Capítulo 3 - Abandonando Marte

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Atención: capítulo un poco fuerte

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Atención: capítulo un poco fuerte. Lean con discreción. Gracias.

Maia

Está dormido. Sus brazos cubiertos con bellos tatuajes de colores adornan su piel tostada, su pecho y su estómago esculturales suben y bajan con cada respiración. Se nota que es un hombre maduro, probablemente tenga más de 30 años. Algunas canas se entremezclan en su cabello rubio arena. Eso lo hace más atractivo, más animal. Nunca me gustaron los chicos de mi edad, son unos inmaduros. Mi vida ha sido difícil. No es el tipo de vida donde tu madre te despierta a la mañana y te dice:"cariño, despierta que tienes que ir al colegio" Mi vida te despierta arrojándote de la cama. Golpeándote con la pared. Por eso no me interesan los chicos de mi edad, preocupados por si llegarán a ver a tiempo el último episodio de The Walking Dead, ó el partido de fútbol. No, a mi me preocupa si voy a llegar a fin de mes con mi sueldo. Me preocupa si podré pagar los estudios de mi hermanita. Me preocupa que un día vaya a encontrar a mi madre muerta de una sobredosis.

—Venus...—él murmura, todavía dormido.

Acaricio los dibujos de su piel con mi dedo. Es tan bello, fue tan amable y gracioso, y ni siquiera sé su nombre. El sexo  fue fantástico. Nunca pensé que sería tan bueno. He visto películas y siempre me pregunté cómo sería. Y hoy decidí que haría algo por mí. Él fue mi regalo. Ni siquiera le dije que era virgen. No quería arruinarlo todo. Dudo que me hubiese creído. Con el tiempo y por necesidad, he aprendido a mentir como un ilusionista.

Si tan sólo pudiera olvidar todo. Si tuviera otra vida, o si estuviera en otro momento de mi vida tal vez le dejaría a este hombre mi número. Pero no puedo, no es el momento indicado.

Ya son las 7 menos veinte de la mañana. Tengo que irme a mi casa. Tengo que hacerle el desayuno a mi hermanita y acompañarla a la escuela.

Suavemente, destapo mis piernas y me muevo hacia el borde de la cama. ¿Dónde están mis bragas?

—Nahh—dice y su brazo me jala hacia su cuerpo caliente.

Me quedo tiesa. Su respiración parece regular. Giro mi cabeza y lo observo. Sigue dormido.

¡Dios! Podrías hacerme esto más sencillo, ¿no?

Tomo uno de sus dedos y quito su brazo de encima mío, lo dejo a un lado y me levanto de la cama rápidamente. Él se da vuelta en la cama y comienza a roncar.

¿Dónde están mis bragas?

Levanto el acolchado que está sobre la asquerosa alfombra de motel. Dios sabe los bichos que hay en esa alfombra. Si mis bragas están sobre el suelo que se las lleve el diablo, no me las pongo. Las enfermedades que me puedo agarrar.

No, no está bajo el acolchado. Pero sí está el resto de mi ropa.

Me pongo mi falda y mi remera, luego me ato las zapatillas y me pongo mi campera. Tomo mi bolso que está en el suelo y me dirijo a la puerta. Me doy la vuelta y lo miro por última vez. Parece tan pacífico, allí desparramado.

Amor Clandestino #ChA2017 #WGA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora