4. La Corona.

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Samantha.



Cuando por fin llegamos a la casa Triz no cabe de la emoción, ella nunca había entrado así que entiendo porqué está tan sorprendida.

La mansión es muy grande aunque, para nosotros, está es solo una casa de verano. Lo primero que encuentras es una reja antigua anclada a unos muros de piedra que rodean toda la propiedad. La casa fue construida en 1682 y el terreno abarcaba ochenta hectáreas, solo que, con el paso de los años y el constante cambio de propietario, la propiedad se fue subdividiendo hasta que llegó a las manos de mi padre siendo solamente tres hectáreas de terreno, y eso porque papá compró la parte de la propiedad que tiene un pequeño lago.

Al abrir la reja te topas directamente con un camino pavimentado ancho y espacioso en el que caben al menos dos autos juntos, el sendero entero está flanqueado por luces en el piso, césped y árboles, muchos árboles —eso se debe a que la casa está rodeada de bosque—. Al llegar al final del camino encuentras en el centro una hermosa jardinera circular grande, la cual tiene un precioso cerezo japonés enorme, que por cierto costó una fortuna traer aquí. Detrás de este se encuentra la hermosa casa estilo victoriana con demasiadas habitaciones para solo dos chicas, por eso mismo mandé a hacerle algunas modificaciones antes de mudarnos.

La primera fue la reja, la cual mandé cambiar por una automática que puedes abrir ingresando un código de seguridad desde tu auto o teléfono con una aplicación especial de la compañía de seguridad. Lo siguiente fueron las luces que flanquean todo el camino desde la reja de entrada hasta la puerta, tiene placas solares, lo que significa que se recargan utilizando la energía solar y se activan cuando detectan la falta de luz. Después continué con las habitaciones.

Antes de las modificaciones las casa constaba de cerca de diecisiete habitaciones, incluida la recamara principal —la cual es ahora mi recamara, claro—, ahora cuenta con siete habitaciones ubicadas en el piso superior y el resto de los espacios repartidos en la parte inferior. En la planta baja está el gimnasio, mi estudio, la piscina techada y un cuarto de armas oculto. En la parte de arriba, expandí mi habitación ampliando el baño con una regadera de cascada, una increíble bañera —que más vale que valga la pena cada centavo que pagué por ellas— y agregándole espacio a mí, ya de por si grande, guardarropa. Esas iban a ser todas las reformas, pero, bajo la constante y casi acosante insistencia de mi padre, dejé que agregara un área especial para practicar tiro en el sótano. Así que ahora toda esa área de la casa funciona como campo de tiro subterráneo con una habitación de pánico.

A veces pienso que mi padre exagera un poco con la seguridad... luego recuerdo la familia a la que pertenezco y se me pasa.

Ese nivel de seguridad jamás está de más en mi vida.

Llegamos a la entrada y aparcamos fuera del amplio garaje, no podemos meter los autos porque lo tengo ocupado con mi Hummer H3, mi Maserati gran turismo MC Stradale, mi Dodge Charger, mi Ducati Streetfinghter, la Range Rover, mi moto Triumph Thruxton 900 C.C. y mi Harley-Heaven Rod Hadcore. La mayoría obtenidos por medio de apuestas y algunos otros regalos por parte de mi padre, o mi hermano. Al igual que las otras tres propiedades que tengo tan solo en este estado.

Debo de reconocer que eso de ser la hija de uno de los narcotraficantes más peligrosos y más fuertes del mundo, con un imperio valuado en más de mil millones de dólares, que sigue creciendo gracias a los bares, antros, hoteles, restaurantes, empresas, acciones en otras compañías y un sinfín de cosas más que posee —ahora que lo pienso, será una herencia enorme—, tiene sus ventajas. En fin.

Carpe Diem [Saga Carpe Diem 1] *EDITANDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora