Passato

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La oscuridad penetraba por mis ojos y el sueño de la niña de cabello negro aún me palpitaba en la cabeza. Estaba soñando.

Sentía que el cabello húmedo se pegaba en mi nuca y en la frente. Estaba corriendo por entre el bosque, pero aún no lograba saber de qué me estaba alejando. Estaba jadeando y el cuerpo no me respondía bien, estaba cansada y exhausta. Pensé que lo mejor era descansar, nada me estaba persiguiendo y, si así fuera, igualmente era un sueño. Solo eso. Paré, y mis pies me lo agradecieron con alegría, todo mi cuerpo parecía estar tranquilo. Coloqué mis manos en las rodillas y agaché la cabeza mientras cerraba los ojos. En ese momento, algo me empujó desde atrás con una fuerza brutal, lo que me hizo caer de espaldas, golpeando mi cabeza contra el suelo de tierra. Eso me dejó mareada, con la vista nublada y el cuerpo adolorido. Me quedé allí acostada, no podía moverme, casi ni respirar, el golpe me había dejado sin respiración debido al choque de los pulmones contra la fría y húmeda tierra. Traté de levantarme lentamente, pero el peso de un auto entero se abalanzo sobre mí. Abrí los ojos con cuidado, mientras me removía por debajo de él, y solo pude observar los ojos grises y el rostro de Gabriel mirándome con una sonrisa de lado. Por último, la oscuridad se fue y me desperté sentándome en la cama con fuerza, estaba agitada y gotas de sudor surcaban por mi espalda y mi frente.

Estaba en mi habitación. Hacía unas horas, Alex y yo habíamos comido la cena, que yo había preparado, en total y completo silencio, lo único que se había escuchado eran los jadeos de la perra de él, que se encontraba sentada junto a mí, moviendo la cola como un péndulo hipnotizante, para que le dé un poco de comida.

Me levanté con pesadez y me dirigí al baño. Hoy era viernes. Rodeé los ojos. Sabía lo que eso significaba… una cita con el extraño chico de cabello azul. Y también significaba el fin de mi semana a solas con Alex. Por suerte. No soportaba más verlo salir todos los días y que volviera, bien entrada la noche, con una chica diferente. Que parecían estar cada vez más anoréxicas y operadas.

Me lavé la cara con el agua fría que salía de la canilla y me recosté sobre el lavabo. Estaba cansada, aunque había estado durmiendo por horas. Salí de la pequeña pieza blanca, y me dirigí a mi habitación, el sol estaba saliendo. Pronto estaría amaneciendo completamente y yo debería levantarme para ir y prepararme para el Instituto. Rodeé los ojos de nuevo y lancé un bufido. Realmente detestaba ir allí… si al menos recuperase la memoria, al menos sabría algo sobre mí y tal vez evitaría tener que ir al colegio porque era una chica súper dotada. Aunque era remotamente imposible.

Entré al cuarto de baño de nuevo, y me dirigí a la bañera. Tomé un baño largo y tranquilo, me quedé bastante tiempo bajo el agua, tratando de recordar lo que había sucedido con la lluvia el otro día. Cerré los ojos con fuerza y me negué en seguir pensando en aquello, sabía que había sido producido por un techo que había allí momentáneamente o las hojas de un árbol que se movieron por el viento y me cubrieron de la lluvia… cada vez sonaban más estúpida pensando de esa forma. Me sequé con rapidez y me cambié lentamente. Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina para comer algo rápido, había unas frutas cerca de allí, por lo que tomé una manzana roja y brillante y me la llevé a la boca. Tris se encontraba allí, moviendo la cola como péndulo y manteniendo la lengua afuera, pidiendo comida, como siempre. Recibió un pedazo de manzana, que se devoró en apenas unos segundos. Miré por la ventana, el bosque estaba imponente y hermoso… una atracción casi magnética y sobrenatural. Tenía que ir allí. Tenía que saber algo acerca de la muerte de la mujer, alguien seguramente lo habría encontrado y ya estarían los policías allí. Por lo que me decidí a ir, Tris me siguió hacia la puerta.

–No, Tris. No puedes venir conmigo –dije mirándola. Su respuesta fue mover de lado su cabeza, como si no le importara nada lo que yo decía. Como no daba vuelta atrás, decidí llevarla conmigo.

Secretos de Sangre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora