Drabbles ChanHun.

004: Hogar

Palabras: 693.
Intento de fluff. Nada prometedor.

El estrés de la universidad, el cansancio del trabajo, los problemas con sus padres; todo eso hacía que SeHun se irritara más de lo normal. Y tanta era la molestia acumulada, que ni siquiera se midió cuando empujó fuera del autobús al tipo que se le había colado, haciendo que este cayese sentado en el suelo de la parada.

Por su notable muestra de mal humor, mientras avanzaba por el pasillo, la gente lo miraba como alguien despreciable, como si él no mereciera estar ahí.

A la mierda, se dijo a sí mismo y terminó tomando asiento en el último asiento, al lado de la ventana.

Nunca le importó demasiado el qué dirán ni mucho menos lo que tuviera que decir un desconocido sobre él. Sin embargo, no era justo que le juzgaran sin saber los motivos ni las situaciones que envolvían su actuar.

Aquel día le habían informado que debía repetir cálculo avanzado III, y luego, en su trabajo, descompuso por completo el portátil que debía arreglar, haciendo añicos el disco duro por culpa de un mal movimiento. Y ni hablar de su madre, que una vez más le estaba insistiendo con la idea de que había encontrado a la muchacha perfecta para él y que de seguro ella sí te devuelve al buen camino, hijo.

Bufó con cansancio esta vez mientras dejaba que su vista se perdiera en el paisaje nocturno detrás del cristal. En ese instante no había cosa que deseara más que el llegar a casa con el gigante idiota que tenía por novio y que este disipara con su cháchara interminable todo mal augurio que parecía haber caído sobre él.

No pasaron más de quince minutos cuando llegó a la parada que le correspondía, teniendo que insistir con el timbre cuando notó que el chófer no se había detenido.

—Tu puta madre te hará parar a la próxima, bastardo loco —fueron los improperios que abandonaron su boca una vez caminó al edificio en el que estaba su departamento.

En cosa de minutos, ya se encontraba cruzando el umbral de la puerta, dando con el recibidor en donde ya estaban las zapatillas del mayor. Así que, con la pereza calando todo su sistema, se deshizo de su calzado, y mientras estaba en eso, sintió los pesados pasos de ChanYeol que, al parecer, se le acercaba corriendo. Y no se equivocó.

El pelirrojo lo atrapó en un efusivo abrazo, desestabilizándolos por un segundo, pero pronto consiguieron el equilibrio. Este, al notar el desgano del menor en su respuesta, se separó algunos centímetros y entrecerró sus ojos, analizando las facciones contrarias.

SeHun notó cómo los labios del otro se fruncieron y supo entonces que le había pillado.

Mentiría si dijera que no amaba la forma que tenía ChanYeol para leerlo con tan sólo dedicar algunos segundos a observarlo.

—¿Café, mimos y una sesión de risas? —fue la propuesta hecha por el mayor.

—Por favor —dijo, acompañándolo con un suspiro.

Entonces, con una habilidad adquirida por la costumbre, ChanYeol se echó a SeHun al hombro y caminó con prisa hasta la sala de estar mientras el menor reía debido a las ocurrencias que el tipo decía mientras los acomodaba a ambos en el sofá de cuerpo completo.

Sentado a horcajadas en el regazo del más alto, con el rostro de este escondido en su cuello y las grandes manos tomando lugar sobre su cintura, SeHun se sentía querido, más ligero y como si todos sus problemas se hubieran esfumado.

Pronto, un beso en los labios interrumpió su línea de pensamientos y la voz de su novio se dejó oír.

—Por cierto, no te lo dije cuando llegaste, pero —el mayor se detuvo y fijó sus ojos en él, mirándole con cariño—. Bienvenido a casa, SeHunnie.

Su corazón se contrajo ante la calidez que aquellas palabras le transmitieron y negó con la cabeza, ahorrándose cualquier contestación a la par que se apegaba más al otro y le envolvía en un abrazo que pretendía ser igual de acogedor.

Realmente estaba agradecido de que el mayor llegase a su vida, porque estaba seguro de que con él, cualquier lugar calzaría con su descripción de hogar.