Capitulo 3: Al filo

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Durante los siguientes días me la pasé muy bien, mi estancia en Revilo que al inicio parecía la mayor de las desdichas termino siendo una experiencia muy agradable. Marta y Roberto fueron como los abuelos que nunca tuve, así que al poco tiempo se ganaron mi estimación. Pasaron los cinco días y Sebastián anunció que ya estaba lista su casa y podían regresar.

-Me la pasé muy bien- Dijo cuando ya se iba. -No duden en visitarme cuando gusten.

-Lo haremos con gusto- Dijo Marta. -Y espero que la próxima vez que vengas no sea por que no te queda otra opción.

Sebastián tomó su maleta y se dirigió a la puerta.

-Eleonore- Me llamó Carlota -Si todo resulta como es de esperarse, el tren llegará mañana.

-Ese es el plan- Respondí.

-¿No crees que deberíamos cenar juntos una última vez antes de que te vayas? ¿Tú qué dices, Sebastián?

-Ya sabes que eres bienvenida en mi casa, Eleonore- Dijo.

-¡Esplendido!- Exclamó Marta. -Prepararé algo delicioso.

Los acompañé a la puerta. Carlota se adelantó con mis anfitriones y Sebastián se quedó atrás conmigo, no tenía idea de por que siempre la mujer intentaba dejarnos solos.

-Eleonore, si no tienes ganas de ir yo lo entiendo- Me dijo. -No te sientas presionada por Carlota.

-No me siento presionada- Respondí. -Pero entenderé si no me quieres ahí.

-¿Qué? Me encantaría que nos acompañes, pero como ya casi te vas pensé que quizá tendrías que organizar tus cosas, y conozco a Carlota, a veces puede ser muy comprometedora...

-Descuida, no me siento así.

-Bueno en todo caso, sería estupendo si puedes acompañarme... acompañarnos a cenar. Después de todo ya casi te vas.

-Eso si el tren llega- Dije.

-Entonces ahí te espero- Respondió. -Que tengas lindo día.

Salió del mesón y se despidió de Roberto y Marta, también los invitó a su casa y después se alejó. Al dar vuelta en la esquina desapareció de la calle.

Regresamos adentro y le fui a ayudar a Marta a preparar la comida. Yo picaba las verduras mientras ella terminaba todo lo demás. Encendió su viejo radio y comenzó un noticiero.

-En otras noticias- Dijo el locutor. -Pedimos su ayuda para localizar a una joven...

Escuché la noticia sin darle mucha importancia, después me di cuenta de lo que estaba diciendo el locutor y de lo familiar que me resultaba su voz.

-¡Marta!- Grité más fuerte de lo que esperaba.

-¿Qué?- Respondió sobresaltada. Le di un gran susto.

-Lo siento- Respondí tratando de suavizar mi voz. -¿Te molesta si cambio de estación?

-¿Por qué? Quiero escuchar las noticias- Dijo. -Mejor ¿me puedes ayudar con la salsa?

-Claro.

Coloqué los chiles y tomates en la licuadora, al encenderla el aparato hizo un ruido tan fuerte que no se pudo escuchar el resto de la noticia.

-Lo siento- Me disculpé.

-Descuida, es tan vieja...- Respondió. -Siempre le digo a Roberto que es un milagro que siga funcionando.

El milagro era realmente el hecho de que Marta no hubiera escuchado el resto del reporte. El locutor comenzó a hablar del clima y después fue a comerciales, por suerte no volvió a tocar el mismo tema de la chica desaparecida.

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