Quería aferrarse a algo para seguir adelante y lo único que encontró fue la idea de que en algún momento Harry se levantaría de ahí y diría que todo aquello era una broma pesada, pero no fue así. Por más que lo miró por mucho tiempo, todo seguía igual… su corazón roto, sus fuerzas ausentes, su mente nublada.
Se encontraba absorto en la nada cuando sintió un fuerte tirón en su brazo para después comenzar a sentir un gran dolor punzante en su mejilla derecha… ese definitivamente había sido un golpe, uno muy sorpresivo. Se puso la mano en la mejilla intentando disipar el dolor, pero fue en vano “no se compara con el dolor de mi alma”, no pudo evitar pensar. Levantó la vista y se topo con los ojos de Liam, quien lo miraba con una enorme furia contenida. Iba vestido con un traje negro al igual que él y también se veía devastado, como si tuviera muchas emociones en su alma y no supiera como liberarlas.
- ¿Por qué maldita sea… - empezó a hablar Liam – no me dijiste que Harry estaba enfermo? – sus ojos se llenaron de lágrimas al terminar de formular aquella pregunta.
- Intente convencerlo – dijo con calma – pero él nunca cedió.
- ¡Eres un mal nacido! – grito levantando la voz logrando así que todos los presentes los miraran - ¡Si me hubieras dicho yo me habría esforzado! – su llanto se hizo desesperado – y tal vez el seguiría aquí – susurró
- A pesar de mis esfuerzos – contestó de la misma forma – se fue – otra vez esas malditas lágrimas hicieron acto de presencia.
Liam fijó sus ojos llorosos en la caja donde se encontraba acostado el cuerpo sin vida de Harry y a paso lento se fue acercando.
- ¿Por qué? – preguntó al ya estar en frente – éramos mejores amigos Harry – se limpió en vano unas cuantas lágrimas, puesto que muchas más salieron después – yo… hubiera hecho todo para que te quedaras. ¿Por qué a ti? Tú te merecías más que nadie ser feliz y vivir… más que todos los que estamos aquí.
Louis escucho todas esas palabras que Liam decía y se sintió completamente identificado. Esas mismas preguntas le habían hecho en más de una ocasión desde que se había apartado de su lado, pero desafortunadamente, todas esas preguntas se quedaban flotando en la nada y después el viento se las llevaba sin dejarle respuesta alguna.
- ¡Dios! – dijo Liam para después dejarse caer al suelo hincado, llorando con toda su alma como si con eso pudiera regresarle la vida a Harry.
Louis no supo qué hacer, se sintió completamente paralizado. ¿Cómo consolar a alguien cuando tú no encuentras consuelo? Era más que difícil, ni siquiera él había encontrado las palabras necesarias para auto consolarse, no las habían, aunque en lo más profundo de su alma sabía que Harry seguramente si sabría que decir en aquella situación.
- Lo que le preguntas – se animó a hablar – yo ya se lo eh preguntado en más de una ocasión – Liam levantó la mirada prestándole atención a sus palabras – pero creo que ninguna de esas preguntas tienen respuesta, pues la única persona que puede resolverlas ya no está aquí con nosotros – le dolió admitir aquello.
- Aún no lo puedo creer – chilló Liam.
- Ni yo – susurró el de ojos azules.
Se dejó caer a un lado del chico que llevaba un buen tiempo en el suelo esperando a que se calmara… en situaciones como aquella las palabras sobraban, sólo si las palabras servían para regresarle el alma al cuerpo de Harry serían útiles, pero como eso no sucedía más que en esos cuentos donde los milagros existen, nada tenía caso.
Pasaron horas que ambos chicos no sintieron como si lo fueran, en realidad les habían parecido cortos y tristes minutos en los que sentían que su alma se empequeñecía, así como Harry había empequeñecido dia con dia que había pasado en el hospital contra esa terrible enfermedad que al final lo habia dejado en la nada.
Si alguien se hubiera acercado a Louis a preguntarle ¿Qué había sido lo más difícil de ese día? Sin lugar a dudas hubiera contestado “el entierro” puesto que en ese momento todo se había vuelto más real. Ver esa caja que contenía el cuerpo de la persona que le había robado el corazón hundirse para después quedar perdido en un montón de tierra era como si realmente lo estuviera perdiendo, como si no hubiera vuelta atrás. Al parecer no era el único que lo pensaba. Su familia, que se había mantenido fuerte y sin llantos durante un largo tiempo se había quebrado en aquel instante. Si cerraba los ojos podía ver nuevamente a la madre de Harry hincándose con un llanto desesperado e incontrolable mientras gritaba “mi bebe”. Era como si todos hubieran tenido una reacción retardada en la que la realidad que les había caído era insoportable.
Se alejó de aquel lugar lo más pronto posible, no podía ni quería ver más. Ese sacerdote parado ahí con biblia en mano dirigiendo palabras para alguien que ni siquiera había conocido ni había visto en su vida le pareció simplemente repugnante.
Agradeció internamente a que Liam lo había seguido en aquella escapada. Ambos caminaban en silencio por las calles como si fueran almas en pena. Muchas personas que pasaban a lado de ellos los miraba con una inmensa lástima, lo que Louis no tenía seguro era que si lo miraban así por sus ojos rojos e hinchados, por su ropa negra o por ambas cosas. Llegaron a un parque en el cual ambos se sentaron en una banca solitaria.
- Viví los últimos meses esperando un milagro – dijo Louis con pesar rompiendo con ese ambiente que los rodeaba.
- Creo… - suspiró como si le fuera a costar decir lo siguiente – él no esperaba milagros Louis.
El de ojos azules clavó su mirada en el chico que lo acompañaba esperando a que continuara y así fue.
- Digo – empezó a explicarse Liam – él siempre me decía que tú eras el milagro que siempre había esperado – suspiró – más nunca lo entendí hasta ahora.
- Me la eh pasado culpándolo.
- Yo también.
Louis miró hacia el cielo y notó lo nublado que estaba. Su mente se agilizó en ese instante y se dio cuenta de que también había empezado a hacer mucho frío. Aunque tal vez había estado así todo el tiempo, pero él estaba tan concentrado en su dolor como para sentir o darse cuenta de algo fuera de eso.
- Creo que hasta el clima está triste – musitó Liam – era demasiado bueno como para irse tan pronto.
- Era un ángel – susurró Louis.
Después de un buen rato ambos chicos regresaron a lo que eran sus hogares. Louis miró por todos lados sin tener éxito en la tarea de encontrar a su madre dentro de la enorme casa así que sin más subió las escaleras hasta su habitación de una manera pausada y lenta, como si en cada paso se le escapara algo que le doliera. Abrió la puerta y se tiró en su cama boca abajo esperando dormirse, pensando en que si lo hacia, al despertar todo sería un maldito sueño, pero no quería aferrarse a falsas esperanzas y terminar destrozado nuevamente. Dio un par de vueltas en la cama debido a que el sueño aún no invadía sus sentidos. Miró hacia su armario y vio entre muchas cosas una camisa, la favorita de Harry. Se levantó de golpe mirando extrañado hacia aquella dirección y después de dudar un rato, se acercó ahí tomándola entre sus manos, sintiendo el dulce aroma de la colonia de su ser amado. Sintiéndolo ahí a su lado.
Se dejó caer nuevamente en la cama, abrazado de esa prenda como si de un salvavidas se tratara y sus lágrimas volvieron… ¿Por qué no podía parar? Los recuerdos lo golpearon sintiéndose tan vivos… era como regresar en el tiempo y volver a chocar por el pasillo de la escuela con Harry, como volver a chocar con él bajo la lluvia, como volver a escucharlo tocar el piano con el alma puesta en cada una de las notas.
Si Louis hubiera podido volver en el tiempo estaba seguro de que nunca cambiaría el hecho de haberlo conocido y mucho menos el haberse enamorado de él.
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Una Pequeña Esperanza [Larry Stylinson]
Novela JuvenilSigo con la esperanza de que mi historia termine con un: "y vivieron felices para siempre".