un golpe de adrenalina y actúo casi por instinto. Recupero la fuerza y estoy de pie. Veo y escucho perfectamente. Siento un líquido caliente caer por mi mejilla, el chico sonríe. Paso levemente uno de mis dedos, y el color carmesí confirma que es sangre.

De su pantalón saca una pistola, y por lo que he oído tiempo atrás en algún noticiero, creo que es una semiautomática. No lo sé. Me apunta con sutileza, esboza una media sonrisa y retrocedo, cuando pienso que finalmente va a matarme, aparece Abraham y logra golpear su cabeza con un objeto férreo.

El arma cae a mis pies y la tomo entre mis manos. Retrocedo considerablemente y trato de esconderme, mientras veo como ambos se golpean con brutalidad. El otro muchacho logra sacar una navaja y corta un poco la mano de Abraham. Entonces le apunto a la cabeza. No obstante, tira a Abraham sobre el escritorio y cuando está a punto de clavar la navaja en su pecho, disparo.

Disparo una, dos, y hasta tres veces.

Suelto el gatillo y el arma cae.

Mi cuerpo tiembla ante aquél acto. Lo he matado. He matado a un hombre. Trato de mantener la compostura, pero un lazo quema en la parte posterior de mi garganta. Mis oídos pitan y mi cabeza duele, el tiempo se para en seco y me siento pesada, mis músculos se contraen de manera involuntaria.

Dirijo la mirada hacia a Abraham, hay una emoción que no puedo reconocer cruzando sus facciones. Mi vista vuelve a nublarse y un haz negro se hace presente en mi terreno de visión. Hay un centenar de borrones luminoso, entonces pierdo el equilibrio y me desvanezco. Pero alguien amortigua mi caída y estoy segura de que es Abraham.

Mi vista inestable se posa en sus ojos, y mis pulmones sufren espasmos, en general todo es espasmódico. Mi cabeza palpita de modo incontrolable. Cierro los ojos, pero estoy consciente. Nunca había estado más consciente. Y lo único que tengo en mente es que...

Soy una asesina.

**

¡Gracias por estar aquí!

Perdón si hay alguna falta de ortografía.

He actualizado más seguido de lo normal xd xd. Seguro que mañana subo otro capítulo jaja :v

—Evelyn. 🐺

Trust me (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora