Capítulo 5
Detiene al auto justo fuera de mi casa. Se me ha pasado un poco el mareo pero sigo sintiéndome débil. James se baja del auto y abre la puerta trasera para ayudarme a bajar. Toma mi mano. La aprieto con inseguridad. Está tibia y es suave, más grande que la mía. Por un instante dirijo mi vista a sus ojos… son bonitos.
- Te llevaré hasta dentro… ¿Puedes caminar? – pregunta. Yo asiento. No suelta mi mano. De hecho, entrelaza sus dedos con los míos y le pone seguro al auto. Siento un cosquilleo en el estómago. Y no es por la falta de azúcar…
- Está bien si me dejas aquí – digo sin mirarlo.
- No, te acompaño – insiste – no quiero que te desmayes estando sola…
- Eres muy terco – digo entre dientes. Él suelta una risa.
Dentro está silencioso. Como siempre que no está mamá. James mira cada rincón de la casa. Yo cierro la puerta y dejo mi bolso en el sofá.
- Linda casa – me sonríe.
- Gracias… por traerme, no es que quiera echarte, pero ¿Ya piensas irte? – digo con inseguridad. Él frunce el ceño.
- Creí que me darías un recorrido – resopla. Yo lo fulmino con la mirada.
- Has sido muy amable, pero desde aquí puedo sola, créeme.
- Ve a acostarte, te llevaré comida – camina hasta la cocina como si fuese su casa. Ignorando mi comentario de hace unos segundos atrás.
- ¿Qué haces? – pregunto siguiéndolo. Él sonríe, no puedo evitar ruborizarme cuando lo hace. Agacho la cabeza – Necesito que te marches…
- Deja que te consienta un rato, ve a la cama, te llevaré algo de comer – guiñe un ojo.
- Ni siquiera sabes dónde están las cosas – gruño. Él abre un cajón…
- No soy tan idiota, aquí están los platos… fue fácil encontrarlos – abre otro cajón – y aquí la cucharas… ¿Ves? Ve a la cama, te llevaré algo. ¿Dulce o salado?
- ¡Fuera de aquí! – alzo un poco la voz.
- Si no vas a la cama – levanta una cuchara de madera – te llevaré a la fuerza… no querrás que lo haga Teff – hace una mueca. Yo me cruzo de brazos y alzo una ceja.
- Inténtalo…
Con una agilidad impresionante, me rodea con ambos brazos y me levanta del piso. Estoy pegada a su abdomen de frente. Siento que me desmayaré otra vez pero no por la falta de comida. Me mira con una sonrisa y me acomoda entre sus brazos como a una bebé. Creo que sabe lo que ha provocado en mí por cómo me mira.
- Bájame – digo con la voz temblorosa. Él suelta una risa burlona.
- Te lo advertí – comienza a caminar conmigo, pero no tengo fuerzas para negarme o protestar. Simplemente lo fulmino con la mirada y frunzo los labios.
Llega al rellano superior y mira las cuatro puertas cerradas. Uno es mi cuarto, el otro el cuarto de mamá, el otro el baño y el último el cuarto de huéspedes.
- ¿Cuál es tu habitación? – pregunta mirándome. Siento que me arde la cara una vez más. Él sonríe ampliamente.
- Mamá me matará si se entera de que estás aquí – gruño entre dientes – es la de la derecha – apunto con la cabeza. Él abre la puerta que le indiqué y se queda parado en la entrada – ¿Puedes bajarme ya? – digo entre dientes.