VII

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Su mamá dejó la habitación y me quedé ahí de pie mirando la nada; no es que fuera raro quedarme con él, pero era... incomodo.

—¿Te quedarás al otro lado de la habitación toda la noche? —dijo aún acostado—. Por mí no hay problema, pero la cama es más cómoda.

Me reí en un intento de disimular la vergüenza que me provocaba su tono.
Me gustaba, y mucho.

Me senté de nuevo en la cama y él hizo lo mismo, sus hermosos ojos grises me encantaban sin necesidad de que me enfocaran. Luego de una larga pausa, habló de nuevo.

—Ashley, ¿Quieres bailar?

Un «pfff» salió de mis labios y solté una carcajada estrepitosa.

—Definitivamente, no.

—¿Es porque soy ciego? —preguntó con burla, él sabía que me molestaba que usara esa premisa para todo.

—No, tonto —le di un codazo—. Aunque en parte sí, como no me ves no sabes la poca coordinación que me acompaña. Escasamente puedo caminar en línea recta, no puedo bailar.

—Todos pueden bailar —objetó—. Solo debes tener el compañero correcto.

—No entiendes, en serio no puedo bailar —me excusé—. Ni con uno de los integrantes de Grease aprendería a moverme.

—¿Y uno lento?

—Tus pies peligrarían —advierto.

—Me arriesgaré.

Tanteó con la mano un pequeño control que descansaba en la mesita de noche, lo levantó y oprimió un botón, la suave música de Jazz empezó a llenar la habitación y él se levantó, extendió la mano y sonrió.
La tomé y me levanté.

—No puedo creer que me hagas hacer esto —me quejé.

—No seas cobarde.

Se acercó y con su otra mano agarró mi cintura; me tensé por ese mínimo contacto y enderecé la espalda. Tragué en seco y volteé la cara para no mirarlo a la suya y evitar la distracción.

—Relájate —sugirió. Respiré hondo y cerré los ojos, él se acercó más y quedamos muy juntos, el aroma de su colonia se coló por mis fosas nasales—. Ahora, da un paso adelante.

Obedecí y moví el pie derecho hacia adelante a la vez que él movía el izquierdo para atrás.

—Ahora, hacia un lado, como si hicieras un cuadrado en el piso —instintivamente bajé la mirada a mis pies, me separé un poco para poder verlos—. Tu frente arriba, Ash. Sólo escucha la música y síguela.

Levanté de nuevo la vista y quedamos juntos de nuevo. Bien, eso de «dejarse llevar» lo había leído muchas veces y a las protagonistas al parecer les funcionaba.

Pues... No fue así...

—Lo siento —me disculpé luego del cuarto pisotón, él sonreía por cortesía—. Te dije que esto no era lo mío.

—Bien, tendré en cuenta escucharte más seguido —repuso.

Con un suspiro de resignación, solté su hombro y cuando iba a hacer lo mismo con su mano, él la apretó con la suya. Quedé estática y él buscó mi otra mano, la tomó.

—¿Como se siente estar enamorado, Ash?

Su pregunta me aceleró el corazón y me dejó con la garganta seca, ¿había escuchado bien? ¿por qué me preguntaba eso? ¿A mi?

—Emmm... Yo no estoy segura —balbuceé—. Según los libros... —mi mente estaba en blanco y era difícil ser coherente en una frase, aclaré mi voz e intenté sonar lo más casual posible— Es lo más hermoso, quieres estar siempre con esa persona... Y sientes paz y alegría en su compañía... Estás dispuesto a hacer lo que sea por ella... Emmm... Sueñas con amanecer a su lado y al separarse la extrañas demasiado... Los detalles salen del alma y siempre son impregnados con una pizca de ese amor... Y...

—Es suficiente —me interrumpió—. Si eso que dices es así, es suficiente para saberlo... Me estoy enamorando de ti, Ash.

Aguanté la respiración por unos segundos posteriores a sus palabras; de no ser por su expresión seria, sin ápice de burla, hubiera creído que era una broma.

—Yo... ¿Por qué? —fue lo único que se me ocurrió.

—No me canso de tu compañía —respondió con su semblante serio—. Estar contigo me trae paz. Me inspiras cariño y sueño contigo... Bueno, con la imagen que tengo de tí... No te pido que correspondas nada...

—¡No! —exclamé un poco más alto de lo que hubiera querido— Es decir, yo...

—¿Sería muy inapropiado besarte ahora?

—Emm... Supongo, que ¿no? —sonó inseguro pero en realidad era la sorpresa.

Una de sus manos soltó la mía y la subió a mi mejilla, mis ojos observaban cada mínimo movimiento que hacía, dio un paso hacia adelante y se apegó a mi, su otra mano me rodeó la cintura, aferrándome a él. Mi respiración se entrecortó y me obligué a mi misma a calmar un poco los desbocados latidos de mi corazón con miedo de que los escuchara. Se acercó lentamente, su rostro cortaba cada vez más la distancia y pude sentir su aliento en mi mejilla, él cerró los ojos y besó la misma, suavemente, dulcemente. Cerré los ojos.

Mis manos reposaban en su pecho y por miedo a que notara mi temblor, las dejé allí sin moverlas. Dio dos besos más, uno en el mentón y otro en la comisura de mi boca, finalmente puso sus labios sobre los míos.
Al principio fue solo eso, un contacto, un segundo. Se separó un milímetro y lo sentí sonreír, no quería abrir los ojos por temor a que la burbuja de irrealidad en la que entramos, se rompiera.

Me besó de nuevo, luego otra vez hasta que dejó de ser un contacto de un segundo y el momento se prolongó. Tuve la osadía de llevar mis manos a su cuello, donde enterré mis dedos en su cabello. Eso se sentía de maravilla, las maripositas arremetieron en mi estómago haciendo todo más mágico.

Separamos nuestros labios sin soltar nuestro agarre, en esa cercanía, podía escuchar su trabajosa respiración, sonrió y yo hice lo mismo. Era definitivo: me estaba enamorando.

—Solo para que lo sepas —susurré—. Sí es correspondido.

Esa noche supe por primera vez lo que era hacer el amor con alguien.

A través de tu alma© •|TERMINADA|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora