Me enamoré (Mavi)

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  — ¿Te gusta cómo te lo hago? — susurro con una grave voz en su oído, puedo sentir cómo se estremece cada vez que estamos en medio de...

— Me encanta, te quiero— dice casi suplicando— ... más profundo.

Goloso.

No era la primera vez que me pedía eso.

No era la primera vez que acataba sus órdenes.

  — Di mi nombre...

Estocadas que nos dejaban casi sin aliento, pero aún así ambos queríamos más.

— A-Aviii—decía entre jadeos.

En la posición en la que estábamos podía morder su cuello fácilmente, relamí mis labios solo de pensarlo.

Una marca en su cuello no luciría nada mal...

 — No te a-atrevas, Kaplan.

Sujete sus caderas e hice el encuentro de nuestras caderas aún más bullicioso. Sus gemidos predominaron sobre la habitación.

Volví a musitar cerca de su cuello:

  — ¿Acaso no querías cada centímetro de mí? — sonreí maliciosamente—  Pues ahora tómalo todo.

El pequeño moreno hacía puños sobre las sábanas, hasta que no pudo más y decidió masturbarse. 

Acto al que me opuse.

— Oh, no, chico malo. Yo lo haré por ti.

Rodeé su dura longitud y mi dedo pulgar cubrió el orificio de su glande.

— ¡Maldición! 

Podía sentir cómo se impacientaba  debajo mío, pues el vaivén de mis caderas y mi mano se tornó lento. 

Amo verlo así.

Casi en los últimos instantes, sentí que lo había hecho sufrir lo suficiente, recuperé el compás que nos provocaba miles de sensaciones y...

Ambos caímos rendidos sobre la cama después de corrernos.

Sin embargo, sin que él se diera cuenta, yo había hecho una pequeña travesura.

  — ¿Por qué sonríes tanto, Avi?

Por la marca en tu cuello.

— Por nada.

Acerqué su rostro al mío, esa expresión que tenía después de tener sexo era... 

Mi celular sonó.

— Debo irme— me levanté de la cama y comencé a recoger mi ropa.

— Avi.

— ¿Sí?

Hubo un corto silencio.

— Puedes usar la ducha.

— Oh, gracias—  le di una falsa sonrisa.

¿En qué momento me metí en un lío como este?

 Esa fue la pregunta que me hice durante todo el tiempo que estuve en la ducha.

Mas, por desgracia, lo único que podía recordar era su esbelta figura caminando por la habitación. Mi cuerpo ardía solo al recordar lo que acabábamos de hacer.

  — ¿Estás bien?—  le pregunté cuando, al salir del baño, lo vi recostado en la cama, cubierto totalmente por las sábanas.

— Sí, estoy bien...

(...) 

— Entonces, ¿estás de acuerdo?— dijo entre risas.

—Sí, estoy de acuerdo —reí también, mientras él rodeó mi cuello con sus delgados brazos.

 — No lo olvides, podremos hacer lo que queramos juntos hasta que--

— Hasta que uno se enamore, lo entendí— seguía riéndome como si todo fuera un juego de niños. 

Tal vez el alcohol no me dejó pensar con claridad acerca de nuestro "pacto".

 — ¡Ya sé, hay que hacer  algo para cerrar el trato!

  — ¿Algo como qué?

— Algo como esto— dijo antes de unir sus labios con los míos.

O tal vez siempre quise que pasara algo como esto. 

(...)

  — Deja de quedarte mirándome, ¿no tenías que irte?

Terminé de vestirme y recoger mi maletín.

  — Avi... 

Caminé hasta la puerta.

  — ¿Sí, Mitch?

  Puse mi mano en la perilla y la giré.

  —  Me enamoré.

Me congelé.

Sabía lo que significaba.

Era el fin del trato.

  Salí del departamento, no sin antes haber dicho algo que ahora considero una estupidez.

— Yo también me he enamorado.

Aunque no era mentira.

Me enamoré de él. 

Y él de otro hombre.


Lovenix or Pentatonix?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora