Llevábamos caminando una cuadra en silencio, el sol hacía que mis mejillas se abochornaran, Ryder iba un metro más adelante mirando repetidas veces su celular. Permanecí observando su caminar y cómo los rayos de luz causaban efecto en su pelo, volviéndolo dorado.
—¿Puedes esperarme? No vienes solo.
—Comes y caminas lento, me pregunto si tu cerebro actúa de igual manera —contestó volteando hacia mi, sonriendo a medias guiñándome el ojo.
—Estúpido —susurré—. ¿Por qué aceptaste acompañarme? —pregunté, alcanzando su paso.
—Yo voy hacia mi departamento, no se tú.
—¿De qué hablas? Vamos al mismo lugar.
—Exacto, vamos al mismo sitio, no estoy acompañándote —respondió, arrugando la frente.
—Le dijiste a mi primo que...
—Lo dije para que se fuera y no perdiera más tiempo esperándote. El pobre ya quería irse, dudo que te hayas dado cuenta —interrumpió.
—Es descortés levantarse de la mesa cuando uno todavía no termina de comer. Todo mundo lo sabe, menos tú por lo visto.
—Es descortés ignorar las urgencias de los demás —replicó.
—¡Discúlpame! No sabía que la palabra cortesía se encontrara en tu diccionario, lo dice la persona que deja mi maleta a mitad de camino y se marcha sin previo aviso —respondí irónicamente.
—No sabes nada de mi Ana.
—Ni tu de mi.
—Estudias negocios internacionales, haces la finta de conseguir una beca, estás más sobre protegida que nada, dramatizas mucho las cosas, estás enamorada de alguien que no le interesa saber de ti... Ah y tienes un hábito de siempre voltear los ojos absolutamente desesperante— respondió sin dejarme hablar.
Ryder seguía caminando sin percatarse que me había detenido, mi cara estaba colorada de enojo, quería contestarle pero no salía ninguna palabra de mi boca; segundos después se detuvo unos pocos metros de distancia.
—¿Qué haces ahí parada? Camina mujer, camina —dijo haciendo un movimiento con la cabeza para indicarme que lo siguiera.
—No... no quiero. Tienes razón, vengo por mi cuenta, vete ya.
—¿Qué?
—Lo que oíste. ¡Adiós! —le respondí dando media vuelta, mi movimiento fue tan brusco que sentí mi cabellera al viento.
—¡Pero qué...! ¡Agh! —lo escuché quejarse—. ¿Y a dónde crees que vas? ¡El camino es por el otro lado!
—Prefiero dar una gran vuelta que seguir escuchando tu supuesta percepción de mi.
—¡Carajo Becket! —exclamó regresando por mi.
—¡Suéltame! Ryder... voy a gritar y no te va a gustar. Gritaré que me estás acosando, sólo mira a tu alrededor... Hay docenas de personas pasando por aquí.
—¿Acosando? Observa bien mi cara y dime si alguien —mirando toda la calle—, pensaría que soy un acosador.
Por supuesto que no, es tan guapo que su acoso sería fácilmente confundido con seducción. Me encogí de hombros, quería girarme cuando sujetó nuevamente mi brazo.
—¡Déjame! ¿Por qué insistes? Ryder te juro, si no me sueltas, gritaré que me estás lastimando.
—¡Escucha! Mírame bien. ¿Crees que sería capaz de lastimarte? —dijo viendo directamente mis ojos con seriedad.
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PERO ES PRECISO SOLTAR
RomancePorque todos hemos tenido la experiencia de convivir con personas tóxicas... Yo sabía que mis decisiones tarde o temprano me iban a regresar tremendos golpes en la cara, ¿cómo podría decir adiós a la culpa? Soltar esa carga tan pesada que llevo en m...