cap 20

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La empática oscura ya estaba a punto de matar a su robótico amigo sentado frente a ella con sus propias manos.

Esta era la quinta vez en la semana que la molestaba por eso. ¿Por qué simplemente no lo olvidaba y dejaba las cosas así? Tampoco es que fue la gran cosa lo que había hecho. Era tan absurdamente tonto eso que la vena de su frente estaba a punto de explotar por las 'graciosas' bromas que hacía Cyborg de eso.

Flashback

El reloj marcaba con sus agujas las 9,23 de la mañana y todo, extrañamente, se encontraba tranquilo y en orden. Parecía que los villanos se tomara un descanso de sus fechorías y les dejara a los titanes tiempo libre. Todos estaban contentos por eso, excepto Robin, que, como siempre, no se podía relajar ni un momento, alerta por si algo malo ocurría.

En la sala de la torre T, sentada en el sofá de piernas cruzadas, se hallaba Raven concentrada en su lectura, encerrada en su propio mundo, y junto a ella estaba un decaído Chico Bestia fingiendo que disfrutaba de la programación que pasaba en la televisión.

La hechicera ya estaba perdiendo los nervios. Tener a un Chico Bestia deprimido afectaba más sus emociones que uno torpe e hiperactivo. Desde hace una hora —lo que llevaba sentada allí—podía percibir la aflicción que recorría al metamorfo de manera inverosímil. No entendía muy bien la razón, pero sea lo que sea la estaba llevando al límite.

De acuerdo, se cansó, averiguaría lo que le pasaba con Chico Bestia antes que estallara la torre. Se cuestionó a sí misma por qué no sólo abandonaba la sala y se iba a encerrar en su cuarto, pero su consciencia —de la dudaba mucho su existencia— le decía que no debía dejarlo allí, tan perdido y solitario. ¿Y si llamaba a Cyborg? Él seguro era de mucha más utilidad que ella, no obstante, su consciencia —la cual ya comenzaba a fastidiarla de manera significativa— la invitó a hacerlo por su cuenta.

Suspiró internamente y cerró su libro para concentrarse en el metamorfo a su lado. Bien, ella averiguaría lo que le pasaba y haría lo que estaba en sus posibilidades para ayudar a su compañero. Maldita consciencia.

—¿Qué tienes, idiota? —preguntó la siempre y cálida Raven.

El chico de color secundario levantó la cara y enfrentó los fríos ojos de su compañera.

—Como si te importara —contestó cortante, volteando su cara para no verla.

Esa no se la esperaba… ¿Chico Bestia era quién le había dicho eso o era su alborotada imaginación?... ahí fue cuando se dio cuenta de sea lo que sea que lo perturbase era algo serio y se aventuró a descubrirlo. Usaría la siempre factible: 'muérete solo si no me quieres decir'.

—De acuerdo. —Se levantó del sofá con su libro en la mano— Si te quieres hacer el difícil no te lo voy a quitar, no soy nadie para obligarte a hablar. Así que esperó que te vaya bien pudriéndote en tu desolación.

Empezó a caminar a la salida de la sala pasando frente al cambia-formas, pero se detuvo cuando sintió que alguien se aferró un poco a su capa. Al voltear no se sorprendió al ver que fue Chico Bestia quien lo hizo. Por supuesto su plan funcionó.

Se veía realmente afligido y tenía las mejillas sonrojadas, avergonzado de tener que hacer eso con Raven. La hija de Trigon se enterneció contra su voluntad ante la frágil apariencia del chico, pero se mantuvo callada, se sentó junto al titán dejando su libro a un lado y prestando toda su concentración en el mutante, esperando pacientemente a que estuviera listo para dialogar.

Estuvieron en silencio un largo tiempo, hasta que al fin Chico Bestia se sintió preparado para hablar.

—Hoy se cumple 9 años de la muerte de mis padres —habló en un susurro casi imperceptible, pero Raven logró escucharlo.

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