-Pf, que día tan pesadamente aburrido.
Dijo Alice al entrar al pequeño Phamton's Coffe con su amiga sólo a un paso detrás de ella.
Recién había llegado a la agitada ciudad de Londres y ya su amiga Luka la había jalado a la calle. Una ventaja de ser un demonio era el aguante que tenía para este tipo de cosas ya que un humano no resistiría todo un día sin dormir más unas 8h en un avión y un fallido intento de desempacar en un apartamento para terminar en un café sin haber comido, ¡Wow, récord personal!
Luka entró detrás de mí al café, sonriendo de oreja a oreja porque al fin estaba aquí. De altura algo baja, de ojos azul profundo, tez blanca y cabello de rizos anchos negro azabache con puntas rosa pálido, de rasgos finos. Muy bonita para ser humana y perfecta como demonio, si sólo fuera un poco más atrevida, aunque así la quería.
Al entrar al café caminamos hasta una pequeña mesa al lado de una ventana y uno de los mozos vino a atendernos. Tal vez pensó que no lo note, pero pude observar el pequeño destello de su mirada al mirar a Luka que era completamente diferente a mí. A diferencia de ella, mi piel era pálida pero con un ligero toque de vida, ojos verde avellana y un cabello un poco despeinado marrón claro y liso hasta las caderas con puntas verde agua oscuro. Ella y yo no éramos iguales, ella es humana, yo un demonio, ella es calmada y yo atrevida. Aún no entendía del todo como somos tan buenas amigas.
-¿Alice? ¿Me oyes?
-¿Eh? Lo siento, me distraje.
-Lo note -Dijo Luka con una sonrisa.
Para cuando me di cuenta de que Luka me hablaba, el chico ya se había ido y estábamos solas en la mesa, joder.
-Te había preguntado qué te parece la ciudad.
-Ah, eso. No he visto mucho pero hasta ahora es bastante bonita -dije sonriéndole lo mejor que pude a Luka.
-Luego te enseñaré el resto pero por hoy deberías descansar y acomodarte en el nuevo apartamento.
Uf, su amiga si tenía racionalidad y sentido común después de todo.
-Estoy de acuerdo.
Mientras seguíamos hablando de unos cuantos arreglos más en cuanto a las salidas y al cambio de horario, resonó en todo el café una hermosa pieza de piano. Era delicada, envolvente y un poco melancólica, las notas parecían flotar en el aire. Un poco sorprendida por el sonido salido de la nada, al voltear vi algo que no esperaba ver.
Un chico sentado en un piano muy concentrado tocando. Aunque él era... especial. No me importó que tocará muy bien aún con los ojos cerrados, tampoco que fuera guapo o incluso, que tuviera un piercing en el borde de su ceja izquierda, me importaba su esencia. Era un híbrido y por lo visto, no cualquiera. Mitad ángel, mitad demonio.
Alto, con la piel pálida pero viva, de unos ojos de un color entre verde y gris profundos, el cabello negro medianoche caía por su cara desordenado con unas cuantas puntas sueltas sobre sus cejas en la cual, al final de la izquierda se encontraba un hermoso piercing de triángulos a cada lado, sus labios eran ligeramente sonrosados y carnosos y un poco más debajo de ellos se encontraba un lunar. Vestía de Jean, una camisa negra y un pequeño sombrero de hombre negro con una franja roja, de su cuello estaba pegada una gargantilla hecha de cuero con una cruz de plata. Su repentina aparición hizo que centrara mi vista en él.
Ya tengo a mi próxima presa, me dijo mi subconsciente.
-¿Alice? ¿Estás bien? Tienes una sonrisa un poco extraña...
Mierda, por pensar en eso mi lado demoniaco se asomó con una extraña sonrisa macabra que mostraba los colmillos.
-Eh, sí estoy bien. Sólo recordé que quería conseguir un trabajo de medio tiempo y este café me parece perfecto. ¿Qué dices si tú te vas a casa y yo me quedo a ver que dicen?
-¿Segura, no quieres que te acompañe?
-No, estaré bien. -Le dediqué a mi amiga la mejor sonrisa que pude y la menos cargada de libido, de paso y la vi marcharse con la promesa de que la vería mañana. Centre mi atención en el pianista que al instante me dirigió una mirada que claramente decía "Espera ahí." Seguido de un movimiento de labios y una sonrisa maliciosa. Parecía que él también estaba interesado en jugar.
Poco a poco las notas iban cesando y el chico iba abriendo los ojos, al terminar se levantó del hermoso piano acabado en caoba, se quitó el sombrero y pegándolo a su pecho inclinó la cabeza a forma de decir "Gracias por su atención" muchas chicas le tiraban un par de rosas, las otras gritaban su nombre y unas cuantas le siguieron hasta la punta de la escalera para bajar del escenario. Hmm... Es famoso. Observe como se quitaba el sombrero y lo lanzaba lejos, las chicas iban tras eso y la verdad me pareció muy divertido lo que hacían las humanas por un chico que quizá no les hiciera caso. Finalmente, se detuvo y me tendió la mano.
-León Vretto. Músico del café e híbrido aburrido en busca de un juego.
-Alice Loveless. Futura empleada de aquí, demonio y ganadora de cada juego que me proponen.
Estrechamos manos.
-¿Qué dices si pateo tú trasero demoniaco con un juego? -Propuso él mientras se sentaba al otro extremo de la mesa.
Sonreí.
-Suerte, no suelo perder y tampoco darme por vencida fácilmente.
-Genial -Dijo él esbozando una sonrisa maliciosa- No me gustan las cosas fáciles y soy muy competitivo.
-¿Qué juego quieres jugar?
-Según tú eres infalible seduciendo ¿No? Pues a mí nunca me han seducido ni tentado, nadie. Ni demonios, ni diosas, nada. Este es el juego: Tú trabajo es intentar seducirme y si caigo, ganas, sí no gano yo.
-Hecho.
-Pero, soy muy buen actor nena. Nunca sabrás si es verdad que he caído o sí sólo estoy actuando.
No pude evitar sonreír maliciosamente y apoyar los codos en la mesa con admiración y un poco de orgullo, por fin hable.
-¿Qué comience el juego? -Extendí mi mano hacía él y saque mi cola de demonio deslizándola bajo la mesa hasta él.
-El juego ya comenzó hace mucho, nena. -Estrecho mi mano, la cola de demonio y una pluma blanca cayó sobre nosotros.
-Suerte, y que el mejor gane. -Dijimos al unísono mientras mirábamos la pluma.