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Hilary
Me sentía extraña, era como si estuviera flotando, no percibía ningún dolor, pero tampoco podía moverme. Mis brazos y piernas no reaccionaban por más que trataba, no lograba abrir los ojos, era como si todo mi cuerpo hubiera quedado sin fuerzas.
¿Acaso estoy muerta?, pensé mientras intentaba de nuevo lo mismo, pero sin resultados.
Lo que más me llamó la atención fue que ante la situación no sentía angustia o preocupación, simplemente me molestaba no poder tener el control de mi propio cuerpo.
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No sé desde hace cuánto tiempo he estado así, ni siquiera sé en qué momento se activó de nuevo mi mente, lo último que recuerdo fue haber visto a Athena ante su estatua junto a todos los caballeros dorados y a mis amigos.
—¿Y si todo fue un sueño? —cuestioné a la nada, pues eso es la que parecía, que había quedado suspendida en la nada.
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Sentí de pronto dos presencias familiares a mi alrededor, eran cálidas y agradables, una de ellas desapareció mientras que la otra permaneció cerca por un largo rato hasta que también se fue. Quería que regresaran, quería sentir su calidez de nuevo, por lo menos de la que permaneció por más tiempo.
Y pareciera que mi petición fue escuchada con retraso porque volví a sentir presencias a mi alrededor, una de ellas era inmensa, me abrumaba un poco más no quería que se alejase como las anteriores.
