Capítulo 2

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Todo fue un entrada y salida de la consciencia entremezclada con una inconexa sucesión de imágenes de pesadilla. Una tras otra las llegadas que tuvo a la consciencia fueron peores que la anterior; en una de esas ocasiones vio enormes ojos negros que reflejaban la luz ambarina de las lámparas de aceite que miraban a una cierra cortar su brazo derecho con total indiferencia mientras él gritaba a todo pulmón. Alden se dijo que no podía ser verdad lo que vio.

Con el tiempo cada vez resultaba más extraño volver a ese otro plano dimensional llamada lucidez. No había manera de saber que era real y que no lo era. De vez es cuando avistó, o creyó hacerlo, a personas en batas de color crema entablando conversaciones en frente suyo. No podía oírlos en absoluto aunque pudo, en su embotamiento, captar alguna que otra palabra entre esos sujetos. Una de ellas fue: "reacción" y la otra era: "desfavorable".

«Locos...están todos locos», se decía cada vez que la bruma lo envolvía y cambiaba el escenario que creía que veían sus ojos.

Despertó por fin con un sobresalto. Se encontraba en una habitación con las ventanas abiertas, parecía media mañana por la luz que entraba por ellas. Las sábanas, suaves y limpias, contrastaban demasiado con la sensación de agarrotamiento que emanaba de su cuerpo. De inmediato saltaron las alarmas en su mente. Ésta no era la habitación que compartía con su esposa Kendra. Miró en rededor, definitivamente no se encontraba en el piso de su edificio que compartía con otras ocho personas.

«¿En dónde demonios me encuentro?»

Alden intentó incorporarse pero el peso de su brazo derecho impedía tal acción, era como si en vez de su brazo tuviese un ancla pegada a su cuerpo.

«¿Por qué no puedo moverme?»

-¿Qué es esto? -dijo con voz temblorosa al retirar la sabana.

Su brazo había sido reemplazado por un Aerum Bracchium, una prótesis de latón. La luz del día sacaba reflejos de su superficie. Lo cierto era que nunca había visto uno de tan cerca, sólo a unos pocos individuos de la alta sociedad eran capaces de costear tal cosa. Flexionó los dedos de su "mano" derecha, era fascinante lo inmediato que sus apéndices artificiales obedecieron a su orden. Siempre supuso, al ver los movimientos poco naturales de muchos nobles en la calle, que los Bracchium eran una prótesis como cualquier otra. La pieza de metal soldada a su cuerpo parecía tener vida propia.

«Esto debe de costar una fortuna -pensó Alden asustado-. ¿Quién haría esto por mí?»

Las emociones que corrían por la mente de Alden amenazaban con volverlo loco, estaba en un escenario tan excéntrico que debía de tratarse de un sueño o de una pesadilla. También se sentía sumamente agotado como si no hubiera movido un músculo por toda una semana.

Mientras forcejeaba consigo mismo para ponerse en pie escuchó pasos provenientes de fuera.

-No imagino como es que puede seguir con vida -dijo una voz de mujer que nunca antes había escuchado, su voz sugería lástima-. Cualquier otro no hubiese sobrevivido al tratamiento.

«¿Tratamiento?», hizo eco en su mente Alden.

-Mas le vale seguir con vida. Me cansé de cambiarle las sábanas manchadas con su mierda, si se muere habré hecho eso por nada-dijo la voz de otra mujer mucho menos simpática-. Lo menos que podría hacer es despertar para agradecerme.

«¿Estarán hablando de mi», se preguntó Alden avergonzado.

Antes de que pudiese siquiera llegar a hacer otro movimiento, las dos mujeres entraron a la habitación. No fue sorpresa para él que ellas no esperasen que estuviera despierto. Sus rostros que difícilmente se podrían describir como felices se intercambiaron por otros que expresaban tanto miedo como cautela. Alden miró a ambas, eran las típicas mujeres de servicio. Una de ellas tenía la cofia retirada de su cabeza, sostenida por un cordón atado a su cuello, dejando al descubierto sus cabellos morenos. La otra mujer de servicio a todas luces era una rubia. Alden notó que ambas tenían bordados en su uniforme un cisne negro sobre blanco. Y eso sólo significaba una cosa:

Mentes de HumoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora