5. Tentación

1K 40 16
                                    

— ¿Y tú no tienes nada que decirme? —Me crucé de brazos. Él se quedó mirándome con una expresión divertida en el rostro y, en cuanto le observé, todo mi teatro se fue al traste. Empecé a reírme a carcajadas, aunque la conversación, en mi caso, era bastante seria—. En realidad fui yo quien dijo que teníamos que hablar, así que es lógico que no tengas nada que decirme. —Carraspeé—. Antes de que confundas la situación, me gustaría aclarar varias cosas. La primera es que, a pesar de llamarnos amantes, no me tendrás cada vez que quieras. ¡Faltaría más! Estoy muy orgullosa de ser virgen y no dejaré que me quites esto cuando a ti te dé la gana. No te pertenezco. —«Al menos, no aún».

Durante todo mi discurso permaneció callado y con la mirada puesta en mis ojos marrones. Me mordí el labio con suavidad y bajó su vista hacia mis labios en cuanto realicé aquel gesto. Podría asegurar que en ese instante mis mejillas se tiñeron de un color rosáceo que no pasaba desapercibido. Moví la cabeza para desviar la mirada bruscamente hacia el suelo. Él supo reaccionar a tiempo acariciando mi barbilla e invitándome, con un movimiento lento, a que volviera a mirarle.

—Sé que no me perteneces y tampoco pretendía forzarte a nada. Somos amigos ante todo y no quisiera que eso cambiara por el momento. Lo mejor que podemos hacer es empezar a conocernos mejor, ¿no crees? Hablar durante tres años a través de internet no garantiza que sepamos lo suficiente sobre el otro.

No podía estar más de acuerdo.

—Solo cuando nos conozcamos más y sintamos que la atracción nos consume podrá ocurrir algo. Mientras tanto, no —Aunque no estaba muy segura de que, llegado el momento, yo me dejara. Todo dependía de la situación en la que nos encontráramos cuando él intentara llevarme a la cama. ¡Y qué mal sonaba aquella frase en mi mente!—. No soy un juguete sexual.

Su mano pasó de mi barbilla a mi mejilla en un instante. Empezó a acariciarla con suavidad con la yema de sus dedos. Sus ojos no dejaban de observar los míos con atención. Brillaban.

—En ningún momento desde que nos conocemos he pensado en ti como un simple juguete sexual. Solo tendremos algo de tal calibre cuando tú quieras.

Se apresuró a rozar mis labios con los suyos en un casto beso. Al separarnos, nos miramos con cierta desesperación. Aquel beso nos había sabido a poco a los dos y necesitábamos saciarnos. Por eso, sin pensarlo dos veces, le atraje hacia mí sujetándolo por la nuca. Rocé sus labios con los míos y después adentré mi lengua en su boca. Víctor enredó sus dedos en mi pelo y yo pegué mi cuerpo al suyo. A pesar de aquel acto de desesperación pensé que tenía todo bajo control. Todo, salvo mis sentimientos. «Solo necesitaba ponerme a prueba» pensé, pero en realidad estaba muy equivocada. Al llevar varios minutos disfrutando de aquel beso, sentí cierta humedad en mis zonas bajas. Un pequeño cosquilleo subió de mi estómago a mi pecho, y fue en ese momento en el que tuve que separarme de él. De no hacerlo, hubiera dejado que me tomara allí mismo, en cuerpo y alma.

—Besas bastante bien.

Me sentí aliviada al recordar que, en ningún momento, Víctor intentó forzar la situación. Hubiera sido bastante incómodo tener que separarme bruscamente por no querer tener ese contacto. A pesar de lo que había sentido con aquel último beso.

Ni con Renato me había sentido así.

— ¿Y cómo es eso de que tienes a alguien que me reemplace?

«¡Lo que faltaba!» Pensé que se habría olvidado del tema en aquellos días, pero solo estaba esperando a verme en persona para tratarlo con mayor tacto. ¿Cómo le explicaba que solo había hablado presa de un sentimiento que en ese momento ya no sabía describir?

—A lo que me refería con eso es a que... —Empecé a decir lentamente, pensando bien las palabras antes de que salieran a través de mis labios— durante tu ausencia conocí a mi mejor amigo. Así que si no hablaba contigo, hablaba o quedaba con él. Solo eso.

Ritual (Tentaciones, 1) [+18] | A la venta en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora