Tan dulce y tan amargo

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La noche en que finalmente decidí decirle todo lo que sentía no fue por decisión propia, los sentimientos ya estaban siendo contaminados por la amargura de que lo empezaba a  odiar, y tan dulces de que lo seguía queriendo y que un abrazo suyo podría reparar todo lo que alguna vez hizo daño, sin más, me acerque a el para decirle todo lo que estaba dentro de mí.

-Quizá estoy cayendo por ti- A decir verdad, mentí. No estaba cayendo por él, ya había caído. Sin más, lo único que se limitó a hacer fue a darme un abrazo y a tomarme de la mano y decirme que todo estaba bien, no habría pena alguna de porque  no decirle. Pero, no era  lo que yo quería, lo que yo quería era que el me dijera que sentía lo mismo, que todo aquello había sido real y no sólo una mañana en el parque cualquiera. Pero no fue así, pronto llegaron los alumnos del plantel con el ruido como si estuviésemos en una tardeada, dejándonos así apartados uno del otro. No fue nada de lo que esperaba, sin embargo me reconforto el hecho de que me abrazará y me hiciera saber que todo estaba bien entre nosotros, todo aquella pena que tenía se fue, así como llegó un pequeño alivio al decirle sólo una corta parte de todo lo que verdaderamente tenía en mí. Moría por decirle que, podía verlo aún sin hacerlo, podía sentirlo, podía amarlo, pero no lo podía besar, que sus ojos rasgados al sonreír se tornan, que es como si el sol saliera, pero cuando triste, caído va, me gustaría verlo siempre sonreír al compás de su risa, que más diabólica que linda, sus labios rosados, provocaban que me ruborizara, que era cálida, lastima que no fuera la razón de ella, que sus manos suaves al tocar, ásperas al rozar, erizarme provocaba, pero que triste desvelo mío que no me perteneciera.

Siendo yo tan cobarde, me limite a sonreír hacia el y a jamás volver a tocar el tema.  

Quizá estoy cayendo por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora