CAPITULO VI

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—Voy de salida, no puedo hablar contigo.

—Ana...    

—No, en serio, tengo que irme.

—Ana... Por favor, escúchame —hizo una pausa para frotarse la cara con las manos—, en unas horas sale mi vuelo y necesito hablar contigo. 

—Manolo no pierdas tu tiempo, ya cuando regreses lo solucionamos —dije y enseguida pasé por su lado para llegar a la salida.

—¡No quiero dejarte así! —exclamó alcanzando a agarrarme del brazo—. No puedo irme sabiendo que lo último que recordarás de mí es llamándote... 

—Zorra —lo interrumpí viendo al piso—. Subamos, no voy a permitir otra escena frente a la gente.

Nos dirigimos al ascensor, Manolo caminaba atrás de mi sin decir nada. Sus cejas caídas delataban lo triste y preocupado que estaba, sé lo terco que puede llegar a ser a veces y no se iría sin hablar conmigo.

—No esperaba que me acompañaras al aeropuerto —dijo recargándose en el barandal de la terraza, dándome la espalda—, sé lo mal que te hice sentir y sería una burla pedirte que me despidieras como yo quería. 

—Exacto—respondí con una mirada perdida acercándome a su lado, observando la ciudad.

—No entiendo qué pasó, no quise escucharte si quiera y te pido una sincera disculpa. 

—No es sólo la última discusión lo que me aflige, es todo, tu desconfianza, tu orgullo, enfureces y piensas que es muy fácil desaparecer y dejarme a mi suerte... Para que al final sea yo quien tiene que pedir perdón.

—¡Lo sé! Ana... no soy perfecto, jamás seré perfecto —dijo volteando hacia mi—, pero te amo y a pesar de lo orgulloso que puedo llegar a ser, estoy aquí, pidiéndote no termines lo nuestro.

—Todo es lindo a tu lado, hasta que peleamos, me haces sentir miserable y de verdad ya no quiero estar así por ti —mi voz se empezaba a quebrar.

—¿Y cómo crees que yo me encuentro? Es una pesadilla no saber de ti, sé que estás enojada y no te culpo por estarlo. ¡Ana perdóname, no quise insultarte! Me esforzaré, pero no puedo hacerlo solo... Te necesito. 

—No lo sé —contesté, mis ojos me empezaron a arder por las lágrimas que no tardaron nada en salir.

—Hemos salido de peores, preciosa —me abrazó dándome un beso en la frente—. Vamos a estar bien. 

Terminé aceptando su disculpa, no era la primera vez que pasábamos por este tipo de reconciliaciones, sólo que esta vez añadió la frase: "Te necesito."
Ese momento fue diferente, lo vi muy angustiado, como si tuviera la certeza de que me iba a perder. No mentiré, verlo así me subió el ánimo, es decir, verlo así por mi... Tan frágil y vulnerable, mostrando su lado más sensible, quitándose la armadura y el escudo sólo para poder decir: LO SIENTO, ME EQUIVOQUÉ.

—¿Llamarás cuando llegues? —le pregunté caminando agarrada de su mano.

—Tenlo por seguro. ¡Ah casi me olvidaba!  Aquí la tienes —dijo entregándome la llave de su departamento.

—¿Estás seguro? 

—No crucé media ciudad con todo mi orgullo disperso por el suelo sin estar seguro de entregártela, por lo que más quieras cuídala... —contestó haciendo la parada a un taxi.

—¡Qué va! No las perderé.

—¡Todo pierdes! —bromeó atrayéndome hacia él para besarme—. No te metas en problemas mientras no estoy Beckett y cuídate.

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⏰ Última actualización: Mar 23, 2017 ⏰

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