Capitulo 2.

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                                                       (Si leen, voten por favor, gracias♡.)

El no impuso resistencia, es más, me siguió el beso pero sentí su incomodidad. Me aleje de el, y la tensión se hizo presente.

—Alexia...

—No —lo detuve— por favor no digas nada, lo siento —volvió a querer decir algo pero continué hablando— esto fue un error, no quiero que creas algo que no es —murmure rápidamente— voy a bañarme y... no me sigas —le dedique una mirada, por un momento mi corazón se derritió bajo sus ojos.

Trate de disimularlo, y me di vuelta para entrar al baño. Mire a mi alrededor y me senté en el inodoro... ¿qué acabo de hacer?

Levante la mano y toque mis labios, ¿por qué hice eso? ¿con que cara se supone que voy a mirarlo? nunca me sentí tan avergonzada.

“Sé sincera conmigo... no estás arrepentida de eso.

¿Qué? no, no y no, deberías calmarte un poco.

“Te comento cariño que somos la misma persona, solo que yo digo las cosas que no querés aceptar.

Mejor dejo de tener una lucha interna conmigo misma, parezco loca.

Volviendo al tema, no es la primera vez que lo veo sin remera, pero siento que esta vez fue diferente. Desde que murió mi madre dejé de lado todo... hasta mantener relaciones. Estaba de novia en ese entonces y Hale, así se llamaba, no era de esos chicos dulces y tiernos que te estaban siempre que los necesitabas... el solo me quiso para sexo y nada más.

Ya haya pasado más de 1 año y medio desde eso, creo que mis necesidades volvieron a florecer, Y CON MI PADRASTRO... no, eso no puede suceder.

“¿Y por qué no puede suceder?

Ignore la pregunta, y me desvestí, abrí la canilla de agua caliente y me metí en la bañera.

{26 minutos después}

Agarré la toalla que estaba en uno de los estantes y me envolví en ella. Tome una más chica y seque mi pelo. Luego metí la ropa en el cesto para lavar. Ahora debía salir de acá y pasar por al lado de él, que Dios me ayude.

Suspire y el pulso de mi corazón comenzó a aumentar, tome la manija y la abrí la puerta. El olor a pasta casera inundó mi estómago, haciéndolo rugir. Camine hasta mi habitación pasando por al lado de la cocina, y antes de cerrar la puerta a mis espaldas, escuche su voz.

—Alexia... —me detuve en seco.

—¿Si? —pregunté sin mirarlo.

—La comida esta lista, no tardes —contestó suavemente.

—Esta bien —susurré.

Apenas termine de decirlo, cerré la puerta con mi espalda y me senté en la cama suspirando. Recién me doy cuenta que había dejado de respirar, la cena va a ser algo incómoda.

Busque dentro de mi armario y elegí un camisón de seda rosa que llegaba por arriba de las rodillas. Abrí el cajón de la ropa interior para elegir un corpiño y bragas negras. Como no pensaba salir vestida así, recordé que para mi último cumpleaños me habían regalado una bata color azul marino, así que podía usarla ahora.

Una vez vestida, anudé la tira de la bata y salí del cuarto. Instantáneamente recordé el beso y volví a ponerme nerviosa. Me repetía interiormente que todo iba a estar bien, que solo había sido un estúpido beso, que no iba a cambiar en nada, y...

“¿Y si dejas de engañarte?gritó mi voz interior. ¿Realmente me había gustado el beso?

Borrando esas preguntas de mi mente, me senté en la mesa que estaba ya la comida servida, y tenía una vista espectacular. En frente mío estaba Justin, ya cambiado y comiendo.

—Se ve delicioso —murmure nerviosamente.

Levantó su vista y me dedicó una sonrisa a medias.

—Espero que te guste —contestó.

Le sonreí de vuelta y tome el cubierto con mi mano, enrolle la pasta en el y lo lleve a mi boca. Inconscientemente emití un sonido raro por lo rico que estaba, pero me detuve al masticar porque observe a Justin que se había atragantado. Me levanté de mi lugar y me puse a su lado para palmearle la espalda, mientras él tomaba un poco de vino que había en su vaso.

No entiendo porque se atragantó, si estaba comiendo tranquilamente.

“Tal vez si no hubieras gemido, él no se hubiera ahogado.

Por Dios, ¿QUÉ? yo nunca hice eso... solo... solo hice un sonido raro... o eso creo.

Me senté de nuevo en mi lugar, y lo observe que ya no tenía la cara pálida.

—¿Estás mejor? —le pregunto sonriendo a medias, evitando lo que mi mente acababa de cuestionarme.

—Si, perfectamente —hizo una mueca y por un momento creí que había hablado con sarcasmo— ¿cómo te fue en el trabajo?

—Agotador, mucho por hacer y muy poco tiempo —me lleve otro poco de pasta a la boca, estaba muy rico— pero a pesar de todo, me gusta —sonrié y vuelve a llenar su copa de vino.

—¿Querés? —me ofrece y asiento con la cabeza, luego llena mi vaso hasta la mitad.

Iba a decir algo pero un gran estruendo me detiene.

“No otra vez...

Daddy's here.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora