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El perro enamorado de las estrellas

Teen Titans propiedad de Glen Murakami

Había sucedido lo que nadie jamás hubiese ni imaginado, Starfire terminó su relación con el líder de los titanes. Starfire. Ella a él. Impensado. La muchacha hacía varias semanas que notaba la distancia de su ahora ex novio, el cual se encontraba, para variar, completamente ensimismado con un caso que no habían podido resolver. No le molestaba su ocupación en eso, lo que a ella le había empezado a doler profundamente eran los comentarios y las actitudes que él le soltaba cuando quería algún tipo de señal de cariño.

Lo que terminó por convencer a la joven tamaraneana fue una frase en particular, una frase que la caló en lo más profundo de su alma y que hizo que tomara la decisión de dejarlo ir de una vez

Después de todo, aquello le demostró que Robin jamás podría ser otra cosa además de un héroe. Jamás.

Cierto día, más precisamente su aniversario, la pelirroja había preparado un desayuno especial para su novio. Era una de las pocas veces que cocinaba algo terrestre, ya que siempre se especializaba en el espacio culinario tamaraneano. Tocó la puerta de la habitación del chico, escuchó un "pasa, Star" y se adentró en ella. Allí, Robin se encontraba sentado en su cama con cientos de recortes de diarios desparramados por doquier, el joven se despeinó los cabellos al ver lo que su novia traía, algo nervioso.

—Escucha Star, en este momento no puedo… Debes entender que las cosas cambian y…—Las palabras de él fueron interrumpidas por la chica, quien había apoyado con brusquedad el desayuno sobre la mesa de noche.

—Ya basta, Robin. Ya no quiero ser ignorada, disculpada y luego ignorada otra vez. Hace semanas que todo esto está en esta situación y yo ya no puedo seguir persiguiéndote. Fui una tonta al pensar que realmente podías ser algo más que un héroe, realmente me equivoqué. Te pido disculpas por haberte interrumpido en tu labor todo este tiempo, no fue mi intención ser un obstáculo para ti.

Eso fue lo último que le dijo. Él no pudo responder, ya que ella ya se había ido.

De ese hecho ya habían pasado cuatro semanas, los demás titanes ya estaban al tanto de la situación, más nadie dijo nada. Por su parte, la extraterrestre trataba de mantener su sonrisa de siempre pese a que, en el fondo, estaba completamente destrozada. Robin salía poco y nada de su habitación, menos que antes. Trataba a toda costa de evitar cruzarse con la muchacha, algunas veces le era imposible, después de todo vivían en la misma casa, pero en esos instantes él cobardemente desviaba la mirada o se comunicaba con ella a través de monosílabos.

Habían terminado de cenar, era viernes y eso significaba una cosa: noche de películas. Cyborg esa noche no estaría presente ya que había prometido ayudar a los titanes del este en un asunto que los demás no tenían muy en claro, sospechaban que específicamente Bumblebee tenía algo que ver. A Robin ya ni lo contaban, desde lo sucedido con Star ya no se quedaba con ellos y era entendible.

Chico Bestia contabilizó a las dos chicas como compañeras de películas esa noche. Pero sus planes se vieron modificados cuando su amiga de ojos esmeralda comenzó a levitar, dirigiéndose hacia el pasillo.

— ¿Star? ¿No te quedarás al viernes de películas? Hoy te tocaba a ti elegir. —Starfire le dedicó una sonrisa y le negó con la cabeza. Acto seguido, continuó su camino. El muchacho verde iba a volver a detenerla para intentar convencerla, pero Raven lo frenó.

—Hace exactamente un mes que su relación con Robin terminó. Seguramente quiera estar sola. —Dijo con su voz monótona. Chico Bestia miró con preocupación por donde se había ido su amiga y suspiró. Luego, volteó su vista hacia la encapuchada y le guiñó el ojo pícaramente.

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