Dedicado a joselynnekruspe y abcd2114
El cielo era una hermosa combinación de maravilla y belleza, me encantaba observarlo cada que estuviese despejado. De forma repentina, en mi mente se dibujó el rostro de Dionisio con su traviesa sonrisa.
—¿Será que te lo podré agradecer personalmente alguna vez? —cuestioné de forma audible permitiendo a la brisa llevarse mis palabras.
—Por supuesto —habló alguien a mi lado lo que casi me ocasiona un infarto y una caída. Logré no perder el equilibrio al tiempo de reprimir un grito que, si era emitido, atraería a todos los caballeros del lugar.
—¡Jamás vuelvas a hacer eso! —reproché molesta sin voltear a verlo—. Casi me matas.
—Sí eso sucedía, iba ir a hablar con mi tío.
—Sí, claro —contesté sarcástica.
—Es verdad —dijo antes de quedar sumidos en un agradable silencio.
Pasados unos minutos, volteamos a vernos fijamente al mismo tiempo.
—Hola, santo femenino de Orión. Disculpa por haberte asustado.
—Hola, Dios del Vino. Disculpas aceptadas —respondí volviendo mi vista a las estrellas.
—¿Te sientes mejor? —cuestionó con curiosidad y buscando mi mirada.
—Sí, aunque algo débil y dolorida, pero mejor —contesté antes de fijar mi vista en él nuevamente—. Gracias por la medicina, espero se lo digas a Perséfone cuando la veas.
—Vaya, Athena te lo contó —asentí levemente—. No fue nada, solo una muestra de cariño de una hermana a otra —inquirió sereno y volvimos a guardar silencio.
—¿Por qué te arriesgaste a venir aquí si conoces el castigo? —cuestioné con interés.
—Mi hermana había insistido demasiado y como tenía curiosidad, decidí hacerle ese favor.
—Entiendo —pausé un segundo—. Pero la próxima ya no te arriesgues de esa manera o tu padre creerá que se equivocó conmigo —respondí antes de acercarme un poco a él y recostarme en su hombro.
Éste gesto lo sobresaltó pues no lo había esperado, apoyo su cabeza con la mía pasado un instante y quedamos así un largo rato, apreciando como la luz de la luna iluminaba el Santuario completo, convirtiéndolo en una estructura sombría y misteriosa.
—Gracias —interrumpí de nuevo el silencio.
—¿Por?
—Por estar de nuevo aquí.
—Tú quisiste agradecérmelo personalmente —habló tomando mi barbilla de forma delicada y guiándome a verlo.
—Lo sé —contesté sintiendo calor en mis mejillas.
—Trataré de venir cuando tenga alguna oportunidad nuevamente.
—Pero pid... Espera un segundo, ¿cómo pudo ser posible que me escucharas? —cuestioné de pronto cayendo en cuenta de una cosa—. La única forma en la que podrías tener conocimiento de eso sería porque estabas espiándome.
—Un momento... —dijo apartándose de mí—. No te estaba espiando, tú lo dijiste y la brisa me trajo tus palabras.
—Sólo admítelo —entrecerré los ojos.
—Bien... no te estaba espiando más si he estado al pendiente de ti luego de haber visto tu estado la noche anterior —confesó sin voltear a verme.
—¿Cómo se entiende eso?
—He estado pendiente pidiéndole al viento que sea mi aliado, no quiero que te molestes conmigo por eso.
—No lo haré, aunque me perturba eso de que podrías estar viéndome mientras me esté bañando o lo que sea —expresé con horror en mi rostro y cubriéndome más con el cobertor que poseía.
—No soy un Dios pervertido —bufó con cierta molestia en su voz—. No te haría eso, así que elimina ese pensamiento de tu mente.
—De acuerdo, confiaré en tu palabra —contesté pasándole la mano.
—Espero sea así —dijo tomándola con suavidad.
—¿No debes irte aún?
—¿Me estás echando?
—Te quiero evitar el castigo.
—¿Qué?
—Viniste sin permiso nuevamente, ya van dos veces —expresé mirándolo fijamente.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó con asombro.
—Con esa pregunta me lo acabas de confirmar, yo sólo especulé y lo afirmaste —sonreí con picardía.
—Astuta —contestó con una sonrisa arrogante—. En un rato me iré —agregó antes de voltear la vista nuevamente al cielo.
Habremos estado ahí como media hora más, dejando que la brisa alborotara nuestros cabellos, sumidos en un silencio acogedor y sintiendo nuestras presencias de una manera más serena.
—¿Y tú hermano? —cuestionó de pronto.
—¿Cómo sabes...?
—Athena me dijo de él, cuándo apareció durante tu batalla.
—Ah..., pues él está en aquel lugar con los demás caballeros dorados —contesté girando y señalándole el templo de Aioros.
—¿Te dejó sola en tu condición? —preguntó sorprendido.
—No, yo le obligué a ir. Él ha tenido ya una vida con sus compañeros antes de cada uno de los acontecimientos ocurridos, y no puedo simplemente llegar yo y recluirlo sólo para mí —contesté observándolo—. No quiero que los demás me crean una persona molesta o algo parecido.
—No lo eres —se apresuró a decir.
—Gracias —sonreí ante eso.
—Bien... aunque no quiera ya debo irme —inquirió con cierta frustración en su voz.
Me incorporé y el imitó mi acción, más no se esperó que me acercara a él y lo abrazara. Dudo unos segundos antes de corresponderme y hacerlo con fuerza más no excesiva.
—Trataré de volver nuevamente —susurró en mi oído ocasionándome cosquillas.
—Pide permiso —advertí con seriedad.
—Lo haré —contestó antes de besar mi mano y desvanecerse con una sonrisa—. Cuídate, bella señorita.
No pude evitar una pequeña risa ante su último comentario y negar levemente. Volteé a ver hacia el templo de Sagitario por un momento antes de dirigirme nuevamente a la habitación de mi hermano, cambiarme y acomodarme para descansar.
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Saint Seiya: El Olimpo de los Dioses (EN EDICIÓN)
Fiksi Penggemar❝ 𝔖𝔦 𝔩𝔞 𝔥𝔲𝔪𝔞𝔫𝔦𝔡𝔞𝔡 𝔩𝔢𝔰 𝔭𝔞𝔯𝔢𝔠𝔢 𝔦𝔫𝔰𝔦𝔤𝔫𝔦𝔣𝔦𝔠𝔞𝔫𝔱𝔢, ¿ 𝔭𝔬𝔯 𝔮𝔲𝔢 𝔭𝔢𝔯𝔪𝔦𝔱𝔦𝔢𝔯𝔬𝔫 𝔰𝔲 𝔢𝔵𝔦𝔰𝔱𝔢𝔫𝔠𝔦𝔞 ? ❞ - Nyx Sfyraki: Santo Femenino de Orión. ✩ PREMIOS ✩ ✧ Tercer Lugar en el concurso #SaintSoulAwards...