CAPITULO II

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CAPITULO 2

Los días transcurrieron mejor de lo que esperaba.Recuperamos el tiempo que habíamos perdido desde que me fui a Madrid, así que pasamos cada día juntos, incluso nos escapamos a Marbella a una casa que Sam tenía allí, el decía que era un fin de semana romántico, y la verdad que lo fue, y mucho. La noche me sorprendió, salimos a pasear a la playa y al volver y subir las escaleras encontré un camino de pétalos y pequeñas velas de color rojo que desprendían olor a fresa, seguí con paso firme el rastro se las velas y entre a la habitación, allí las velas se encontraban a un lado y a otro de la sala, sobre la cama un ramo de rosas blancas y una sola rosa roja. Sam me abrazaba por detrás mientras me besaba el cuello, -¿te gusta?-

-Sí, muchísimo. ¿significan algo ambos colores?-

-Las rosas blancas son para que en cada pétalo puedas escribir una nueva historia, y la roja el amor, porque detrás de toda esta historia hay un gran amor, nuestra historia-

Esa noche fue mágica, la pasión se apodero de nosotros y nos demostramos amor como mejor podíamos hacer en ese momento.

Y el día llego y con él la hora de marcharnos, nos tocaba pasar la noche separados ya que era Nochebuena y cada uno cenaría con su respectivas familias, pero a medianoche nos reencontraríamos para pasar otra noche más juntos.

Llegaron las doce y era la hora de preparase, había quedado con Sam dentro de hora y media en la puerta de casa, me recogería en el coche e iríamos juntos para la casa de Amanda, que justo ese 25 de Diciembre cumplía 18 años.

Tras tomar algunas copas empezó a abrir los regalos; pulseras, pendientes, ropa, etc. Y llego la hora de abrir el nuestro, -lo compramos cuando estuvimos en Marbella- le dije. Al abrirlo se quedo boquiabierta, era un precioso bolso en piel negro con el asa en cadena plateada como el de Chanel. Se acerco a nosotros y nos dio un fuerte abrazo, nos agradeció el regalo y la asistencia.

La noche continuaba, el alcohol ya empezaba a hacer su efecto, el tonteo y el roce era constante entre los asistentes, incluso algunos daban rienda suelta a su atracción en alguna esquina.

Salí al jardín para despejarme un poco, tenía la cabeza aturdida de tanta música. Sam salió tras de mí - ¿Estás bien?-

-Sí, solo que quería tomar un poco de aire- conteste.

-Tengo algo que decirte-

Me asuste, su rostro estaba serio, me tenia lo peor, metió la mano en la chaqueta y de ella saco un sobre; lo puso sobre mis piernas -ábrelo-.

Procedí a abrirlo, dentro se encontraban 2 billetes de avión, mis ojos se iluminaron y una amplia sonrisa lleno mi cara. -¿y esto?- le pregunte sujetando los billetes en la mano y mostrándoselos. -Feliz Navidad cariño- respondió dándome un beso en los labios.

-Salimos mañana rumbo a Paris-

Era increíble la cantidad de sorpresa que había tenido desde que llegue, y todas venían por su parte. Cada día estaba más enamorada, y los sentimientos se afianzaban, incluso llegaba a imaginarme un futuro junto a él.

La noche paso en milésimas de segundo tras conocer la sorpresa que Sam me había preparado. A las 7 de la mañana un 25 de diciembre nos encontrábamos en el aeropuerto de Sevilla para coger un avión a la ciudad que durante 4 días acogería y seria testigo del amor que crecía entre nosotros.

Eran las 8.20 y el avión ya había despegado, a mi me llenaba ese cosquilleo de nuevas sensaciones. El vuelvo se realizo tranquilo, sin turbulencias. Al llegar a Paris, nos dirigimos hacia un taxi y Sam le indico la calle donde nos debía llevar, la dirección de nuestra estancia durante esos días. A medida que íbamos avanzado nos fuimos adentrando a la ciudad, se podía ver a lo lejos la catedral de Notre Dame, la Torre Eiffel y todos los monumentos que poco después tendría la oportunidad de visitar.

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