CAPÍTULO 17| MAYA

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Las últimas tres horas me las he pasado limpiando mesas y arreglando un poco el bar antes de que acabe mi turno. Deseaba ir a casa y darme una ducha caliente. Deseaba ir con Max y contarle lo mal que la pase al ver a Abraham, sabía que se molestaría; pero necesitaba contárselo.

—Cariño, ya es tarde, ya puedes arreglar tus cosas—me dice Miriam, una compañera. Ambas estábamos barriendo, el local realmente estaba hecho mierda por la pelea que hubo hace un rato.

—Vale, no te tardes.

—Oh... esta noche iré con mi novio, me olvidé de avisarte. Pero podemos llevarte a casa, él traerá su coche.

—No, no importa. Llamaré a Max.

— ¿Segura?

—Sí, ya sabes cómo es, estará encantado de venir por mí —vacilo.

—Si viven juntos, deberías darle la oportunidad de ser algo más... creo que es un buen chico para ti.

—Vivimos juntos por muchas cosas, Miriam, pero no porque quiera ser su novia. Él y yo sólo somos, y seremos amigos.

—Ya, pero Max es un buen partido. Piénsalo, siempre está para ti. Desde que tu madre se fue con Rubén, no hay nadie más contigo que no sea él.

—No seré su novia por gratitud, eso sería como jugar con él.

—Si así es como quieres verlo...

—Sólo olvidemos este tema.

Le sonrío para luego ir a la barra del bar y coger mi chaqueta.

—Oye quítate eso tacones, te caerás por ahí.

—No traje otros zapatos...

—Ven, cambiemos —sisea, dejando la escoba y despojándose de su calzado.

—Espero que seamos de la misma talla y que no te huelan los pies —bromeo y reímos.

—Tonta —dice dándome los zapatos bajos que traía.

—Cuida mis bebés —siseo vacilante.

—Mujer, camino mejor que tú en tacones.

Le sonrío.

—Los zapatos son muy cómodos —empiezo a caminar de un lado a otro para probarlos.

—Sí, lo sé, por eso los traigo todo el tiempo. Después de terminar el turno lo único que hago es cambiarme, de verdad duele llevar tacones.

—Bueno, bueno, ya me voy.

—No olvides llamar a Max antes de salir y ponte la chaqueta.

—Vale —le doy un beso en la mejilla y salgo por la puerta de servicio.

Saco mi móvil de la chaqueta y marco el número de Max.

—Creí que nunca saldrías —la familiaridad de la voz a mis espaldas me paraliza. No digo nada, hasta que Abraham aparece en mi campo de visión.

Trust me (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora