II

2.3K 371 125
                                    

Dando pasos con precaución se alejó de mí. Estaba colorada, confundida y me sentía como la persona mas insensible de todo el maldito planeta. No noté que me había quedado mirando la puerta por donde el chico salió hasta que volteé ligeramente la cabeza y vi a una de las encargadas mirándome tratando de ocultar una sonrisa. Estúpida.

Sobra decir que mi lectura llegó hasta allí porque ya no me pude concentrar más, así que puse en libro sobre mi regazo y me recosté en el espaldar del sillón. Su voz me había parecido tan molesta por el comentario que había hecho y fui tan grosera y... ¡Dios! le dije que era un grosero por no mirarme.

Incliné la cabeza un poco y reparé en el libro que el chico había dejado allí, miré a ambos lados como si la acción de tomar el libro fuera un crimen, y lo levanté: La historia del loco de John Katzenbach, lo abrí y obviamente estaba en braille; acaricié sus páginas como si pudiera entender algo con eso.

Después de pensar mirando al infinito, dejé el ejemplar de él en el sillón y fui a dejar el mío en el estante; antes de salir, me despedí fugazmente de los encargados y me adentré al frío de la noche. Se había hecho mas tarde de lo que pensé; miré mi reloj y pasaban las ocho; prendí mi celular: seis llamadas perdidas de mi mamá. Genial. Devolví la llamada y al responder del otro lado, mamá estaba histérica.

—¿Donde estás metida? —gritó.

—Mamá, cálmate, estoy en la biblioteca. Ya voy hacia allá. 

Tomé el autobús y al llegar, recibí el sermón de "Espero no vuelvas a llegar tan tarde"  de mamá. Subí a mi habitación y Gruni entró conmigo antes de cerrar la puerta. Me recosté tratando de no pensar en lo que sucedió, después de todo: no era probable que me lo volviera a encontrar, de hecho estaba casi segura de que nunca lo había visto en la biblioteca; aunque lo cierto es que nunca me había fijado en quienes la frecuentaban a parte de mí.

Sin embargo, las pocas posibilidades de encontrarlo fueron suficientes para querer evitar deliberadamente ir a la biblioteca por unos días. Al menos por un tiempo.

Le conté a Michelle el papelón que hice y ella se limitó a burlarse de mí y a contarle a Mark quien también se unió a su regocijo.

Estuve dos días sin ir, pero ese jueves ya sentí la necesidad de volver, decidí llevar varios libros a casa para no tener que volver en varios días.

No estaba huyendo, solo estaba previniendo alguna vergüenza más.

Llegué y estaba inexplicablemente paranoica, no quería encontrarlo. Miré de soslayo toda estancia de la biblioteca y al no verlo a simple vista, entré con confianza y tomé de nuevo el ejemplar de Madame Bovary, solo me faltaban tres capítulos y planeaba terminarlo para poder escoger unos cuatro o cinco para llevar. Me senté en mi sillón y al abrir el libro se me olvidó momentáneamente todo, pero de nuevo esa voz me asustó.

  —Hola, Ashley —dijo con dulzura—. ¿Estás de mejor humor hoy? No viniste los últimos días.

Quedé estática sin levantar la mirada, me  sonrojé y no supe qué decir. Entonces recordé que yo nunca le había dicho mi nombre; eso era extraño.

—¿Cómo...?

—¿Qué como supe que eras tú sin poder verte? —interrumpió con una sonrisa. Era arrogante.

—No iba a decir eso —objeté—, iba a decir que cómo sabes mi nombre si nunca te lo dije.

—Ah, eso —se puso un poco nervioso y borró la sonrisa—. Bueno, se lo pregunté a Brad, el encargado y él me lo dijo.

A través de tu alma© •|TERMINADA|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora