Capítulo 14. El cumpleaños de Bryan.

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   Bryan había cumplido un año más el día anterior; y si bien lo festejó en familia, ninguno de sus amigos pareció haberlo recordado. Ni siquiera Sally que, desde hacía un tiempo la veía con deshabitual frecuencia, y se hallaba bastante desilusionado al respecto. Siempre sus aniversarios fueron los más animados de todo el pueblo y jamás tuvo que organizarlos, simplemente los chicos y chicas venían, contribuían con bebidas o entremeses y él sólo se encargaba de crear un buen clima, cosa que no le era difícil. En pocas palabras, era el rey. Julianne lo sacó de sus cavilaciones a golpear la puerta de su recámara.

   –Bryan, necesito que me hagas un favor –pidió ya adentro.

   –¿Cuánto me vas a pagar?

   –Te dije un "favor." ¿Entiendes ese significado?

   –Bueno. Dime. –La apuró, pues, jamás le gustaron los sermones ni los discursos y a su hermana parecían encantarle darlos.

   –Debo ir urgente a casa de Steve y quiero que me acompañes.

   –¿Qué, aún no sabes dónde queda?

   –Sí que sé.

   –¿Entonces?

   –Nunca entré, si es lo que te estás cuestionando, y él vive solo, por si no recuerdas.

   –¿Desconfianza?

   –No, sólo que... ¡¿Qué te importa?! –respondió al ver la sonrisa burlona de su hermano–. Además, ya es de noche.

   –Ya; ya comprendí. Eres novata, pero, no estúpida. Te conoces muy bien –insinuó y ella se mordió la lengua para no mandarlo a donde pensaba–. ¡Bueno, vamos, entonces! –habló vagamente poniéndose de pie, después de todo, hacía un par de días nadie se acordaba de él.



   Al entrar a la lujosa casa, las luces se encendieron junto con un grito homogéneo y explosivo de "sorpresa", acompañado de maracas, confeti y demás. Al joven se le iluminó el rostro de júbilo y, tras abrazar efusivamente a su hermana y a Steve, fue directo a Sally para en seguida comenzar con el alboroto. Todos sus amigos estaban presentes.

   En determinado momento, en el que Julianne y Steve conversaban, Bryan se acercó a ellos junto con Sally.

   –¿La estás pasando bien? –el anfitrión indagó al agasajado.

   –¡¿Que si la paso bien?! ¡Es fabuloso, lo adoro!

   –Me alegro. ¿Y tú, Sally?

   –¿Qué puedo decir? Nadie que esté cerca de Bryan puede aburrirse.

   –Eso lo dices porque no eres su hermana –intervino Julianne haciéndolos reír.

   –¿Steve, sabías que esta doncella que está junto a ti, te tiene plena confianza? –Bryan comentó socarrón mirando a Julianne y esta se sonrojó de pies a cabeza. Steve la estrechó dándole un beso.

   –Es muy halagador –le habló a ella y, luego, se dirigió a la otra pareja–. Eso es porque nacimos el uno para el otro.

   –Igual que nosotros –el festejado dijo refiriéndose a Sally, trayéndola más hacia sí, teniendo por respuesta un ligero beso en los labios.

   –¡Enhorabuena! –Julianne clamó vivaz–. Y me complace que seas tú, Sally.

   –¡Gracias! Me tranquiliza mucho el saber eso de mi futura cuñada.

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