CAPITULO 6
Una sinfonía de piano, dulce, tranquila y melodiosa sonaba a lo lejos. Eran las 7.00 y aún tenía que ultimar las cosas que me quedaban antes de salir, antes de coger el tren de las 12.00 que me llevaría a Madrid. Me faltaban ganas después de estos magníficos días viendo continuamente a Sam. Los días hasta volver a vernos se me iban a hacer eternos. Me giré para darle un beso de buenos días, pero me quedé con las ganas. ¿Dónde podía estar a estas horas? Cogí mi teléfono y en él tenia un mensaje de Sam. “Amor mío, es Lunes y después de Navidad hay mucho trabajo. Me ido antes de que despertases porque ver como te ibas me partiría en dos, aunque ya lo ha hecho ver la maleta preparada, significa largos e interminables días sin ti, pero en mi cabeza estarás conmigo a todas horas y cada minuto del día. Llámame cuando llegues, estudia mucho y no vayas a muchas fiestas en la capital sin mi. Miles de besos y 2 palabras que lo dicen todo, TE AMO. “
Vaya, se había ido antes de que me hubiera podido despedir de él, así se hacia mas dura la ida. Estaba sola en casa así que me puse a recoger lo poco que me quedaba ya y a dejarles a mis padres una nota; odiaba eso de las notas dejando algún mensaje. Me vestí. Me puse unos vaqueros, una camisa a cuadros y un jersey rojo, con unos botines de ante de igual color, bajé a desayunar, aunque no tenia muchas ganas, me hice un zumo de naranja y unas tostadas con fuagrás. Cuando terminé eran las 11, tenia literalmente una hora para bajar al Vial y coger el tren. Llamé al estudio de mi primo para ver si podía acercarme a la estación, ya que era una total y completa estupidez bajar en coche para dejarlo allí casi 1 mes. En cuestión de minutos Marcos, mi primo, estaba ayudándome a meter la maleta en el coche, cerré la puerta lentamente esperando que algo o alguien me retuviera allí, pero solo era un simple deseo en mi cabeza. Llegamos a la estación y Marcos se quedó conmigo hasta verme bajar aquellas escaleras que me llevarían a largos días de estudio en Madrid. Entré en el tren, me senté y en cuanto se cerraron las puertas de éste puse la música a todo volumen. Cerré los ojos y me sumergí en mi misma, en mis pensamientos, mis recuerdo; sin darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor.
A mitad del trayecto abrí los ojos, molesta por la luz que traspasaba la ventanilla; por lo que busque en mi bolso unas gafas de sol que ponerme para evitar aquella molestia. No tenía conciencia de lo que había pasado o estaba pasando a mi alrededor así que empecé a mirar a todos lados, curiosa. Me quedé completamente asombrada con chico que se sentaba frente a mi; moreno de intensa y penetrante mirada oscura con un lunar bajo el ojo izquierdo que hacia aquella mirada más interesante, labios carnosos y con un color rosado, y una sonrisa que brillaba por su perfección. Lo miraba fijamente detrás de las gafas, esperando que no se diera cuenta.
- Te molesta la luz del sol, ¿verdad?- dijo el chico cerrando el libro mientras levantaba la cabeza esbozando una gran, dulce, tierna y cariñosa sonrisa.
- Sí- asentí con la cabeza mientras apartaba mi mirada rápidamente de él. El chico siguió leyendo el libro y yo volví mi mirada hacia él, su cara me resultaba familiar, era como si lo conociera de algo o quizá, simplemente me transmitía esa sensación. El tren avisaba de la próxima parada, Madrid - Puerta de Atocha, solté un leve suspiro.
-¿Estudias aquí?- preguntó mientras guardaba aquel libro de filosofía en su mochila.
- Sí, ¿tu también?-
- Bueno, se podría decir que aprendo todos los días aprendo algo sin necesidad de ir a clase- respondió con un aire de misterio.
El tren abrió sus puertas, y él se escondió bajo unas Rayban aviator con un cristal oscuro tintado y se abrigo con una larga bufanda y una chaqueta aparentemente de cuero marrón.
- Aún no me has dicho tu nombre- dijo mientras se levantaba
- soy Danielle- me presenté. - ¿y tú?-
- Me conocen como el chico del solamente tú- dijo mientras pasaba por detrás de mi asiento y salía por la puerta del tren con su mochila al hombro.
¿El chico del solamente tú? Le di vueltas a eso nombre mientras salía del tren y salía a la calle. –Será una simple coincidencia- me respondí a mi misma
Cogí la maleta y salí de Atocha, llamé al taxi y le indiqué la dirección del apartamento. Me coloqué de nuevo los cascos y seguí escuchando la música que había dejado pausada al bajar del tren, “Pero si tu no estás” de Nena Daconte, mientras, veía pasar a toda velocidad y difuminadas las calles y monumentos de la capital y pensaba en Sam, en qué estaría haciendo en ese momento; eso me recordó que se me había olvidado llamarle cuando había llegado, saqué el teléfono y lo llamé; dio dos toques de llamada y respondieron al teléfono.
- ¿dígame?- dijo la voz de una mujer. Me quede uno segundos parada ante el asombre de que una mujer contestara al teléfono de Sam.
- ¿Está Samuel?- pregunté
-No, ¿quién le llama? –
- Soy Danielle, dígale que me llame, gracias- colgué el teléfono rápidamente. Mi corazón se aceleraba a cada segundo que pasaba, cada vez más y más, mi respiración se entrecortaba a la vez que las pulsaciones de mi corazón subía, y miles de preguntas se amontonaban en mi cabeza; intenté dar respuestas inútiles e inservibles a mi razón, pero me tranquilice por mi bien. Me bajé del taxi y abrí la puerta de casa, solté las cosas en mi habitación, cogí el teléfono y llamé a Paloma, una de mis amigas y apoyos allí en Madrid, quedamos para comer en un restaurante de la famosa calle Serrano. Estuvimos toda la tarde poniéndonos al día, hablando, entrando a una tienda y a otra y paseando por las distintas calles de la capital Española. Se echó la noche y cada una volví para su apartamento, al llegar la luz y el sonido de la televisión provenientes del salón significaba que algunos de mis compañeros de piso ya estaban allí, aunque Carlos sabía que ya estaba allí porque vi la maleta en su habitación.
-Hola chicos, feliz año- les dije tirándome al sofá con ellos.
Sergio empezó a hacerme cosquillas y Violeta se unió al él, yo me retorcía y gritaba para que me dejaran, las risas y carcajadas no cesaron a lo largo de la noche, como era normal, nos contamos todo lo que habíamos echo en Navidad, les conté mi viaje a Paris y se quedaron impresionados, entonces recordé que tenía sus regalos en la maleta, quería dárselos cuando estuvieran todos juntos.
Era tarde, ya bien entrada la madrugada cuando llegué a mi habitación me senté en la cama y me tendí, me puse a pensar en todo lo que había pasado hoy y me quede un buen rato pensando en aquellas palabras “Me conocen como el chico del solamente tú” ¿qué quiso decir son eso?, la verdad no le di muchas importancia sólo intentaba recordar su cara con total claridad aunque me era casi imposible a pesar de no llevar mucho sin verlo. Me levanté y encendí el Mac, abrí el correo por si Sam se había dignado a mandarme algún email después de haberlo llamado, pero ni rastro de mi chico. Me puse el pijama y me metí en la cama, mañana sería otro día y quizás podría hablar con Sam si los exámenes me dejaban.
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BAJO TU SONRISA
Teen FictionSoy Danielle y mi vida va dar un cambio radical, tras comenzar la relación con un chico 11 años mayor que yo.