Capítulo 3.

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No, no, no, no. Pero, sí. Tenía que despertarme e ir al colegio, y creo que iba a desmayarme en cualquier momento se los nervios que tenía.  Por qué tenía que empezar con un nuevo colegio si en el otro ya estaba acostumbrada, lo odiaba, pero estaba acostumbrada.

Me levante contra todas las voces que me decían que no debía y que levantarse tan temprano es un delito, y me dije voy a ser fuerte. Puedo. Puedo. Arriba. Bien. Y, contra todo pronóstico,  me levante. Baje a desayunar, por más de que no tenía hambre, para mi familia siempre fue muy importante la alimentación. Aunque, por suerte, era flaca. Tenía bastante buen cuerpo, puedo decie. No podía quejarme. Tenía el pelo castaño-rubio, medio lacio, medio condas. Me llegaba por la cintura. Y me gustaba así. Por suerte, había sacado los ojos de mi papá. Tenía los ojos claros, verdes. Y tez blanca, no palida, pero blanca. Me costaba muchísimo quemarme, y eso lo odiaba.

Antes de bajar a desayunar, elegí ropa de mi placard. Era timida, pero me gustaba vestir bien, y lucirme. Y eso fue en lo que pensé cuando agarre lo que iba a usar. Elegí una remera azul, que era corta y dejaba ver parte de mi abdomen. Pero no mucho. Era musculosa, pero estaba estirada en las mangas, por lo que era abierta a los costados. Así que me puse un corpiño de encaje negro para que se viera. Como hacia calor escogí ponerme abajo un short de jean, nada especial, pero era desgastado, y en los bordes de abajo deshilachado, y en los bolsillos de atrás tenía varias tachas plateadas. En los pies me puse unas zapatillas lindas, celestes.

Cuando baje a desayunar, mi hermano me estaba esperando en la mesada con una sonrisa estupida pegada en la cara. Dime por favor que no era en serio lo de llevarme y recogerme. Tenía 17 pero tenía auto, y registro, con el cual sólo podía manejar cerca del barrio, y el colegio estaba cerca. Tenía pensado ir manejandolo, y aún tengo pensado hacerlo.

-Cam, no vas a llevarme.- dije, mientras preparaba las tostadas.

-Sí, voy a hacerlo. Que esto te quede para que sepas que no deberías jugar conmigo acerca de chicos.

-Bien, no lo haré de nuevo, lo siento.

-Tarde Lin.- Dijo sonriendo, iba a matarlo.

-Qué es lo que quieres Cam? Que no tenga nunca novio? Es eso?

-Exacto.- Por favor, no podía creerlo. En realidad iba a llevarme? No, no podía creerlo. Dónde estaba mi madre para defenderme cuando la necesitaba.

-Bien, acepto, por ahora. Pero que sepas que voy a tener novio en algún momento, vas a tener que aceptarlo. Si no es que ya tuve.- Y sonreí sabiendo que eso le molestaría. Y estaba en lo correcto porque lo oí susurrar "mierda". Bien, punto para mi.

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El viaje fue en silecio. Él no habló, y yo tampoco,  únicamente el sonido de la radio sonando. Cuando llegamos a la puerta del colegio, creí que mi cabeza explotaría. En serio, estaba muy nerviosa. No me gusta estar nerviosa. Dios.

-Bien, Lin. Llegamos.

-Mierda, Cam.-Iba a vomitar de los nervios, Dios.

-Lindsay, escucha. No va a pasar nada, ve a estudiar..- y enfatizó la palabra estudiar - .. y veras que todo saldrá bien, sí hermanita?

-Bien, te amo. -Sacó plata de su billetera y me la entregó.

-Te amo también hermanita. Comportate. Nada de chicos.

-Sisí, como sea.- y me fui.

Me baje del auto hecha una bola de nervios. Calma, calma. Es sólo otro día. Me dije a mi misma. Y sabía que era verdad, pero eso no lograba calmarme. Genial.

Llegue a mi primer clase, y sobrevivi, inesperadamente. Fue aburrido, pero me di cuenta de que nadie me miraba extraño. Eso era una buena señal, espero.

Salí de mi primer clase, y me dirigí hacia Bilogía. Odiaba Biología. O tal vez odiaba el profesor que me había tocado en el otro colegio,  pero daba igual. Odiaba la materia y no me sacarían eso de la cabeza. Cuando entre al aula, la clase aún no había comenzado, lo que era una buena cosa, ya que era horrible llegar tarde y que todos te mirasen. Horrible. Y sí, ya me había pasado.

Me dirigí directo hacia el fondo, porque era tímida sí, pero no era de las que les gustaba estudiar. No me sienten adelante porque volveré atrás. Me acomode en mi asiento, y al tiempo, entro el profesor. Todos se callaron, y se sentaron donde correspondía cada uno. A mi lado se sentó un chico muy apuesto, cabello rubio y ojos marrones. Alto y flaco, tal vez demasiado flaco, pero era apuesto. Y tenía muy linda sonrisa.. sí, me sonrió, y por supuesto le sonreí en respuesta.  El profesor comenzó a hablar, pero yo no lo escuchaba. Nunca me intereso Bilogía. Simple. Luego de un tiempo después de que el profesor haya comenzado a hablar, vaya uno a saber de qué, la puerta se abrió. En realidad, no mire para ver quién era al principio. Pero una vez que todas las mujeres de la clase comenzaron a susurrar, levante la cabeza, y mori, por lo menos por 3 minutos seguidos.

Era hermoso, en serio. No sólo era hermoso, era sexy. Y hay una diferencia. Muchos chicos lindos eran idiotas. Repulsivos, o no sabían comportarse. No lo conocía,  pero por lo que vi, sabía llevar lo lindo que era. Tenia el pelo negro, más corto atrás y a los costados, y más largo arriba. Pero arriba, lo tenía despeinado, y eso lo hacía ver 4 veces más bueno. Y, oh Dios, tenía los ojos celestes, no sólo eran celestes, era.. grises. Iba desmayarse. Tenía los ojos grises. Era un Dios, lo juro. Era alto, bastante. Yo medía 1,67 pero el tranquilamente me sacaba una cabeza y media. Era flaco, pero a comparación con el muchachos que se había sentado al lado mío,  tenía musculo. Sí que tenía. Es decir, no era muy musculoso, de esos que den miedo. No, tenía un cuerpo increíble, le concedía eso y.. espera, por qué venía caminando para acá? Y de repente me di cuenta. El asiento de al ladi mío era el único desocupado.

Sobre todo, mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora