#11

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Sus labios encajan perfectamente sobre los míos. Son aún más suaves de lo que imaginé. Sus dos manos sostienen mi rostro, no quiero que esto termine nunca.

Su lengua lame mi labio inferior, como si me pidiera permiso para entrar, sonrío.

- Nunca me han besado así- le digo entre besos.

- Es que los niños ricos no saben- nos reímos y aprovecha en morder mi labio, me estremezco- chica sensible... Eso me gusta.

Su lengua entra dentro de mi boca, y se une a la mía. Tantas sensaciones por un simple beso. Pero qué beso. En los dos años que tuve de relación con Louis, ninguno de sus besos se compara a este. No sé qué es, pero me fascina. Siento que me volveré loca. Mierda, nunca he sentido algo así por un beso.

Sus manos bajan a mi cintura y me agarra fuertemente, por otro lado, mis brazos rodean su cuello, permitiendo que mis manos puedan jugar con su cabello.

- Pensé que besarías como una princesita- sonríe entre besos- pero me equivoqué.

- ¿Eso es bueno o malo?

- Muy bueno, cariño.

Mete sus manos dentro de la polera y las sube y baja por lo largo de mi espalda, están tan frías que me estremezco. Sentimos abrirse la puerta y nos separamos. Dios. Que intenso.

- Te he dicho una y mil veces que si vas a acostarte con tus zorras vayas a un maldito hotel Harry.

Al menos ya sé de dónde aprendió Harry la palabra "zorra". Y probablemente también su mal carácter y el hábito de fumar.

- No grites que Gemma está durmiendo – le indica en una mezcla entre alterado y nervioso.

- En mi jodida casa yo hago lo que se me da la puta gana, saca esa zorra de mi vista.

- Ella no es ninguna zorra, mamá.

- No me digas que esta tipeja es tu noviecita de turno.

- ¿Puedes callarte? Despertarás a la niña.

- Quiero que se vaya.

- Hasta luego señora- digo yéndome sin más, pero que tal madre la que tiene Harry.

- Jenna, espera- dice este saliendo a mi costado- disculpa que haya pasado esto, no la excusare, simplemente es así.

- No hay problema, en serio.

- Te puedo dar mi teléfono para que llames a que te recojan.

- Gracias- Heath se oye preocupado, son casi las seis, le mentí diciendo que tenía que hacer un trabajo urgente y también le conté la pendejada que hizo Dani, calculando dice que vendrá en media hora, la casa de Harry y la mía están un poco lejos, y el tráfico no ayuda mucho.

- ¿Te molesta si me quedo hasta que te venga a recoger? Por acá es algo peligroso y no quiero que te hagan daño.

Sonrío como estúpida. El cambio que está teniendo hacia mí es sorprendente. Asiento y lo abrazo, me siento tan segura a su lado, nada malo puede pasarme mientras él esté conmigo.

- ¿Sabes? Tal vez sea algo tonto, pero cuando te veo se reproduce una canción en mi mente – dice mientras seguimos abrazados.

- ¿Ah sí? ¿Qué canción?

- Me da algo de vergüenza, hagamos de cuenta que no dije nada.

- Oh no, ya lo dijiste, vamos, me parece tierno.

- Te la mandaré a tu móvil en la noche.

- ¿Es una promesa? – pregunto mostrándole mi dedo meñique.

- Vamos Jenn, esto es ridículo – dice riendo.

- ¿Promesa? – repito con mi dedo alzado.

- Promesa – responde uniéndolo con el mío.

Veo el coche de Heath unas calles antes de la casa de Harry, aprovecho en besarlo. Es tan adictivo esto. Nuestros labios unidos es la mejor combinación del mundo, siento un extraño hormigueo en mi estómago cuando estamos juntos.

- ¿Y eso fue?

- Heath está cerca y no quería irme sin hacerlo antes.

- Ya llegó- dice sonriendo.

- ¿Nos vemos mañana? - le pregunto devolviéndole la sonrisa.

- Nos vemos mañana- repite.

- Hey, no vayas a olvidar nuestra promesa – digo haciéndolo reír.

Me subo al coche y vuelvo a explicarle todo a Heath, en el camino sigo pensando en Harry, jamás en mi vida me había sentido así. Llego a mi casa dispuesta a bañarme y ponerme su polera de nuevo, creo que me gusta. ¿En verdad acababa de ocurrir todo esto? ¿Harry y yo realmente nos besamos? ¿Dijo que me enviaría una canción que le hace recordarme?

Entro a mi habitación y me doy cuenta de que la ducha tendrá que esperar, Dani está aquí, cómodamente echada en mi cama, suspira de alivio al verme. 

Sindrome de EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora