CAPÍTULO CINCO

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❛era tiempo de guerra, venideras o no❜

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❛era tiempo de guerra, venideras o no❜

    A PESAR DE LOS FESTINES EN EL BANQUETE, LA MÚSICA Y LAS RISAS, sentí cierta tensión en el ambiente cada vez que abría la boca. Quizá esperaban que escupiera fuego o los envenenara con mi saliva. Estaría bastante bien si eso fuera posible. El caso es, que a pesar de todos mis esfuerzos por pasar una agradable velada, me vi obligada a desistir cuando después de mi tercer comentario le siguieron tres pares de miradas hoscas. Peter había insistido en que fuera agradable (más de lo que ya estaba intentándolo) y que no diera rienda a debates o discusiones. Había pasado por alto el acontecimiento de la mañana, o al menos eso parecía, pero seguramente se debiera a que había mantenido una amistosa charla con el Tisroc y el Gran Visir, de los cuales no se había separado en todo el día. "Los animales en Narnia son sagrados, Excelencias. Charlotte solo ha intentado defender la vida de ese pobre caballo", había oído que se excusaba Peter en voz baja por mi comportamiento anterior en el torneo. "En Calormen las costumbres y tradiciones son distintas que a las de Narnia, Su Alteza", había sido la respuesta del Tisroc. Peter, que en ese momento se había dado cuenta de cómo estaba apoyando el oído en sus conversaciones, me advirtió con la mirada que no replicara nada al respecto, por lo que tuve que morderme la lengua otra vez.

─¡Esta noche tendrá lugar el baile de máscaras! -anunció el Tisroc tras pedir silencio en la sala- Cada invitado tendrá su atuendo correspondiente y durante la fiesta tendrá que encontrar a su pareja.

La mesa entera aplaudió de júbilo tras la emocionante noticia. Me gustaban los bailes, sobretodo los de máscaras. Los encontraba elegantes y a la vez misteriosos, más aún si tenías que buscar a tu pareja desconocida. Pero me gustaba en mi casa, en Cair Paravel, con gente que sí conocía.

ººº

La tarde había pasado rápida y tras ella venía la noche. La luna se reflejaba imperiosa sobre una esquina de la habitación, allí donde el ventanal se abría. Calormen no era un lugar que detestara, tampoco a su gente. Solo a sus líderes. Pero supongo que son estos los que hacen y forman al pueblo, así que por mucho que me doliera tenía que meterlos en el mismo saco. Quizá lo único que se salvaba de este país eran sus animales y vistas, las cuales cada vez que podía me detenía a observar. La poca brisa que entraba desde el exterior mecía mi cabello y hacía frotar las telas del vestido color carmesí. Disfruté de la paz y tranquilidad del momento, por muy poco que durara. Un toque de nudillos sobre las puertas de la habitación hizo que me girara en dirección al intruso.

─Te estamos esperando, Charlotte -habló Susan desde la puerta.

Aún con la luna esculpiéndome el perfil derecho de la cara, pareciendo mármol ante el reflejo del espejo, asentí sonriente. Susan lucía un vestido blanco roto con telas intercaladas de tonos ocres. Las trenzas de la mañana habían rizado su cabellera en finas ondas que peinó con su corona. Llevaba el antifaz adherido a una vara de color bronce, que hacía juego con los detalles bordados del vestido y de la máscara.

THE KINGDOM | PETER PEVENSIE 2 / POSTPUESTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora