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Finalmente amaneció y con la valentía hasta lo más alto, estaba lista para llevar a cabo mi plan. Le había pedido a un viejo amigo que me consiguiera algunas cosas, otras las conseguí yo de mi propia casa, salí en busca de él cuando ya no había nadie en mi casa, estaba llena de coraje hacia ellos que no sentía el dolor en mi ojo; me marché temprano a la escuela para terminar de conseguir algunas cosas, eran las 18:00, faltaba al menos 1 hora para verme con el primer profesor. Durante ese tiempo fui al laboratorio de la escuela, sin que nadie se diera cuenta logré entrar y pude conseguir la tan dichosa sustancia: Cloroformo.
En el tiempo restante me dediqué a ver que todo estuviera bien, nada tenía que fallar, los materiales estaban listos y ya era hora de ir a ver al profesor, estaba preparada. Fui al salón.
-Hola, ¿puedo entrar?
-Hola, pasa, te estaba esperando, llegaste un poco tarde
-Sólo fueron 3 minutos, no es para tanto – Contesté y entré, él cerró la puerta y me quedé de pie en medio del salón
-Bueno, no importa, lo bueno es que estás aquí, conmigo – Respondió y me abrazó por la espalda – Ya tenía ganas de verte, de estar contigo otra vez
Él usaba lentes y cuando se encontraba besándome el cuello aproveché y se los quité.
-Dame mis lentes ahora – Exclamó y me soltó
-Están en el suelo, búsquelos usted solo – Respondí
Se agachó para buscarlos y yo saqué algunas cosas de la mochila, cuando vi que estaba a punto de ponérselos, me coloqué atrás de él y le puse un paño lleno de cloroformo en la nariz y boca, por más que él trataba de quitar mi mano de su rostro yo presionaba más el paño, a los pocos minutos cayó inconsciente. Preparé el resto de cosas en el almacén.
Cuando despertó se encontraba en medio del almacén, sentando en un banco, amarrado de pies y manos, desnudo, con cinta en la boca y con una soga al cuello.
-Hasta que despierta, creí que ya no íbamos a jugar
Él se movía y me miraba furioso, se escuchaba uno que otro quejido en un inútil intento por querer hablar. Activé la polea -la cual siempre se encontró en el almacén- que daba a la cuerda de su cuello y lo hizo levantarse, lo deje un poco alto, haciendo que tuviera que pararse en puntillas.
-No se ponga así, mejor vamos a jugar, ¿a eso venía yo, no es cierto? – Dije con una sonrisa malvada – Le quitaré la cinta de la boca porque quiero oírlo hasta sus últimos segundos de vida – Le dije y le quité la cinta
-¡Eres una maldita! – Gritó
-No tanto como usted lo fue conmigo hace algunas semanas, y hoy finalmente tomaré venganza a nombre de todas las niñas a las que les desgració la vida
-No lo hagas, déjame ir ahora - Vociferó
-Yo le pedí lo mismo cuando me lastimó, que no hiciera nada, que no quería, que me dejara ir, pero no me hizo caso, ahora yo haré lo mismo
-¿Qué vas a hacerme?
-No sea desesperado profesor, cuando vea lo que voy a hacer va a rogarme que no lo haga, que no me acerque a usted – Respondí y di media vuelta, me coloqué unos guantes de jardinería
-¿Qué vas a hacer? ¿Matarme? Eso no te regresara tu inocencia, ni te quitara las cicatrices que te provocaste en tu intento de suicidio, mucho menos recuperaras tu virginidad – Expresó en tono de burla
-Tal vez todo eso es cierto, veamos si con esto se sigue riendo – Giré a verlo y su cara cambió totalmente, veía horrorizado las tijeras de jardín que tenía en mis manos
-Deja eso donde estaba - Exclamó
-¿Por qué? ¿Si aún no lo he utilizado? – Contesté y me acerqué a él
-No lo hagas, en verdad no lo hagas – Gritaba
-De acuerdo, bajaré las tijeras un momento porque se me hace un poco injusto que no sufra antes, ¿qué tal si jugamos con otra cosa? ¿qué tal una vela?
-Ni se te ocurra hacer eso
-¿Por qué no? A mí me gusta la idea – Respondí, me quité los guantes y saqué una de las velas que traía en la mochila, la encendí y la acerqué a su pequeño amigo
-Aleja eso. No te acerques – Exclamaba
-Yo vine a jugar con usted y eso es lo que voy a hacer – Contesté y con la mano izquierda sujeté su órgano viril, enseguida puse la vela debajo de él y comenzó a gritar, era tan satisfactorio escuchar sus gritos de dolor; cuando la vela ya se había consumido un poco le dejaba caer la cera y era dichoso ver su rostro de tormento. Hice eso por al menos 3 minutos.
-Detente, ya no continúes quemando
-Estoy de acuerdo con usted, pasemos a las agujas – Dije sonriente y apagué la vela presionándola contra su miembro
-¿Qué? No hagas otra de tus locuras
-Lo siento, no lo escucho – Saqué del bolsillo una caja llena de alfileres y volví a sujetar su órgano, comencé a clavarlos cada vez con más odio cuando recordaba todo el dolor que me hizo pasar, finalmente se me acabaron y a los pocos minutos se encontraba inflamado y comenzó a salir un poco de sangre
-Eres una desgraciada, ¿cómo pudiste haberme hecho todo eso? – Dijo afligido
-Eso mismo me pregunto yo, ¿cómo pudo lastimarme de esa manera? – Me quedé callada un momento - No creo que tenga una respuesta válida así que es mejor que continuemos
Volví a colocarme los guantes y tomé las tijeras con ambas manos, la abrí y la coloqué debajo de su miembro.
-¿Algo más que tenga que decir profesor? Es el momento adecuado, usted sabe, antes de que empiece un dolor peor que los anteriores
-Vete al diablo Natalia
-De acuerdo... ahora es mi turno – Contesté y de un tajo le corté su miembro, salpicó sangre en mi playera y parte de mi rostro, comenzó a gritar frenéticamente y eso era música para mis oídos. Activé la polea nuevamente y esta vez ya se encontraba colgando, los gritos cesaron y comenzaba a asfixiarse. – Una última cosa antes de irme profesor – Dije y me di media vuelta – Está también me la debe – Tomé la vara que había conseguido en una jardinera y sin pensarlo dos veces se la metí por el trasero con tanto rencor hasta que ya no pude más y comenzó a salir sangre – Hasta nunca profesor
Tomé las cosas que iba a ocupar en un rato, cerré la puerta del almacén con llave, la cual tenía en mí poder desde que quedó inconsciente y salí de ahí. Ahora sólo falta uno.
Me limpié y me puse un suéter para cubrir la sangre de la playera y fui a buscar al que faltaba.
...
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La peor experiencia de mi vida.
Short StoryPensaba que al entrar a mi segundo año de preparatoria todo mejoraría; nuevos profesores, nuevos compañeros, nuevas materias y nuevas experiencias que vivir. Un año lleno de expectativas. Pero estaba realmente equivocada. Me llamo Natalia, tengo 16...