CAPÍTULO 14

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Era jodidamente refrescante volver a tener control sobre su mente. Aunque era cierto que aún podía sentir los efectos de esa dichosa medicina, recordaba todo con gran exactitud, se recordaba a sí misma.

Y le encantaba.

Le encantaba recordar. Le encantaba y le cabreaba. Todos los años siendo un zombie estúpido y sumiso, sonriendo como imbécil y dejándose llevar por todos. Lo recordaba, recordaba cómo había seguido una rutina durante mucho tiempo, y sinceramente se asombraba de que Christian y Melissa la hubieran soportado.

Apenas era un cascarón vacío en esos días. Pero claro, esa pareja solo tenía ojos para ellos mismos. Si lo pensaba bien, tampoco le sorprendía que la hubieran aceptado como un decorado más.

Elizabeth sonrió ampliamente e inhaló profundo el aire fresco de la tarde. El sol le calentaba la piel eliminando el incipiente frío. Quería reírse a carcajadas, quería saltar de alegría. Adoraba estar viva, adoraba ser ella de nuevo.

Y, por sobre todas las cosas, adoraba que Kelsier Cooper se hubiese acercado a ella. Se lamió los labios, saboreando las ideas que se le estaban pasando por la mente.

—Pequeño Kelsier...no sabes nada.

Hablaba consigo misma, y se echó a reír encantada. ¿A qué estaba jugando ese chico? No lo sabía, pero a Beth siempre le había gustado jugar y ahora tenía un jugador nuevo de su lado. Porque eso era Jensen, tan adorable, tan sexy, tan jodido mentalmente, pero un simple jugador en su tablero. 

Ni siquiera se dio cuenta de que ya estaba cerca hasta que vio su casa a unos metros. Tenía que borrar esa sonrisa de su cara o Ethan lo echaría todo a perder.

Se tomó un momento para respirar profundo y relajar sus facciones. Iba a ser todo un reto interpretar el papel de la indefensa y falsa Beth, pero haría su mejor intento. Cuando abrió la puerta se encontró a su hermano en el salón, acomodando unos platos llenos de snacks sobre la mesilla.

—Por fin llegas —Ethan le sonrió, a Beth no le costó esta vez descubrir sus verdaderos sentimientos. Estaba nervioso, tenía pequeñas gotas de sudor corriendo por su frente y no la miraba a los ojos—. ¿Has comido fuera? Puedo prepararte algo si tienes hambre.

—No tengo hambre —controló su tono de voz—. ¿Qué es todo esto?

Sí tenía hambre, pero no del tipo que Ethan estaba pensando.

—He pensado que podíamos hacer una maratón de esos documentales que te gustan —dijo, su voz temblaba un poco. Al darse cuenta de que ella no decía nada comenzó a hablar de nuevo—. Si no quieres podemos hacer otra cosa. Podemos salir a algún lugar.

—¿Pasa algo Ethan? —usó su tono de voz más inocente, aunque lo que quería era sonreír porque sabía perfectamente esa necesidad de su hermano por pasar todo el tiempo posible con ella—. La última vez que quisiste pasar tanto tiempo conmigo fue...bueno, no lo recuerdo realmente.

Frunció el ceño, fingiendo que intentaba recordarlo. Lo hacía a la perfección. Ethan se rascó la cabeza y sonrió—. Quiero disculparme por todo lo que ha pasado, por...pegarte.

—Ah, bueno, lo de los documentales suena bien —dijo ella encogiéndose de hombros.

Ethan estuvo a punto de decir algo, pero su teléfono comenzó a sonar y atendió la llamada. Su gesto cambió casi al segundo y Beth tuvo que morderse el labio para no reírse. Estaba segura de que era Jensen quien lo llamaba.

—No puedes estar hablando en serio —dijo Ethan, cerrando los ojos—. No tengo ninguna intención de.... —resopló—. Está bien, diez minutos.

Colgó la llamada y Beth aprovechó para hablar.

Night Moves | Jensen AcklesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora