La niña que llora

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Durante largas noches de otoño, mi pequeña hija no para de llorar. El ramaje de los arboles golpeando por el vidrio de su ventana y la lluvia torrencial cubierta de sombras, hace que su mente de origen a las mas temibles fantasías que pueda desarrollas una niña de cuatro años.
Cada noche sube a mi cama y su cara luce pálida, sus ojos desorientados y sus gritos se escuchan por toda la casa.
Cuando la tomo en brazos, su cuerpo helado se apega al mio y toma mis cabellos con fuerza cuando trato de acostarle en la cama.
Al plantearle la situación a mi marido, este solo responde con una mueca de disgusto.
-¿Otra ves con lo mismo Sara?
-La niña no puede dormir Armando tiene pesadillas ¿Acaso no escuchas los gritos?.
Mi marido me lanza una mirada penetrante de rabia, luego toma sus cosas y se va al trabajo con la taza de café y el pan a medio terminar.
-No discutiré contigo- me indica antes de cerrar la puerta- llamar al Doctor Rodriguez.
La casa queda en absoluto silencio y me mantengo callada, sentada aun con mi taza de café a medio beber.
-Papá no nos quiere- dice mi hija desde el umbral de la puerta de la cocina.
-Papá esta preocupado- le indico tratando de disimularle el disgusto de su padre.
Las noches se volvieron amargas, cansadoras e interminables, la niña gritaba haciendo que los perros aullaran.
Cada noche corría a su cuarto desesperada y me decía que no prendiera la luz, que me quedara junto a ella.
-¿Que te pasa mi cielo?- le decía dulcemente.
- Mami me ahogo, la oscuridad me aterra, no hay luz mama- me decía desesperada.
-Deja que la encienda por ti- le decía.
-¡No mama, no me dejes! duerme junto a mi.- me pedía.
Cuando mi marido se levantaba y no me encontraba en la cama, se dirigía al cuarto de mi hija y al verme durmiendo plácidamente, su cólera aumentaba.
-¡Esto no puede seguir así! - me grito al momento de botar las muñecas de la niña por el suelo.
-¡Mamá no dejes que papá tire mis muñecas, dile que lo quiero mucho!- ella me pedía.
-¡No tires las muñecas de la niña! le reprochaba yo- ella dice que te quiere mucho...
-¡Por favor ya cállate!- me dijo mi marido haciéndose a un lado y acurrucándose en posición fetal en la habitación.
Me dirigí a el y puse mi mano sobre su cabeza, me incline para quedar a su misma altura.
-Todo estará bien - le dije - la niña ya duerme al fin, puedes estar tranquilo..
Mi marido me miro con lagrimas en los ojos y me replico.
-Es mejor que ambas me dejen tranquilo entonces...
Se incorporo de forma rápida y tomo el teléfono para realizar una llamada, parecía urgente, ya que sus dedos se resbalaban con las teclas del teléfono y luego se marcho sin nada mas que decir.
Pasaron algunas horas ya entrada la noche y mi marido regreso con el doctor Rodriguez, quienes me encontraron sentada en la cama, haciéndole cariño a mi hija para que no despertara.
-¿como haz estado Sara?- me indico el medico mirándome por el rabillo de los anteojos.
- No he podido dormir doctor, la niña no me deja- le indique.
- Ya veo - me dijo el en tono calmado.
Mi hija al ver al medico se puso a llorar, nunca le han gustado las visitas de los médicos, cuando era bebe estuvo hospitalizada y desde ese entonces que les tiene mucho miedo, hizo que le pasara un caballito de madera con el que le gustaba dormir y se aferraba a el.
-Será mejor que se vaya doctor- le indique- la niña esta inquieta.
-¿Como sabes que la niña esta inquieta?- me indico el siquiatra.
-¿Es que acaso no la ve doctor?- le dije incrédula.
Mi marido me miro amenazante y sin pensarlo dos veces me tomo del brazo y a pesar de que el medico le pedía que se calmara, este no aguantaba mas su cólera.
-¡Si te la llevas puede ser perjudicial para ella!- le indico, pero mi marido hizo caso omiso al siquiatra.
Me llevo del brazo hasta el auto dejando al medico atrás y cuando me opuse por que la niña estaba llorando, en un intento desesperado me dio una bofetada fuerte y dura.
-¡Sube al auto!- ordeno.
Cuando deje de llorar, pude divisar el paisaje que nos recibía en una noche fría y oscura otoñal.
Nuevamente mi marido me saco del auto y me llevo a visitar una tumba.
-¡Ahora dile a tu hija que pare de llorar! - me indico con lagrimas en los ojos.
-¿Que le hiciste?- le dije gritando- ¿Que le hiciste?.
-Dímelo tú- me indico- se ahorco una noche con el caballo de madera que le regalaste y que era de tu abuelo.
De pronto, la vocecita de mi hija se sintió debajo de la tierra.
-¡Mami sácame, esta oscuro aquí!- me imploraba.
Comencé a enterrar mis uñas desesperadamente en la tierra y escarbe lo que mas pude. La tierra mojada emanaba de la ultima lluvia en la tumba de mi hija.
-¡Detente! me tomo mi marido por la cintura y me echo hacia atrás.- ¡Estas loca, enloqueciste después de la muerte Laura!
-¡No esta muerta, la enterraron viva! ,¡No esta muerta, la enterraron viva!. ¡No esta muerta, la enterraron viva! - repetía una y otra ves enterrando mis uñas en la tierra.
-¡Por favor dile que se calle!- me grito mi marido al fin.
-¡¿Tu la escuchas?!- le grite asombrada.
-Cada noche cuando grita y se que es su espíritu el que tiene miedo, pero tengo que dejarla ir, tenemos que comenzar a vivir amor.
Los gritos de mi hija se hicieron mas intensos y le repetía de pronto, abrazada a mi marido, que por favor me dejara, el problema es que nunca lo hizo.
Mi marido se fue de la casa, después de lo que vivimos en el cementerio, firme los papeles de divorcio y no lo volví a ver, no podía soportar el hecho que nuestra hija nos visitara en la casa y por mas que la ignoraba, terminaba cediendo a sus caprichos, hasta que aprendí a vivir con ellos.
Mi hija aun ronda por la casa, me habla, me susurra cosas, me dice que su padre no nos quiere, me pide que duerma con ella, por que tiene miedo, la ultima ves que me pidió que durmiera con ella, me pidió que fuera para siempre....

DesmotivacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora