Lugares oscuros

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Esta etapa tuvo muchos inicios que explicarían por qué tengo depresión, momentos de mi infancia que reflejan ese sufrimiento que tuve que vivir para mantenerme al lado de mi figura materna. No me importaba nada si ella no estaba, desde que tengo memoria tengo recuerdos únicamente con ella, desde que mis papás se divorciaron cuando tenía cuatro años, no hice más que vivir con mi mamá, una mujer que daba la vida por sus hijos, que su situación económica no le impedía llegar a la casa con la cena a ver a sus hijos después de un arduo día de trabajo, no obstante, el momento que dio inicio a la tristeza, ganas de estar solo en todo momento, necesidad de atacarme a llorar sin ningún motivo, a  golpear la pared hasta dejarme la mano destuida, fue el momento en que me separaron de la felicidad que sentía al estar con ella.

Fue a los 12 años cuando pasé mis vacaciones de fin de año con mi papá al otro lado del país, me invitó al estadio para ver a su equipo favorito, aunque no me gusta el fútbol, acepté ir. En el medio tiempo mi papá recibió una llamada, vi como su cara feliz y emocionada por ver a su equipo del alma se desvanecía dejando un rostro de preocupación y tristeza profunda, supuse que era del trabajo o algo así, pero me di cuenta que estaba totalmente equivocado cuando bajó el teléfono, me miró, se le escurrió una lágrima por su mejilla derecha y con dolor me dijo las siguientes palabras "tu madre te quería mucho..." Lo interrumpí, salí corriendo, no se a donde, solo sentía la necesidad de correr y correr hasta donde nadie me encuentre mientras me digo a mi mismo "mi mamá murió".

Estaba atardeciendo y escuchaba de lejos los gritos de mi papá buscándome con desesperación, estaba en un callejón detrás de la iglesia del centro de la ciudad, acurrucado, bañado en lágrimas, repitiéndome las mismas dolorosas palabras que aún no creía. Mi papá me encontró unas horas después de escaparme, cuando me vio, corrió hacia mí y abrazándome empezó a llorar recordándome lo mucho que ella me amaba, lo mucho que sufrió para mí bienestar y todo lo que arriesgó para hacer de sus hijos personas admirables. No recuerdo bien cuánto tiempo estuvimos en ese oscuro callejón, creo que un par de horas porque ya estaba completamente oscuro y los drogadictos salían a fumar marihuana, entramos al auto, puse say you won't let go de James Arthur, me quedé mirando hacia mí derecha con la ventana abajo sin decir una sola palabra hasta llegar a lo que sería mi nuevo hogar.

En ese recorrido no hice más que recordar en esos momentos tan especiales que marcaron positivamente esos 10 años que estuve a su lado, momentos que hubiera querido que estuviera allí y que se sintiera orgullosa de mí como mi graduación de la secundaria, comprarle a ella la casa que siempre soñó, ver a sus nietos jugar en la playa, ese era su mayor sueño. Lo que más me dolió es ponerme a pensar en esas dos palabras que nunca le dije por cobardía "soy gay" no lo hacía por miedo, ni por pena, sabía que si le decía me iba a apoyar con toda su alma, ya es demasiado tarde.

Al llegar nos estaban esperando en la sala toda la familia angustiada, triste y completamente destrozada. Entramos, colgué mi chaqueta y subí a mi cuarto con la mirada abajo, no quería saber nada de nadie, no quería recibir el pésame de ninguna persona, solo quería estar solo y procesar absolutamente todo, entonces me empecé a preguntar ¿como murió? ¿por qué cuando no estuvimos? ¿acaso fue suicidio? Eran preguntas que se resolvieron años después en momentos que ni siquiera me hubiera imaginado.

Me quedé hasta el amanecer al lado de mi cama, tirado en el suelo y mirando al techo. Escuché a eso de las 7:30 de la mañana que mi padre golpeaba suavemente la puerta.

-¿Quieres desayunar?- dijo con la voz quebradiza

Con voz suave negué. Me levanté del piso con un insoportable dolor de espalda, los ojos inchados y los labios resecos, me daba dolor de cabeza mirar la alumbrada ventana así que bajé las persianas, me senté, agarré un lapiz y empecé a escribir todas las lecciones de vida que me enseñó mi mamá, escribía y escribía tanto que dió medio día y no acababa de escribir. Entonces mi papá ya preocupado entró a mi cuarto a preguntarme si necesitaba algo, negué con la cabeza y le pedí que se fuera, solo se quedó ahí parado, mirándome como si hubiera cambiado completamente, no paraba de mirarme entonces le empecé a gritar y a lanzarle cosas para que me dejara sólo.

No había comido nada en todo el día, tomé ánimos para salir de mi cuarto por algo de comer. Salí de mi cuarto, bajé las escaleras y noté que todo estaba en silencio, nada se movía, ni siquiera se escuchó un rechinido al bajar las escaleras, se sentía extraño el ambiente sombrío que había para ser las 2:00 de la tarde, todas las persianas estaban abajo y la sala estaba llena de botellas de licor y copas de vino, el edor a licor de sentía en mi nariz fuertemente, sentí náuseas, no me aguanté las ganas y corrí al baño a vomitar lo poco que tenía en el estómago. Me quedé sentado en la tasa con las manos en la nuca y los codos en las rodillas, pensando ¿y ahora qué? Salí del baño, tomé una rebanada de pan de la cocina y subí lo más rápido posible a mi cuarto para no sentir ese fuerte edor, cerré la puerta de mi cuarto y me senté al borde de mi cama, caí en cuenta que no veía mi celular desde que entré ayer al estadio, estaba tirado debajo de mi cama con la luz de notificación alumbrando, me llamó la atención porque nunca me llegan mensajes, lo desbloqueé y había un mensaje de voz junto a una llamada perdida, era de ella, mi madre, estaba desde ayer a las 4:00 de la tarde, una hora antes de que mi papá recibiera la llamada para darle la inesperada noticia. Me arranqué a llorar nuevamente al ver la última llamada que ella me hizo y no contesté, no tuve el valor de escuchar por última vez su dulce voz, tampoco pude reproducir el mensaje de voz que me mandó, no tenía las agallas para escuchar la voz de una persona que ahora está muerta.


Diario De Un Gay AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora