Capítulo 3.

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¿Por qué no existe la felicidad eterna al menos para nosotros? Esa era una pregunta sin respuesta. Tal vez eran las pruebas que nos ponía la vida para que nos hagamos más fuertes o no sé. Podía ser cualquier cosa.


Se acercaba la graduación, estábamos a una semana. Ya había comprado mi traje con ayuda de la madre de Louis y él tenía el suyo. Iríamos juntos como era de suponerse. Esperábamos con ansias a que ese día llegara, no sé porque, pero siempre este tipo de cosas emocionaban mucho a Louis, se ponía como niño chiquito de la emoción.


Nos encontrábamos sentados en la banca de un parque que estaba cerca de la escuela, al cual le gustaba ir después de clases, porque decía que así nos alejábamos un poco del mundo. Estábamos tomados de la mano platicando


- Oye Hazz, no me has dicho en que te piensas especializar 

- No estudiare este año – respondí 

- ¿Por qué?

- Necesito tiempo fuera del estudio - mentí - para despejarme

No dijo más. Siempre me entendía o intentaba hacerlo, apoyaba lo que decidía y eso me agradaba.

- Se siente raro salir de la escuela, ¿no crees? – preguntó

- Un poco. Creo que podré soportarlo

- Yo lo soportaría si me dieras un beso – me sonrió


Me acerque a él y le di el beso que me pedía, fue un beso demasiado dulce, como los que él solía dar. No podía creer que ese chico fuera tan tierno. Era algo increíble de verdad. 


Al llegar el día de la graduación todos estaban como locos, tanto mis padres, como la madre de Louis. Creo que estaban más nerviosos y emocionados que nosotros, bueno, que yo, porque Lou estaba igual de emocionado. Me llamaba cada quince minutos para preguntarme si ya estaba listo.


Era toda una locura…


Cuando por fin llego la hora de ir al salón de fiestas, mis padres no pararon de tomarnos fotografías, fueron más o menos como treinta minutos de sesión fotográfica… y Louis como siempre, con una enorme sonrisa, siguiéndole el juego a mi padre y a mi madre.


Después de esa media hora de fotografías vergonzosas, por fin, mis padres nos dejaron salir de casa para irnos al salón.


Cuando llegamos, todos estaban muy alegres bailando.


¿Ya mencione que Louis se veía verdaderamente bien de traje? Creo que no, de verdad se veía guapo. Me sentía orgulloso de que fuera conmigo al baile, pues solía llamar mucho la atención y no lo culpaba, con toda razón lo miraban debido a sus hermosos ojos del color del cielo y esa preciosa sonrisa que en ningún momento se apartaba de su rostro haciéndolo aún más encantador.


Bailamos unas horas hasta que me “cansé”. Fue una excusa que le invente, porque me empezaba a sentir mal, sentía que iba a caer en cualquier momento, síntomas de la enfermedad.


Después de una hora de plática, decidimos salir de ahí, la verdad me asfixiaba, me faltaba el aire en ese lugar llena de gente. Caminamos hacia la playa que quedaba cerca de ese salón en el que había sido la graduación y nos sentamos en la orilla a la luz de la luna, era hermoso, el agua era tan oscura como el cielo y la luna se reflejaba en ella.



- Hazz, tengo algo para ti – dijo Louis haciendo que volteara a verlo

- ¿Qué cosa?



Metió la mano en su bolsillo y saco una pequeña caja negra de la cual saco dos hermosos anillos de plata con nuestros nombres grabados



- Quiero que me prometas – dijo tomando mi mano derecha – que nunca te alejaras de mi – me colocó uno de esos hermosos anillos en la mano izquierda.

- Lo prometo – dije sonriendo y mirando el hermoso anillo

Después de unos cuantos besos, tome el otro anillo y repetí lo que hizo el…

- Te quiero Hazz – dijo abrazándome

- Yo también Louis – respondí correspondiendo el abrazo y apoyando mi cabeza en su hombro.

Una Pequeña Esperanza [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora