Ya estábamos a metros de la capital, a medida que nos acercábamos, podíamos ver todo el caos y la destrucción que se había creado en un par de días. Las calles abandonadas, los autos en llamas vivas, personas en el suelo muertas, las otras infectadas, se sentía a metros el olor a descomposición de los cuerpos que crecía con las olas de calor producto del seco verano. Negocios saqueados, vitrinas rotas, las calles empapadas de sangre, alarmas de autos sonando en todas direcciones, casi no se podía pasar con las camionetas. Avanzamos lento, ibamos solo por avenidas principales para evitar las calles estrechas que estaban plagadas en infectados.
Todos estabamos sin palabras, era una pelicula de terror.-¿Como en tan poco tiempo, se produce esto, que habrá pasado?¿cuanto lucharon estas personas?.
-Preguntaba Belén con la voz entre cortada, aguantando el llanto.
- No lo se, conteste, solo espero que nuestras familias sigan luchando.
Fuimos a la casa de las familias de cada uno de nosotros, sin éxito. Todas vacías, saqueadas, rotas, bañadas en sangre y no importaba por donde vayamos o que ruta tomemos, todo era cenizas, caos, silencios ruidosos, multitud de muertos vivientes, violentos, como si fueran traídos del mismo infierno, la intención de ellos es comer, desgarrar y matar. Perdíamos la esperanza a medida que visitábamos las casas de cada uno; solo faltaba la de Alejandro y la mía que quedaba de paso. Al llegar a la casa de Ale, vimos que era la única que tenia las puertas cerradas con llave, un rayo de esperanza renació en nosotros. Bajamos del jeep, Ale, Esteban, Hector quien llevaba su revolver viejo y yo. Abrimos la puerta y miramos antes de entrar, nadie salio a recibirnos, entramos, en las habitaciones todo estaba en orden, relativamente limpio, pensamos que habían dejado aquel lugar hasta que entramos al comedor, fue cuando la espera de Alejandro terminó, ahí estaban sus padres y una persona que no conocíamos, los tres yacían en el suelo muertos, el desconocido era un infectado, sin labios, ropa rota, empapado en sangre, la madre de Ale tenia un agujero de bala en la frente junto con una mordida en el cuello y otra en el brazo y el padre también con un tiro pero al costado de la cabeza, y un revolver parecido al de Hector en la mano, el estaba hundido en su sofá, pudimos determinar claramente que habia pasado en ese frio lugar.
Ale, ¿que quieres hacer con los cuerpos? Le pregunte posando mi mano en su hombro.
Aún impactado por tan fuerte imagen, con una voz muy leve y débil, unas palabras escaparon de su boca.
-dejemos que descansen en su cama, ayúdame a llevarlos y los cubrimos con unas sabanas.
-Ale, estábamos claros que esto podía pasar, que nos podíamos encontrar con esto, lo sabes.
-lose, se que podían estar muertos, solo que de igual manera es fuerte verlos así y que tomaron esa decisión. ¿ni siquiera esperaron a que llegara? O salirme a buscar no se!!, ¿solo lo hicieron y ya?.
-tu madre tenia dos mordidas, asumo que no se quería convertir y tu padre no quería estar sin ella, fue su decisión, tendrás que respetarla.
Dejamos los cuerpos en la cama envueltos en una sabana blanca. Alejandro tomó el revolver de su padre y se lo guardó en su cinturón por su espalda y se acomodó la polera dejándola escondida.
Nos subimos al jeep en silencio, con la mirada en nuestros zapatos, sin palabras, sin fuerzas, Alejandro lo decía todo con su mirada.
-Ay no, no no noooo mi amor!
Exclamó Paulina abrazando a su ahora huérfano novio, Ale al ser abrazado por ella, cayó en llanto y le devolvió el reconfortante abrazo.
Nos pusimos en marcha hacia mi hogar. A medida que mas nos acercábamos, mas me estremecía, mi estómago se apretaba mas y mas, mis manos temblorosas no me dejaban conducir bien, hasta que llegamos, ahí esta mi casa, perfecta por fuera, y añoraba que por dentro fuera lo mismo, también estaba todo cerrado, lo que me produjo angustia y que mi corazón latiera a mil por hora. Bajamos los mismos, abrí la reja y la puerta con mis llaves, mi perro no ladraba, cosa que hacia siempre al verme llegar, entramos y todo se veía en orden, todo en su lugar, pero nadie en casa, recordé que mi hermana andaba en una gira de los scout y mi hermano mas pequeño andaba en la playa San Antonio por un torneo de futbol así que las posibilidades de encontrarlos a todos juntos eran nulas.
Busque por cada rincón, en cada habitación hasta que llegué al baño. Ahi estaba mi perro, infectado, su cabeza estaba agujereada y le faltaba su ojo izquierdo, como si hubiese sido atacado por una bandada de cuervos. Había perdido gran parte de su pelaje, sus cuatro patas estaban desgarradas ya sin carne en ellas, solo los huesos, se las había arrancado el mismo, gruñía mucho, lleno de rabia y con espuma, sangre y un pedazo de carne colgándole de los colmillos inferiores, yo retrocedí muy lento y este corrió hacia mi cuando recibió dos disparos en la cabeza siendo tumbado ya definitivamente, yo caí y voltee a mirar atrás y vi a Hector quien acababa de salvarme la vida. Nos sentamos a la mesa del comedor a descansar con los muchachos cuando me dí cuenta que encima de la mesa había un paquete envuelto en un papel café. Lo abrí sin pensarlo dos veces y lo primero que vi fue una carta, tenia la letra de mi padre."Hijos míos, primero que todo, saben muy bien que con su madre los amamos a los tres, a cada uno de ustedes los amamos por igual. Ya saben lo que pasó, con lo del virus y todo eso, fue de un momento para otro, las fuerzas armadas nos vinieron a buscar prácticamente a la fuerza, que dejáramos la zona lo mas rápido posible, ya sabes por tu abuelo que era coronel en retiro, siempre nos cuidó a mi y a tus tíos. Nos dejó solo tiempo para escribirles esto y para dejarle a Hernan algo que puede serle útil; es mi pistola "taurus 9mm" negra, sabes usarla y úsala solo en casos de emergencia y cuando haga falta.
Habríamos querido con toda el alma que hubieran estado aquí pero cada uno hacia sus cosas, así que Hernan, cuida a tus hermanos y traelos aquí a salvo, estamos en el regimiento de infantería de Arica. No se que otra dirección darte, no nos dejarán salir jamas así que tendrás que venir aquí.
Espero que nos perdones, solo espero que haya perdon en tu corazón, dejarlos solos ha sido lo mas difícil que hemos hecho en la vida, pero no había otra opción, pensábamos en el mañana para ustedes.
Los amamos con todo el corazón y fuerzas.
ATTE.
PAPÁ Y MAMÁ".Al leer aquella carta, me llené de lagrimas pero a la vez de esperanzas. Había al menos una oportunidad de encontrarlos con vida, mis amigos me abrazaron y me dieron su palabra que me ayudarían a encontrar a mis hermanos. Seguí abriendo la caja y ahí estaba, la preciada pistola de mi padre con su funda que iba enganchada al cinturón y a la pierna derecha. Uní la pistola a mi cuerpo y tomé a mi perro "Anubis" y lo llevé al patio para enterrarlo. Hice un pequeño hoyo y lo sepultamos. En la pared escribí su nombre y la fecha de su nacimiento y muerte con un spray negro que compré unos meses atras para pintar una bicicleta. No quise perder ni un segundo mas. Mi hermana estaba a las afueras de Santiago, en un camping de camino a San Antonio donde debería estar mi hermano tambien. Subimos al jeep y conté las buenas noticias, mas bien, mis buenas noticias.
.- ¿Que han sido esos disparos?!!
.-preguntó Belén muerta de miedo. Le dije lo sucedido, que no era ninguno de mi familia, que habia sido Anubis quien se habia infectado y Héctor me salvó. Nos disponíamos a viajar cuando algo terrorifico unos metros mas adelante hizo que me detuviera. Quedamos todos plasmados mirando sin poder avanzar.
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A Nuestra Manera
Science FictionEsta es la historia contada por un joven y sus amigos que se ven atrapados en un apocalipsis zombie mientras acampaban. De los sucesos magníficos y aterradores por los que tuvieron que pasar para llegar a la única base militar en funcionamiento que...