Nada sucedió.

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163 días habían pasado desde aquel suceso, 163 noches en que no dejaba de pensar en aquella sensación de sus labios tocando los míos, 163 días en que no podía dejar de ver sus hermosos ojos achinados que al sonreír era casi imposible verlos, me gustaba verlo más que un cielo rosado, pero él... el siquiera me notaba, tiempo después de haber pasado esa mañana en el parque me ignoraba un día poco más que el anterior, ya no era la persona atenta y tierna que conocí, el chico noble y con la mirada triste, no era más él. Ahora era como si la personalidad que mostraba ante todos saliera a relucir, como única y verdadera cara. Era decepcionante, más que triste, aquel chico invadido por una tristeza que nadie sabía o notaba, fuera tapada por los comentarios de sus "amigos", me enojaba la situación, pero sin más que hacer más que amarlo y querer protegerlo de todo, comencé a escribirle, a escribir cartas, poemas, todo aquello que jamás  le podría decir  frente a frente debido a  mi cobardía, pero que sin embargo me ayudaba para sobrellevar todos aquellos sentimientos que ese chico con cabello alborotado había logrado meter en mis pensamientos e incluso provocar en mi noches de desvelo. 

Hubo un día en que ya no aguantaba más, no podía seguir guardando todo eso, así que lo abrace, me sentía triste y ese abrazo fue una de las cosas más  reconfortantes que podían pasar, me concentré en el silencio de sus latidos, que sonaban al abrazarlo, la altura perfecta para que pudiera oír  sus  latidos, que sin duda iban a gran velocidad, pero, no, no había pasado nada. Seguí en mi cobardía, más bien, sigo en la cobardía de no decirle cuanto lo quiero.

Quizá estoy cayendo por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora