-¡Andando!- Me llamó Marta. -Ya vámonos, Eleonore.
Salí de mi habitación, Marta y Roberto me esperaban en la puerta, listos para salir. El sol estaba a punto de meterse y el cielo tenía un color morado.
Caminamos hasta la casa de Sebastián, no estaba muy lejos pero se encontraba en una orilla de Revilo. La casa estaba rodeada por un jardín enorme y lleno de flores. Era hermoso, pero no tenía vecinos, la casa más cercana estaba a varios metros. Roberto tocó la puerta y Carlota salió a abrirnos.
-Me alegro que estén aquí- Dijo al vernos.-Pasen por favor.
La seguimos por el camino empedrado que atravesaba al jardín. Subimos los escalones de la entrada e ingresamos en la casa.
-Sebastián- Carlota llamó. -Ya llegaron tus invitados.
Sebastián bajó la escalera, vestía de negro, igual que siempre. Su camisa era de manga larga y elegante, quitaba un poco de formalidad a su atuendo con sus converse negros.
-Sean bienvenidos- Dijo.
Pasamos a la sala y después al comedor. Me senté a lado de Sebastián. Carlota había preparado una elegante cena. Un candelabro antiguo colgaba sobre la mesa. Me puse a imaginar si se soltara a quien le caería encima.
-Me alegra que hayas venido- Me dijo Sebastián interrumpiendo mis pensamientos tan infantiles.
-Tenía que, Carlota ha sido tan amable, que tenía que venir antes de irme.
-¿Entonces solo viniste por ella?- Preguntó con cierta decepción.
Me sorprendió su reacción. A diferencia de cualquier otra vez, esa noche Sebastián me miraba a los ojos.
-Sebastián, he notado que no te agrado mucho, y de verdad prefería no venir...
-¿Qué te hace pensar que no me agradas?- Me interrumpió.
-El hecho de que cada vez que hacemos algo juntos es prácticamente porque Carlota te ha obligado.
Se quedó callado y bajo la mirada. Sabía que era verdad.
-Yo no poseo el talento de conversar con facilidad con una persona que no conozco- Respondió. De todas las cosas que me había dicho, era lo que mas me había tomado por sorpresa. Puse cara de confusión. -Vi que leías Orgullo y prejuicio la otra noche- Me dijo.
-Si, es de mis libros favoritos...
-¿Entonces mañana te vas?- Preguntó Carlota interrumpiéndonos. Justo ahora que por primera vez teníamos un momento juntos, tal como ella lo deseaba.
-Si, mañana- Respondí.
-¿Sebastián no te contó? Él llegó a Revilo hace apenas dos años. Igual que tú solía vivir en la capital- Me dijo.
-¿Y por qué vino?- Pregunté.
-El abuelo de Sebastián vivía aquí, pero se puso grave y pidió a su nieto que viniera a acompañarlo en sus últimos momentos.
Asumí que era algo delicado y preferí no preguntar más.
-Sebastián dice que te gustan mucho los libros- Me dijo. Yo asentí. -Deberías mostrarle la biblioteca de tu abuelo, Sebastián.
Él aceptó y lo seguí al segundo piso. Llegamos a una habitación enorme, filas de libros cubrían las paredes, había un sillón junto a la puerta que salía al balcón, también había un telescopio. Todo lucía muy elegante y antiguo. Era impresionante. Pasé la mirada y leía cientos de títulos, había de todos los géneros y épocas. Desde La Eneída de Virgilio, Frankenstein de Mary Shelley, Pedro Páramo de Juan Rulfo a Navidad en las montañas de Ignacio Manuel Altamirano. Habían muchos libros de literatura, pero también de ciencias. Algunos se veían muy antiguos, y otros estaban en ediciones de lujo.
-Increíble- Dije. -¿Ya has leído todos los libros?- Le pregunté a Sebastián.
-La mayoría- Respondió. -Era la biblioteca del abuelo, él los estuvo leyendo y acumulando a lo largo de su vida, yo apenas tengo veinticinco años. Tengo tiempo.
-Se nota que le encantaba leer.
-Así era- Respondió. -De hecho era escritor. Llegó a Revilo en busca de inspiración para uno de sus libros, pero se enamoró de este pueblo y no se quiso ir. Un día mandó traer todas sus cosas. No entiendo que fue lo que le encantó de este lugar.
Sebastián me mostró varios de los libros que había escrito su abuelo, uno de ellos incluso narraba su vida en Revilo.
Al fondo de la biblioteca había un piano, y mis ojos se quedaron en él. Me acerqué y Sebastián y yo nos sentamos en el banco.
-¿Sabes tocar?- Le pregunté.
-Cuando llegué aquí necesitaba un pasatiempos. ¿Tú tocas?
-Muy poco- Respondí.
-¡Por favor! Quisiera escucharte.
-Comencé a tocar live forever de The Rasmus. Era la primera canción que se me ocurría y de las pocas que sabía.
Ya había oscurecido afuera, seguí a Sebastián al balcón. La luna llena se alzaba sobre nosotros. No había ninguna nube por lo que se podían ver las estrellas.
-Que linda noche- Dije.
-Cierto. Luna llena- Respondió. Me invitó a entrar, observó por el telescopio y lo enfocó. -Mira, acércate.
-Impresionante- Dije al ver la luna con tanta claridad.
-Las lunas de octubre son las más hermosas.
Se veían los cráteres con mucha claridad, era impresionante. Después me mostró algunas estrellas.
-Así que tocas el piano, eres un gran lector y sabes mucho de astronomía eh- Dije. -¿Qué más sabes?
-También estudié medicina- Respondió. -Lo se, soy todo un nerd.
-Yo no diría eso...
-Déjame decirte que no siempre he sido así; yo solía ser muy popular en la universidad, las chicas estaban locas por mi, iba a fiestas todo el tiempo, tenía grandiosos amigos...
-¿Cuando cambió todo?
-En el momento en que fui arrastrado a este pueblo. No hay nada que hacer aquí, con quien hablar ni a donde ir. Es el lugar más aburrido. Entonces tienes que comenzar a hacer de todo tipo de cosas para no aburrirte.
Comenzó a sonar el enorme reloj de madera, eran casi las diez.
-Se hace tarde- Dije. -Creo que ya me tengo que ir.
-Cierto. Mañana a esta hora ya estarás lejos.
-Eso creo- Respondí. -Ha sido un gusto conocerte.
-Igual. Espero regreses pronto. Eres bienvenida.
-Lo intentaré.
Bajamos con los demás, Roberto y Marta ya estaban listos para irnos. Me despedí de Sebastián. Marta me dio un abrazo y me dijo que volviera pronto. Tomamos nuestro camino y regresamos al mesón.
ESTÁS LEYENDO
Al Despertar
Mystery / ThrillerTodos en algún momento hemos tenido ganas de dejar todo atrás e irnos lejos. Este es el caso de Eleonore, un día al tomar un tren llega a un pueblo alejado, y ahí por azares del destino conoce a Sebastián, un chico guapo y misterioso, que al igual...