➳ Final

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Había pasado 1 mes desde que habían detenido a Jos... y por fin iban a ponerlo en libertad.

El juez había presentado cargos en contra de él por intento de homicidio pero el caso ni siquiera llego a iniciarse.

Le asignaron un abogado de oficio, empezó a aportar testigos y pruebas; el juez decidió retirar los cargos, no tenía caso. Lo que más le ayudó fue el amigo del Sr Villalpando, supo de donde agarrarse para que el chico pelinegro saliera libre.

A veces algunos abogados buenos se ven obligados a hacer cosas no tan buenas para hacer justicia...

El juicio en contra de Mouque iba a ser en unos días. Lo iban a juzgar por tráfico de drogas, tentativa de homicidio y lesiones, además de privación de la libertad.

Bryan iba a pasar un largo tiempo en la cárcel. Jos no pensaba asistir, porque no iba a quedarse.

Durante los días que estuvo en la cárcel se puso a pensar y darse cuenta que tenía un gran problema con él mismo, que no podía dejar pasar más tiempo.

Esta vez decidió no salir huyendo y despedirse de sus amigos. Hizo una reunión en su casa y les contó los planes que tenía.

Se comprometió a mantenerlos al pendiente de todo lo que ocurría. A los chicos no les agradaba mucho la idea de que se fuera, todos juntos formaban una familia.

Perder a uno no iba a ser nada fácil. Freddy fue al que más le afecto, estaba harto de las despedidas y de no poder tener cerca a hermano.

Jos decidió cenar junto con su mamá y Yaya. Se despidieron como si se estuvieran deseando buenas noches y fueran a verse al siguiente día.
Ellas sabían que no era un adiós, si no un hasta pronto.

Subió a su auto sus cosas y miro por última vez su casa.
Su mamá alzó la mano por la pequeña ventana, la agitó y sonrió.

Él le devolvió la sonrisa, tomó un poco de aire y piso el acelerador. Solo le quedaba un lugar por visitar antes de irse.

(...)

Ya había anochecido, llego al panteón. Se bajo del auto e inspeccionó todo a su alrededor.

Caminó con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón y cruzó el largo y seco pasto. Esquivó las viejas lápidas con el estómago revuelto.

Cada tres pasos se detenía a tomar aire y se obligaba a seguir caminando,  necesitaba hacer eso.

Sus ojos se centraron en una vieja y polvorienta tumba, entre las hierbas habían unas flores frescas,  y en la lápida decía: Fernando Canela y la fecha ya no se veía.

Se quedó viendo al suelo, dónde estaban enterrados los restos de su padre.

La adrenalina empezaba a apoderarse de su cuerpo, empezó a sudar. Estaba ahí, a dos metros debajo de la tierra, dónde no podía hacerles daño de nuevo.

Entonces... ¿porqué aún sentía sus manos apretandole el cuello?. Toda su vida se la había pasado teniendo miedo, y aún lo seguía teniendo. Miedo a ser como él,  a arrastrar esa maldita maldición familiar.

— No, no. No soy así — pasaba por su menteJos

Pero ahora debía creerselo de verdad, y darse cuenta que no era algo genético. Se puso de pie y camino un poco.

Ese hombre no había sido nada suyo, solo un extraño, una horrible pesadilla de la que había despertado.

De repente algo llamó su atención, volteó a ver y era una chica alejándose. La luz de una de las lámparas apuntaba sobre ella.

madness; jalonso villalnela #CD9AWARDS2017 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora