❝ La paz de Narnia esta en riesgo. Un nuevo enemigo quiere usurpara el trono, y dar paso al caos. Narnia vuelve a necesitar a sus reyes, pero esta vez el destino juega una papel muy importante en esta historia❞
♚ Todos lo derechos reservados.
♚Her...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CAPÍTULO DIEZ:
¿Qué quiero yo?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Las semanas pasarón con rapidez, y en poco tiempo ya había finalizado el primer mes. Había tanto que hacer, que el tiempo se quedaba corto, y más al tener que organizar dos ejércitos más, pues hacía una semana, finalmente el reino de Archenland y Bism habían acudido a la bella Beruna.
Lord Evan, segundo al mando del reino de Bism, había sido el primero en llegar y ayudar con la organización de los diferentes batallones, además de que su conocimiento sobre la zona sur había sido de gran ayuda a la hora de crear protección en ese lugar. Mientras tanto, Lord McDougal, comandante del ejército de Archenland había llegado hacía relativamente poco para mi gusto.
Debía decir que no me encontraba muy complacida, pues había esperado un ejército más grande y más cooperación del reino aliado. Podía ver, con suma facilidad, que Archenland aún era un reino que no aceptaba del todo mi próximo liderato, y me alegré aún más que mi padre hubiera rechazado mi matrimonio con el heredero de aquel reino.
Lord McDougal ponía en duda mis habilidades siempre que podía, cuestionando mis estrategias o como lideraba mi ejército. Mi padre, quien siempre se había caracterizado por ser paciente y tranquilo, había intentado apaciguar sus intentos de humillarme. Y a pesar de que sus ataques habían sido más leves en la reuniones después de esa intervención, no fue hasta que me rete en duelo con él que su gran bocaza se había silenciado por fin.
─ Me gustaría aclarar, mi Lord, que si no fuera apta para mi puesto, mi padre nunca me lo hubiera concedido. ─ Dije con la mirada fija en los ojos onix de aquel hombre. Pude sentir como la mano de Peter, quien se había acostumbrado a sentarse conmigo en aquellas charlas, en mi espalda, con la intención de tranquilizarme. ─ No suelo ser volátil, como puede comprobar, pero toda paciencia se agota si se aprietan en determinados puntos, y usted, mi lord, ha agotado la poca que tenía.
─ No esperaría de menos, es usted aún una niña, princesa. ─ Comentó el hombre sentado a un lado de Lord Evan.
─ Le recuerdo, señor, que esta niña será la futura reina de Telmar, y por tanto, como derecho que mi abuelo consiguió, reina de Narnia. Y si no me equivoco, vuestro reino tiene una fuerte alianza con el mio. No querrá perderla por su imprudencia ¿verdad?
