11. Está pasando

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Xuso y yo dijimos de quedar el jueves en su casa; faltaban tres días.
Yo creo que me estaba enamorando de Xuso. Pero yo quería a Óscar. Estaba muy confusa pero no podía contarle mis pensamientos a nadie.
— Óscar, ¿tú me quieres?
— ¿A qué viene esa pregunta? Por supuesto, ¡Hasta el infinito y más allá! - dijo con voz de niño.
— Cada día estás peor cariño. - le contesté riéndome. - Por cierto, he quedado el jueves con Marta para ir a su casa. Como si fuéramos adolescentes. Supongo que me quedaré a dormir. ¿Te importa?
— ¿Qué? ¿Tendré que vivir sin ti? ¡Eso no será vida! No te podré abrazar por la noche, mi amor esto es muy duro.
— Golosón, ¡Es sólo una noche!
— Veeeenga, esta vez te dejo. - dijo riéndose a carcajadas.
— Que simpático. - le contesté con cierta ironía pero riéndome.

Los siguientes días transcurrieron con total normalidad, sin nada que destacar. Hasta el jueves, por supuesto.
El jueves por la mañana, Óscar me llevó a desayunar a un sitio con mucha clase. Después de el desayuno, fuimos a casa y yo nada más llegar, me dirigí a la ducha. Iba tan despistada que al salir, me caí. Pegué un grito tan fuerte que se enteró hasta Óscar, que vino corriendo a ver que había pasado. Me encontró en el suelo, y después ya se lo expliqué.
Por la tarde, me despedí de Óscar y me dirigí a casa de Xuso.
— ¡Buenas majestad!
— ¿Me harás un tour por tu casa o sólo quieres que conozca la habitación?
— Con la habitación creo que está bien. Bueno depende lo salvaje que seas.
— No me llaman 'pantera' porque sea la persona más dulce y reservada del planeta, creo.
Después de estar un rato hablando, y de que Xuso me enseñara su casa, cenamos y nos sentamos en el sofá.
Poco a poco nos fuimos acercando y sus ojos quedaron frente a los míos, y tomando mi cara entre sus manos su boca se acercó a mi cuello. Sus labios carnosos empezaron a besarlo, cuando yo me negué a seguir, él se lanzó a besarme, yo no me pude resistir a gozar ese placer y lo abrace al mismo tiempo que nos besábamos. Mi mano bajaba hasta agarrar el último botón de su camisa y cuando quedaron completamente sus brazos descubiertos la arrojé al suelo. Por un instante nos dejamos de besar, su dedo índice empezó a acariciarme mi labio inferior de mientras que bajaba su mano para empezar a bajarme la camisa.

Cuando Menos Te Lo EsperasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora