02:46.

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  Un largo día de trabajo, el jefe hoy estuvo más molesto de lo habitual en la oficina. Tiene más de cincuenta empleados a su cargo, pero parece que hoy yo era su motivo de entretenimiento. Todo yo.

 22:31... y recién logro llegar a mi casa. Todo el maldito día en el trabajo, no tengo vida. Vivo solo, en una casa un tanto pequeña. Si bien tengo un trabajo muy bien pagado, al estar la mayor parte del tiempo ocupado en el, no puedo socializar ni mucho menos. 

 No tengo hijos, ni novia, y realmente creo que tampoco amigos. Sólo hablo con mis compañeros de trabajo, que no son más que eso, compañeros, no amigos. Mis padres ya hace años están bajo tierra y no tengo tíos ni hermanos. Así que básicamente, estoy solo. Totalmente solo. 

 Mi única compañía es mi perro, Piccolo. Le di este nombre ya que sus orejas largas y puntiagudas me recordaban a las de el personaje de mismo nombre de Dragon Ball Z. Hoy en día no tengo tiempo para ver televisión muy seguido, pero en mi adolescencia era muy fan.
Es un animal pequeño, nunca puedo recordar el nombre de su raza. La verdad tampoco me importa mucho. No es muy afectuoso y vive la mayor parte de su tiempo dormido, así que tampoco es que ayude mucho.

 23:14... Comienzo a cocinar algo. Antes de la una de la madrugada quisiera estar acostado, a las 08:00 nuevamente debo levantarme. Aunque quiera hacer las cosas rápido e ir a la cama, soy una persona que disfruta de cocinar, y que, la verdad, prefiero tardar un rato y cenar algo bueno, antes que comer lo primero que encuentre o lo más rápido en preparar.

 00:03... Terminé de cocinar, tardé más de lo planeado. Un gran plato de pasta cacera con una salsa boloñesa. Me senté, frente al televisor, y mientras comenzaba a masticar, buscaba algo decente que ver por un rato. Me sentía alguien muy aburrido si me ponía a ver las noticias, así que pasando de canal en canal, terminé por poner caricaturas. No se ni lo que estaba viendo, pero me hacía reír, y eso me mantenía entretenido por un rato. 

 00:36... Terminé de comer. Mientras lavaba lo que había ensuciado seguía riéndome a lo lejos gracias a aquel programa. Alimenté a mi mascota, le di un poco de lo que me había sobrado, junto con su típico alimento balanceado. 

 Es invierno. En este momento, la temperatura ronda los tres u cuatro grados. Estoy con la calefacción encendida, además de un buzo grueso para abrigarme. No es que tenga mucho frío, pero disfruto de tener puesta una gran cantidad de ropa.

Me quedé entretenido mirando la nada, con la mente en blanco, durante un buen rato. Reaccioné y recordé que debía ir a acostarme. Me cuesta bastante trabajo levantarme por las mañanas, y prefiero no llegar tarde, mi jefe se pone totalmente insoportable si llego tan solo unos minutos luego de mi horario.

00:58... Por fin puedo acostarme, estoy realmente agotado. No tengo ningún tipo de ropa para dormir, así que teniendo en cuenta el frío que tenía, me acosté tal cual estaba. Me cubrí casi totalmente con mis sabanas, y allí me quedé un momento con los ojos abiertos.

Miraba mi habitación. Los armarios cerrados, la puerta cerrada, la ventana cerrada. Todo sumido en una casi completa oscuridad. Sólo la luz de la luna que entraba por aquella ventana me permitía ver algo. Sin ella estaría practicamente ciego aquí dentro. Siento que lentamente el sueño me gana, hasta que quedo dormido.

Me despierto en medio de la noche, es muy raro ya que una vez que me duermo, no me despierto hasta que suena mi despertador, volteo en mi cama para ver la hora, son las 02:46... aun tengo tiempo para dormir. Cierro los ojos nuevamente, pero al instante los vuelvo a abrir.

Estoy seguro de que había cerrado la puerta perfectamente, es imposible que esté abierta... entonces ¿qué hace abierta?. Me senté en la cama con la duda nadando en mi mente. Mis ojos todavía no se acostumbraban a la oscuridad, recien me despertaba. Poco a poco comenzaba a ver mejor, la luz de la luna me ayudaba en esto.

Observé la puerta abierta, al final del pasillo, había algo en el suelo, y un rastro que entraba en mi habitación. Tardé en darme cuenta, que aquella cosa que estaba observando inerte en el suelo era mi pobre perro, y aquel rastro era su sangre. Se me paró el corazón al pensar "¿si la sangre llega hasta aquí, entonces...?".

Comencé a seguir el rastro con la mirada dentro de mi habitación, con total lentitud y un pánico presente en mi, como nunca lo había sentido en la vida. La sangre llegaba hasta el rincón más oscuro del lugar. No llegaba a diferenciar nada. Quería ver que había ahí, aun con el miedo que me invadía, así que me destapé y me puse de pie, y silenciosamente comencé a avanzar paso tras paso.

Llegué a estar a un metro de esa oscura esquina y comencé a hacer fuerza con mi mirada para intentar ver algo. Podría prender la luz, pero simplemente me aterraba hacerlo. No distinguía lo que estaba viendo, era totalmente negro, parecía madera. Tuve la mala idea de tocarlo, y al hacerlo, noté algo que simplemente me congeló. Era un cuerpo. Y sentía el movimiento del pecho al respirar.

Aquella cosa, que por su piel y su tamaño no podía ser humano, se comenzó a agachar lentamente. Era sumamente alto, debía tener todo su cuerpo doblado. Cerré los ojos lo más fuerte que pude, sentía como respiraba en mi oido, los sonidos que hacía, tan inhumanos y desagradables. Puso sus manos con dedos extremadamente largos sobre mi, gritó en mi cara como si fuera un xenomorfo y...

Desperté. Totalmente transpirado, agitado, con el corazón queriendo escapar de mi cuerpo. Fue una pesadilla, solo una horrible pesadilla. Giré en mi cama para ver la hora, 02:45. Me relajé por un instante, hasta que escuché a mi perro hacer un sonido extraño, y segundos despues vi como algo comenzaba a abrir la puerta.

El libro del horror de BásperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora