Mila bajaba las escaleras atropelladamente, estaba emocionada. En el último tramo resbaló cayendo estrepitosamente en el rellano de la planta principal. Se puso en pie lo más rápido posible, comprobando que nadie estuviera observándola y echó un vistazo a los rasguños de sus rodillas, acostumbradas a la vida destartalada de la joven. Se sacudió el polvo de la sudadera raída y continuó su camino hacia la furgoneta blanca aparcada justo en la puerta. Del interior de esta recogió la última caja y feliz dejó escapar un último suspiro cerrando los portones del vehículo.
- Gracias por todo Marcus.
- De nada chica desastre.- Sonriente levantó la mano como gesto de despedida. Momentos después la furgoneta desapareció tras la siguiente esquina.
Mila abrió como pudo la puerta de entrada y se quedó quieta en el portal observando como el tiempo había escenificado su vida en aquel lugar. Cuando leyó aquel panfleto esperaba algo diferente, pero aun así se sentía feliz de haber tomado la decisión. Dejó la caja en el suelo, y se adentró en el patio interior. Inmediatamente quedó sorprendida al visualizar el enorme muro que se desplegaba ante ella, estaba repleto de todo tipo de inscripciones.
En algunas zonas el muro se encontraba más deteriorado, pintura desprendida, palabras sobre palabras. Pero Mila quedó hipnotizada observando que cada cinco segundos encontraba otro centímetro más hermoso. Se acercó un poco más, pasando las manos por lo que le parecieron muescas de impactos de balas. Apartamentos Paradise, donde tus sueños se pueden hacer realidad... pensativa se giró de vuelta al edificio echando un último vistazo al muro. Sin embargo se detuvo en seco regresando sobre sus pasos, sacando una barra de labios del bolsillo de sus shorts. Maquilló sus gruesos labios y los posó en una de las hendiduras de bala, dirigiendo una humilde sonrisa hacia el cielo cubierto de nubes.
Una gota mojó su nariz y un segundo después una lluvia torrencial comenzó a caer. Corrió hacia el interior del edificio. Se recogió el pelo de cualquier manera y agarró con ambos brazos la caja que permanecía tumbada en el rellano, minutos después alcanzó la novena planta por duodécima vez aquel día pero se sentía llena de energía.
Se aventuró hacia el apartamento 1209, giró la llave memorizando cada crujido de su paso por el mecanismo y cerró los ojos mimetizándose con su nuevo lugar, le alcanzó la sensación de vacío, pero la sensación de libertad le arreció aún más fuerte, abrió los ojos encontrándose frente a frente con el atardecer que le daba la bienvenida...
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Apartamentos Paradise
Short Story¡Sea bienvenido a los apartamentos Paradise! Donde sus sueños se harán realidad. ¿Está buscando esa felicidad que nunca aparece? Visite nuestros apartamentos, le contarán historias inolvidables, podrá observar el paso del tiempo en el muro de Paradi...