CAPITULO 3

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Elizabeth no soportaba el desorden. Se pasaba la vida recogiendo las cosas que su hermano dejaba tirado por cualquier parte, y acomodando las cosas que él mismo colocaba en lugares erróneos. Cuando se había marchado dos días atrás, ella había procurado organizar toda la casa a su gusto, de la manera que creía realmente adecuada. Pero apenas había pasado una noche en la casa y ella ya no era capaz de encontrar el pan de sándwich.  

Había abierto todos los cajones y no lo encontraba, así que no hacía más que soltar improperios en voz baja, maldiciendo a su desordenado hermano. Ella no tenía tiempo para estar buscando la comida, deseaba terminar cuanto antes para salir corriendo de la casa y evitar otro encuentro incómodo como la noche anterior. 

"—Mira, he pedido tu favorita, carne y salsa barbacoa —Ethan le enseñaba la caja abierta con la deliciosa pizza, pero Beth no hacía más que desviar la mirada constantemente a Jensen, que estaba sentado en la mesa comiendo— Vamos, no dejes que se te enfríe.

Ella se había sentado en la mesa en silencio, estaba dispuesta a no decir nada y coger su pedazo de pizza cuando Ethan apartó la caja de su mano. Su mirada era clara, o le pedía perdón a Jensen por su reacción o no iba a dejarla comer tranquila. Así que resoplando habló.

—Lo siento, Jensen, estaba cabreada antes.

Él sonrió de medio lado, como si la situación lo divirtiese demasiado. Terminó de masticar y la miró de forma demasiado íntima como para que ella pudiera sostenerle la mirada— Tranquila. Todo bien.

—¿Ya puedo comer? —Ethan le sonrió y le acercó la pizza. Después, ninguno dijo una palabra más " 

Beth se pasó las manos por el pelo y suspiró, si seguía tardando corría el riesgo de cruzárselo. Mientras pensaba dónde podía haber metido su hermano la bolsa de pan, se encontró con su bote de pastillas en la encimera. Todavía no se la había tomado, y tampoco le había contado a su hermano sus intenciones de abandonar el tratamiento. 

Miró a su alrededor, procurando que no la pudiera ver nadie. Abrió el bote y sacó una pastilla para guardarla seguidamente en el bolsillo delantero de su pantalón. La adrenalina la sofocó un poco, hacer aquello con su hermano en casa de alguna forma la hacía sentir culpable. 

Colocó el bote en su lugar y se giró para buscar el pan en los últimos estantes que le faltaba por inspeccionar. De inmediato ahogó un grito y se aferró a la encimera para no caer del susto que le había provocado ver a Jensen observarla en silencio desde la puerta de la cocina. Su sonrisa ladina se convirtió en una pequeña risa al ver su reacción. 

—No sabía que era tan feo como para asustarte así. 

Bromeó, y todo lo que consiguió fue que ella lo mirase mal antes de retomar la compostura y acercarse al estante que tenía intención de revisar. 

—No deberías andar en toalla por casa —comentó ella, porque se le había hecho imposible no fijarse en que su única prenda era esa toalla blanca abrochada en su cintura. Tragó en seco y se repitió mil veces mentalmente que no lo mirase— Mi hermano te cortaría la cabeza sin dudarlo. 

Él se apoyó en la encimera donde antes había estado ella, se cruzó de brazos y la observó detenidamente como sacaba una bolsa de pan para sándwich— Me haría mucho más daño si supiera la mitad de las cosas que tu y yo hemos hecho. 

Beth abrió los ojos a tope y lo miró como si estuviera loco, susurró— ¿Te has vuelto loco o que? ¡No digas esas cosas! 

Él se echó a reír de nuevo, siguiendo sus movimientos hasta la encimera a su lado. Comenzaba a prepararse su sándwich cuando él siguió hablando— Pensé que ya te habías olvidado de mi, ayer apenas me miraste. 

Night Moves | Jensen AcklesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora