│02. CUSTOMS.

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CAPÍTULO DOS:

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CAPÍTULO DOS:

Costumbres. 

Lucy podía decir muchas cosas buenas

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Lucy podía decir muchas cosas buenas.

Desde pequeña había sido una niña de gran imaginación y potencial creativo para una época sumada en la terrible guerra. Por ello mismo se había dedicado a la escritura desde joven, y había querido estudiar literatura con el fin de indagar en ese mundo.

Pero esa creatividad y esa gran imaginación no la convertía en una lunática. Ella sabía muy bien diferenciar entre la realidad y la ficción, y más después de todas las batallas que había tenido que sufrir. Lucy era consciente de eso, y por eso mismo odiaba completamente la mirada que sus padres le daban cada vez que mencionaba el nombre de Narnia.

En un principio, su madre, Helen, había mirado con cariño a su hija después de verla llegar junto con sus hermanos de la casa de campo del profesor Kirke. Había comentado, con mucha alegría y alivio, que estaba contenta de que esta experiencia no hubiera supuesto la pérdida de aquella imaginación tan característica de la joven. Incluso había mencionado que le alegraba que sus hermanos mayores hubieran contribuido en la creación de ese mundo mágico.

Sin embargo, con el pasar de los años, la mirada de Helen había cambiado a una realmente preocupada. Fue tal punto de preocupación, que inclusive le había hablado con su marido sobre un posible trauma del síndrome de Peter Pan, pues parecía que Lucy no quería crecer.

El sr. Pevensie calmó a su mujer rápidamente, y alegó que posiblemente era un recuerdo tan bonito en una época tan triste que prefería referirse a la época de guerra, como la época de Narnia. Helen se había tranquilizado con eso, y no volvió a sacar el tema hasta un año después, cuando vió que sus otros hijos, ya en la adolescencia, no dejaban de hablar tampoco del tema.

No obstante, del mismo modo, el padre de familia tranquilizó una vez más a la matriarca y se dejó el tema. Igualmente, Lucy aún podía percibir la mirada de su madre de vez en cuando.

La cuestión era que esas miradas nunca le habían importado en absoluto, pues tenía el apoyo incondicional de su hermanos, quienes sí la creía, ya que ellos también habían experimentado ser reyes y reina de Narnia. No fue hasta hace un año, cuando Lucy acababa de entrar a la universidad con sus 18 años, que eso comenzó a cambiar.

Realmente la menor de los Pevensie nunca llegó a enterarse del todo de la historia, solo sabía que cuando volvió de la universidad después de un cuatrimestre largo para celebrar la navidad, su hermana Susan ya no comentaba nada sobre Narnia. Es más, incluso había repetido más de una vez que era fanfarronerias de infancia que ya debían quedar atrás.

Edmund solo se había limitado a rodar los ojos, como si ya se resignara y le irritaran las palabras de su hermana. Mientras que Peter había resoplado y le había comentado que no amargara las viejas memorias. La castaña, por otro lado, había mirado a Susan con los ojos confundidos y doloridos por el comentario hiriente hacía esa hermosa tierra.

Peter le explicó que Susan solamente se estaba comportando como una cría, pues se sentía traicionada y su modo de autodefensa era insultando a ese hermoso recuerdo que tenían. Poco después, Lucy se enteró de la historia entera; Susan se había enamorado de un soldado, uno que había logrado destrozar toda la identidad de la Pevensie en poco tiempo. Ese mismo sujeto había despreciado totalmente las historias de Narnia, y las había usado como argumento para poder cortar la relación que tenían.

A su vez, mientras que Peter le relataba está historia, Edmund había añadido que había sido lo mejor para Susan esa ruptura, pues con el tiempo se daría cuenta de su error y recapacitaría.

─ Dale tiempo al tiempo, Lu. ─ Había comentado el azabache ese día. ─ Susan ahora mismo está herida, muy herida, y eso ha logrado que se desprenda de su identidad. Pero en algún momento volverá, posiblemente no de la misma manera, pues de los tiempos duros se aprende, pero ella es inteligente, y en el momento adecuado, volverá.

Lucy había asentido, e intentó olvidar el tema. El tema era que Susan era su mejor amiga, y le dolía no poder compartir cosas con ella, ya que a la mínima se ponía a la defensiva. Igualmente, Lu siguió el consejo de su hermano, y le dio tiempo a Susan, y a pesar de que aún le quedaba un largo caminó y aún odiaba a Narnia, había podido encontrarse a ella misma poco a poco.

Había comenzado a volver a leer las novelas que tanto le gustaban, y había dejado a un lado las revistas de moda que Derek, su ex, había insistido en que leyera. Del mismo modo, con ayuda de su padre, había comenzado a trabajar en una biblioteca como ayudante para poder comenzar a tener unos ahorros. Así que sí, Susan volvía a ser ella misma poco a poco, pero aún faltaba lo esencial; perdonar el pasado y aceptarse.

Era cierto también que Lucy en un principio había intentado convencerla que Narnia era real, que no lo ignorara, pero se dio cuenta algo tarde que no podía ayudar a quien no quería ser ayudado. De este modo se había limitado a escribir sus memorias de Narnia, y seguir estudiando su carrera de literatura.

Por otra parte, habían pasado muchas cosas en la vida de la familia Pevensie. Por un lado, Peter había vuelto hacía poco de la casa del profesor Kirke, ya listo para sus exámenes, los cuales aprobó con facilidad. El rubio había comenzado a trabajar en su antiguo colegio para poder hacer sus prácticas como profesor, cerca de la vivienda Pevensie, quienes se habían vuelto a mudar al hogar familiar de Finchley una vez que el Sr.Pevensie acabó su doctorado en Estados Unidos. Mientras tanto Edmund estaba en mitad de su carrera de abogacía, siendo uno de los mejores de su clase.

Todo parecía ir como debería, pero las cosas no se sentían completas para ninguno de los tres hermanos. Mucho menos sabiendo que su primo Eustace había viajado hacía un año a Narnia junto con su amiga. Por lo que les había contado su primo menor, había sido una misión corta y de poca importancia, pero muy acogedora, pues había vuelto a ver a Caspian, algo mayor y esperando su primer hijo. La misión se trataba de una revuelta en el reino de los Carlomen, la cual no había sido tan épica e intensa como la primera que vivió, aún así se sentía agradecido por haber vuelto.

Lucy en primera instancia había sentido una envidia ardiente recorrerle las venas, pero al ver la emoción de su primo le había alegrado mucho, y pronto se calmó. También se alegró que en Narnia no hubiera batallas que pusieran en riesgo la paz en aquella tierra. Así que al final se resignó y se centró en sus estudios y en su familia.

Solo esperaba que antes de morir, pudiera volver a ver Narnia. 

Volviendo a Narnia│Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora